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Trama II Rescate
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Trama II Rescate
—No hablan. Hemos intentado de todas las formas, señor.
El demonio cerró los dedos, como si estuviera aprisionando el aire entre los puños. Después de un segundo, habló con voz calmada:
—Entonces no debe ser suficiente.
—Pero señor, los hemos torturado y no les hemos dado alimento, como ha dicho, aun así...
El individuo sentado en el sillón, le dirigió una mirada cargada de sorna, mientras la rabia hervía en su interior:
—¿Aun así que? ¿Te dan lástima? Quizá deberíamos primero probar esos métodos contigo, puede que entonces entiendas lo que quiero.
—No... No, señor, seguiremos intentando... —farfulló, apresuradamente.
El cabecilla, seguido de dos hombres fornidos, salió del despacho, tras hacer una reverencia. El individuo se dejó caer de nuevo en su sillón:
—Eso espero.
La trampa había sido efectiva. En la base subterránea restrictora se había alzado el revuelo. La noticia de la captura de dos individuos corría como la pólvora. Habían puesto refuerzos en la vigilancia de la base; en todas las entradas, habían restrictores armados.
También se había doblado la vigilancia de los intrusos; entre los guardias, estaba el entrenador restrictor, que había sido trasladado a esa base con una nueva misión. Y, a su vez, para estar más cerca de la vigilancia del líder, que no terminaba de confiar en él.
Durante los días posteriores, los rehenes habían sido privados de alimento, para que confesaran. Ante su silencio, habían extremizado las medidas.
Por otra parte, una serie de visiones sobre lo ocurrido habían asaltado a la líder de la hermandad oscura, que estaba haciendo los preparativos para marchar en su búsqueda, junto a una serie de soldados oscuros. Entre ellos, se encontraba Deborah.
El demonio cerró los dedos, como si estuviera aprisionando el aire entre los puños. Después de un segundo, habló con voz calmada:
—Entonces no debe ser suficiente.
—Pero señor, los hemos torturado y no les hemos dado alimento, como ha dicho, aun así...
El individuo sentado en el sillón, le dirigió una mirada cargada de sorna, mientras la rabia hervía en su interior:
—¿Aun así que? ¿Te dan lástima? Quizá deberíamos primero probar esos métodos contigo, puede que entonces entiendas lo que quiero.
—No... No, señor, seguiremos intentando... —farfulló, apresuradamente.
El cabecilla, seguido de dos hombres fornidos, salió del despacho, tras hacer una reverencia. El individuo se dejó caer de nuevo en su sillón:
—Eso espero.
La trampa había sido efectiva. En la base subterránea restrictora se había alzado el revuelo. La noticia de la captura de dos individuos corría como la pólvora. Habían puesto refuerzos en la vigilancia de la base; en todas las entradas, habían restrictores armados.
También se había doblado la vigilancia de los intrusos; entre los guardias, estaba el entrenador restrictor, que había sido trasladado a esa base con una nueva misión. Y, a su vez, para estar más cerca de la vigilancia del líder, que no terminaba de confiar en él.
Durante los días posteriores, los rehenes habían sido privados de alimento, para que confesaran. Ante su silencio, habían extremizado las medidas.
Por otra parte, una serie de visiones sobre lo ocurrido habían asaltado a la líder de la hermandad oscura, que estaba haciendo los preparativos para marchar en su búsqueda, junto a una serie de soldados oscuros. Entre ellos, se encontraba Deborah.
- Código:
(Orden de post: Renesmee, Demetri, Jossie, Drake, Deborah, Agatha. Siempre se seguirá este orden. En caso de ausencia de alguien, para agilizar la trama, se saltará al usuario)
Destino- PNJ
- Mensajes : 165
Fecha de inscripción : 22/07/2011
Localización : Aquí
Re: Trama II Rescate
Los ruidos morían a su alrededor conforme la oscuridad la ahogaba con sus zarpas invisibles. La pelirroja luchó contra ella, tratando de librarse de su opresión, pero no lo logró.
A su alrededor, sobre las nubes de ensueño se recreó una nueva visión. Renesmee trataba de huir de algo que le perseguía; corría sobre un mar de sangre, como si no pesara más que una pluma. No sabía qué era lo que le estaba dando caza, pero sabía que si la alcanzