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Canción de hielo y fuego.
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Canción de hielo y fuego.
Por favor, inicia la música antes de empezara leer. Gracias.
Si bien recuerdo mi historia, mi vida se remonta a épocas pasadas, donde los corsés se ceñían tanto a tu cuerpo que era cuasi imposible respirar, y donde los hombres mostraban sus grandes dotes de elegancia y cortesía.
Era una joven promesa, o eso escuche a mi padre decir mientras hablaba con el duque de Mongolla... Una joven promesa traviesa.
La fiesta aun no se encontraba en plena actividad, y si ahora lo echo de menos, antes me parecía aburrido. Tanta gente, tantas risas... Tantas mujeres con vestidos tan hermosos que ellas mismas parecían ser horrendas. Me divertía en lo alto de las escaleras poniéndoles nombre a esas mujeres. Lady feto, o Lady rana. Era una chiquilla sin mucho sentido del tiempo... y esa era mi forma de matarlo.
Me había adecentado mi doncella, un corsé bien apretado, un vestido típico de princesa de Rusia, y un peinado complicado. Suspire, o lo intente. Ni siquiera podía hacer una reverencia sin notar mi respiración desaparecer...
Catalina, mi madre, me mira desde la planta baja, una gran entrada donde había cientos de invitados.... y eran los que apenas acababan de llegar y ahora empezaban a hablar. Vi aparecer su sonrisa en su rostro y me la contagio haciéndome alzar una mano y saludarla, entonces me llamo y todo el mundo se giro para mirarme.
Genial mama, gracias.
Sonreí, notando como mis mejillas se enrojecían de vergüenza ante tantos ojos desconocidos, cuando llego al lado de Catalina me presenta a dos personas, mayores a mi pareces, incluso diría que ella tiene arrugas en el rostro. Vuelta a lo mismo, una reverencia y tomar pie en la conversación con buenas formas.
¿Por qué todo el mundo me hablaba sobre... Ponis o caballos? Era una chica, si... pero no era tan sumamente infantil. Había cumplido recientemente los 23 años y estaba sobradamente cualificada para hablar sobre política, pero Oh, era mujer, y las mujeres no podían entender sobre esas cosas.
No tarde en escaparme de aquel lugar y caminar por los pasillos largos, y, seguramente más complicados del mundo, mi casa parecía un laberinto... era demasiado grande, aunque en un palacio las inmensidades se quedaban cortas para todo el mundo. Retire un mechón tras mi oreja mientras miraba los retratos de mis antepasados colgados por el pasillo, unos fallecidos por desgracia y otros no. Para cuando los cuadros se terminan, la luz que se escapa de una puerta mal cerrada llama a mi curiosidad, me acerco, y para mi sorpresa la voz de mi padre se deja escuchar clara.
-Los americanos nos pisan los talones Sergey...
Se escucharon unos papeles removerse y la luz se avivo, relacionando aquello con que la luz la proporcionaba una gran chimenea y los papeles habían hecho crecer a las llamas. Sergey era el consejero del Rey, un hombre de edad avanzada, adentrándose ya en los cuarenta y tantos. Una hombre mayor, la verdad, teniendo en cuenta que la media de vida era de unos 38 años en esa época. No como ahora, que un humano puede vivir cerca de los 100 años, demasiado tiempo, sin duda.
No entendía a que venían aquellas palabras, los ingleses no nos habían dicho nada, y nosotros no los habíamos molestado a ellos, por lo que todos tendríamos que estar en paz, pero ahora parecía no ser así... La voz de Sergey se abre paso entre los chipeteos del fuego.
-Mi señor, los americanos llevan tiempo queriendo entrar en guerra con estas tierras, no es de sorprender que ahora, en unos tiempos tan duros para Rusia, estos pretendan adentrarse en una tierras desconocidas e ignorando la unión del pueblo- Tosió un momento y cogió aire -Además, no me sorprendería que esperaran al coronamiento de su hija, para ellos, al igual que para esta nación, una mujer no puede subir sola al trono y llevar un país tan grande...
-¡Pero mi hija esta a punto de casarse!-Clamo mi padre, y el golpe que sentí fue el de unas manos sobre una mesa- Iney es lista, lo sé, sabe que ella sola no puede llevar la corona, pero si parte de ella con ayuda de un buen esposo
Ante el golpe dado me asuste y di un pequeño brinco para después llevarme la mano a mi pecho calmando el corazón. No entendía nada de aquello, y todo se volvía más oscuro.
-El pueblo se siente inseguro Majestad, es normal, La unión de vuestra heredera se está haciendo esperar... y la gente es impaciente para estos tiempos.
Si quería saber algo más de aquello, tenía que entrar y dejarme ver, si seguía allí me buscaría un buen castigo además de un dolor de espalda enorme. Empuje la puerta blanca con una mano mientras que con la otra recogía el vestido para no pisarlo al caminar.
-El pueblo deberá seguir nervioso-cuando hablé, los dos hombres se giraron hacia mi- Padre, una corona se puede cargar sobre los hombros de una sola persona perfectamente, eso ya lo hablamos en su día y seguiré pensando igual hasta el fin de mis días.-Ahora miraba a Sergey, quien sorprendido estaba a punto de poner los puntos sobres las íes.- No, no por ello me niego a contraer matrimonio con una persona a la que no amo, si accedo, es por Rusia... Ese hombre no me aporta nada, ni siquiera veo en su mente espacio suficiente para saber pronunciar la palabra rey.
Mis palabras me sorprendieron incluso a mí, demasiado adultas, pero ciertas.
-Iney, ¿desde cuándo escuchabais?-Iván me pregunto, alzándose de su silla.
-Desde que la fiesta ha empezado a ser aburrida, no os encontraba abajo y madre pregunta por vos- Aquello era falso, pero tenía que sacarle de allí antes de que Sergey le inundara la cabeza con aquellas habladurías.-Sergey, agradecería que esta noche dejarais a mi padre libre, la fiesta es en mi honor, y merezco tener la presencia del Rey antes de ser reina.
Mi padre parpadeaba incrédulo a la par que me miraba, Sergey, por otra parte chasqueo la lengua y se fue murmurando cosas que no llegue a escuchar. Duraría poco en mi reinado, en cuanto la corona reposara sobre mi cabeza, me desharía de él.
-Primero tienes que casarte, y luego te coronare-Camino hacia mi acariciando mi rostro una vez frente a mí.
-Sí, lo sé- Sonreí y agarre su mano- Me hare cargo de los americanos de alguna forma, si estás dispuesto a aconsejarme manteniéndote firme a mi lado.
-Pero Sergey...¿?-No hizo falta contestarle, enseguida obtuvo respuesta en mi sonrisa cómplice de lo que tenía pensado hacer con ese hombre.
Poco a poco, la situación se normalizo en aquella fiesta, mis padres volvían a estar juntos, protagonizando el papel de Zares de Rusia como debía ser. Me había involucrado un poco más en la fiesta, pues era para mí y los invitados que había allí venían por interés en futuras uniones de países amigos.
Caminaba hacia la mesa de las bebidas, quería algo para dejar de sentir la garganta seca de tanto hablar. Y de pronto... dos puertas grandes, de gran peso se abrieron de forma brusca y rápida chocando contra la pared y haciendo retumbar el lugar. La copa que tenía en mi mano cayó al suelo a causa del sobresalto que sentir para luego dar paso a un grito.
-¡Lo ha matado ella! ¡Ha sido ella!- Gritaba una mujer con un vestido dorado que se tiro al suelo, arrodillada junto a un hombre que se encontraba tendido en el suelo.
La gente se aparto asustada abriendo un pasillo y dejándome ver a una mujer de cabellos negros, de tez pálida y… Dios santo, le caía sangre de la boca. No me fije en que lucía unos perfectos colmillos, pues jamás había sido partidaria de creer las leyendas que contaban a los niños para dar miedo. Pero poco a poco se acerco a mí con ambas manos alzadas y con la palma hacia arriba, pidiéndome que me acercara.
Por ilógico que fuera mis pies me desobedecieron y caminaron hacia la dirección equivocada, justo frente a esa mujer, su voz se llegaba a escuchar suave, dulce, e inclino inundaba a un profundo sueño.
Lacrimosa dies illa
Qua resurget ex favilla
Judicandus homo reus.
Huic ergo parce, Deus
Pie Jesu Domine
Dona eis requiem, Amen.
Alcance a oír, rezaba, y no sabía por qué. Note una de sus manos frías ajustarse a mi cuello mientras me asfixiaba y me atraía hacia ella aun mas. Gemí, a causa de la falta de aire, intente zafarme de sus manos, pero parecía una estatua con vida. Volvió a repetir aquellas palabras, asustándome aun más para que, en un momento en el que no me esperaba nada más, un dolor intenso, profundo, y amargo, lleno mi cuerpo mientras me retorciera bajo su fuerza. Mi recogido se había deshecho y el cabello estaba desparramado por todo mi rostro mientras que notaba en mi cuello como aquellos finos colmillos desgarraban mi interior en busca de algo más. Mis ojos dejan escapar la lagrimas de terror y dolor, si alguna vez he leído en algún libro que los mordiscos de un vampiro a un humano puede parecerle placentero, a mi aquello no me produjo placer alguno. Y cuando creo perder la visión, volviéndose todo una imagen borrosa junto con un último suspiro, la voz de mi madre y su rostro atormentado cruzan mi mente justo antes de caer en el suelo, moribunda y con un hilo de vida que me deja respirar débilmente.
El resto de la transformación no hace falta que la explique, todo vampiro sabe que para llevar a cabo una conversión, es necesaria la sangre de su cuerpo además de la ponzoña que contenía nuestros dientes.
Mi corazón latió cinco veces más antes de pararse, sintiendo como si una locomotora frenara de golpe y sus ruedas soltaran chispas, aquello se acercaba a describir lo que sintió mi corazón al pararse. Y todo se oscureció.
Era una joven promesa, o eso escuche a mi padre decir mientras hablaba con el duque de Mongolla... Una joven promesa traviesa.
La fiesta aun no se encontraba en plena actividad, y si ahora lo echo de menos, antes me parecía aburrido. Tanta gente, tantas risas... Tantas mujeres con vestidos tan hermosos que ellas mismas parecían ser horrendas. Me divertía en lo alto de las escaleras poniéndoles nombre a esas mujeres. Lady feto, o Lady rana. Era una chiquilla sin mucho sentido del tiempo... y esa era mi forma de matarlo.
Me había adecentado mi doncella, un corsé bien apretado, un vestido típico de princesa de Rusia, y un peinado complicado. Suspire, o lo intente. Ni siquiera podía hacer una reverencia sin notar mi respiración desaparecer...
Catalina, mi madre, me mira desde la planta baja, una gran entrada donde había cientos de invitados.... y eran los que apenas acababan de llegar y ahora empezaban a hablar. Vi aparecer su sonrisa en su rostro y me la contagio haciéndome alzar una mano y saludarla, entonces me llamo y todo el mundo se giro para mirarme.
Genial mama, gracias.
Sonreí, notando como mis mejillas se enrojecían de vergüenza ante tantos ojos desconocidos, cuando llego al lado de Catalina me presenta a dos personas, mayores a mi pareces, incluso diría que ella tiene arrugas en el rostro. Vuelta a lo mismo, una reverencia y tomar pie en la conversación con buenas formas.
¿Por qué todo el mundo me hablaba sobre... Ponis o caballos? Era una chica, si... pero no era tan sumamente infantil. Había cumplido recientemente los 23 años y estaba sobradamente cualificada para hablar sobre política, pero Oh, era mujer, y las mujeres no podían entender sobre esas cosas.
No tarde en escaparme de aquel lugar y caminar por los pasillos largos, y, seguramente más complicados del mundo, mi casa parecía un laberinto... era demasiado grande, aunque en un palacio las inmensidades se quedaban cortas para todo el mundo. Retire un mechón tras mi oreja mientras miraba los retratos de mis antepasados colgados por el pasillo, unos fallecidos por desgracia y otros no. Para cuando los cuadros se terminan, la luz que se escapa de una puerta mal cerrada llama a mi curiosidad, me acerco, y para mi sorpresa la voz de mi padre se deja escuchar clara.
-Los americanos nos pisan los talones Sergey...
Se escucharon unos papeles removerse y la luz se avivo, relacionando aquello con que la luz la proporcionaba una gran chimenea y los papeles habían hecho crecer a las llamas. Sergey era el consejero del Rey, un hombre de edad avanzada, adentrándose ya en los cuarenta y tantos. Una hombre mayor, la verdad, teniendo en cuenta que la media de vida era de unos 38 años en esa época. No como ahora, que un humano puede vivir cerca de los 100 años, demasiado tiempo, sin duda.
No entendía a que venían aquellas palabras, los ingleses no nos habían dicho nada, y nosotros no los habíamos molestado a ellos, por lo que todos tendríamos que estar en paz, pero ahora parecía no ser así... La voz de Sergey se abre paso entre los chipeteos del fuego.
-Mi señor, los americanos llevan tiempo queriendo entrar en guerra con estas tierras, no es de sorprender que ahora, en unos tiempos tan duros para Rusia, estos pretendan adentrarse en una tierras desconocidas e ignorando la unión del pueblo- Tosió un momento y cogió aire -Además, no me sorprendería que esperaran al coronamiento de su hija, para ellos, al igual que para esta nación, una mujer no puede subir sola al trono y llevar un país tan grande...
-¡Pero mi hija esta a punto de casarse!-Clamo mi padre, y el golpe que sentí fue el de unas manos sobre una mesa- Iney es lista, lo sé, sabe que ella sola no puede llevar la corona, pero si parte de ella con ayuda de un buen esposo
Ante el golpe dado me asuste y di un pequeño brinco para después llevarme la mano a mi pecho calmando el corazón. No entendía nada de aquello, y todo se volvía más oscuro.
-El pueblo se siente inseguro Majestad, es normal, La unión de vuestra heredera se está haciendo esperar... y la gente es impaciente para estos tiempos.
Si quería saber algo más de aquello, tenía que entrar y dejarme ver, si seguía allí me buscaría un buen castigo además de un dolor de espalda enorme. Empuje la puerta blanca con una mano mientras que con la otra recogía el vestido para no pisarlo al caminar.
-El pueblo deberá seguir nervioso-cuando hablé, los dos hombres se giraron hacia mi- Padre, una corona se puede cargar sobre los hombros de una sola persona perfectamente, eso ya lo hablamos en su día y seguiré pensando igual hasta el fin de mis días.-Ahora miraba a Sergey, quien sorprendido estaba a punto de poner los puntos sobres las íes.- No, no por ello me niego a contraer matrimonio con una persona a la que no amo, si accedo, es por Rusia... Ese hombre no me aporta nada, ni siquiera veo en su mente espacio suficiente para saber pronunciar la palabra rey.
Mis palabras me sorprendieron incluso a mí, demasiado adultas, pero ciertas.
-Iney, ¿desde cuándo escuchabais?-Iván me pregunto, alzándose de su silla.
-Desde que la fiesta ha empezado a ser aburrida, no os encontraba abajo y madre pregunta por vos- Aquello era falso, pero tenía que sacarle de allí antes de que Sergey le inundara la cabeza con aquellas habladurías.-Sergey, agradecería que esta noche dejarais a mi padre libre, la fiesta es en mi honor, y merezco tener la presencia del Rey antes de ser reina.
Mi padre parpadeaba incrédulo a la par que me miraba, Sergey, por otra parte chasqueo la lengua y se fue murmurando cosas que no llegue a escuchar. Duraría poco en mi reinado, en cuanto la corona reposara sobre mi cabeza, me desharía de él.
-Primero tienes que casarte, y luego te coronare-Camino hacia mi acariciando mi rostro una vez frente a mí.
-Sí, lo sé- Sonreí y agarre su mano- Me hare cargo de los americanos de alguna forma, si estás dispuesto a aconsejarme manteniéndote firme a mi lado.
-Pero Sergey...¿?-No hizo falta contestarle, enseguida obtuvo respuesta en mi sonrisa cómplice de lo que tenía pensado hacer con ese hombre.
Poco a poco, la situación se normalizo en aquella fiesta, mis padres volvían a estar juntos, protagonizando el papel de Zares de Rusia como debía ser. Me había involucrado un poco más en la fiesta, pues era para mí y los invitados que había allí venían por interés en futuras uniones de países amigos.
Caminaba hacia la mesa de las bebidas, quería algo para dejar de sentir la garganta seca de tanto hablar. Y de pronto... dos puertas grandes, de gran peso se abrieron de forma brusca y rápida chocando contra la pared y haciendo retumbar el lugar. La copa que tenía en mi mano cayó al suelo a causa del sobresalto que sentir para luego dar paso a un grito.
-¡Lo ha matado ella! ¡Ha sido ella!- Gritaba una mujer con un vestido dorado que se tiro al suelo, arrodillada junto a un hombre que se encontraba tendido en el suelo.
La gente se aparto asustada abriendo un pasillo y dejándome ver a una mujer de cabellos negros, de tez pálida y… Dios santo, le caía sangre de la boca. No me fije en que lucía unos perfectos colmillos, pues jamás había sido partidaria de creer las leyendas que contaban a los niños para dar miedo. Pero poco a poco se acerco a mí con ambas manos alzadas y con la palma hacia arriba, pidiéndome que me acercara.
Por ilógico que fuera mis pies me desobedecieron y caminaron hacia la dirección equivocada, justo frente a esa mujer, su voz se llegaba a escuchar suave, dulce, e inclino inundaba a un profundo sueño.
Lacrimosa dies illa
Qua resurget ex favilla
Judicandus homo reus.
Huic ergo parce, Deus
Pie Jesu Domine
Dona eis requiem, Amen.
Alcance a oír, rezaba, y no sabía por qué. Note una de sus manos frías ajustarse a mi cuello mientras me asfixiaba y me atraía hacia ella aun mas. Gemí, a causa de la falta de aire, intente zafarme de sus manos, pero parecía una estatua con vida. Volvió a repetir aquellas palabras, asustándome aun más para que, en un momento en el que no me esperaba nada más, un dolor intenso, profundo, y amargo, lleno mi cuerpo mientras me retorciera bajo su fuerza. Mi recogido se había deshecho y el cabello estaba desparramado por todo mi rostro mientras que notaba en mi cuello como aquellos finos colmillos desgarraban mi interior en busca de algo más. Mis ojos dejan escapar la lagrimas de terror y dolor, si alguna vez he leído en algún libro que los mordiscos de un vampiro a un humano puede parecerle placentero, a mi aquello no me produjo placer alguno. Y cuando creo perder la visión, volviéndose todo una imagen borrosa junto con un último suspiro, la voz de mi madre y su rostro atormentado cruzan mi mente justo antes de caer en el suelo, moribunda y con un hilo de vida que me deja respirar débilmente.
El resto de la transformación no hace falta que la explique, todo vampiro sabe que para llevar a cabo una conversión, es necesaria la sangre de su cuerpo además de la ponzoña que contenía nuestros dientes.
Mi corazón latió cinco veces más antes de pararse, sintiendo como si una locomotora frenara de golpe y sus ruedas soltaran chispas, aquello se acercaba a describir lo que sintió mi corazón al pararse. Y todo se oscureció.
To be Continued….
Traducción de la oración;
Día de lágrimas aquél
en que resurja del polvo
para ser juzgado el hombre reo.
Perdónale pues, Dios.
Piadoso Jesús, Señor,
dales el descanso. Amén.
Invitado- Invitado
Re: Canción de hielo y fuego.
Wow *------* Me encanta. Sabes que me encantó su historia desde que la leí y ahora leerla, así, con episodios de su vida.... Me fascina :3
Escribes relindo Yari. Me encantó ^.^
Escribes relindo Yari. Me encantó ^.^
Invitado- Invitado
Re: Canción de hielo y fuego.
Woow.. Me has dejado sin palabras.. sólo puedo decir.. WOOOW! O.O
Invitado- Invitado
Re: Canción de hielo y fuego.
Gracias a las dos! *w*
Se les agradece que paseen a leer algo como esto >_<
Se les agradece que paseen a leer algo como esto >_<
Invitado- Invitado
Re: Canción de hielo y fuego.
Que interesante...
Eres una super narradora Yarita xP Mis respetos.
Eres una super narradora Yarita xP Mis respetos.
Invitado- Invitado
Página 1 de 1.
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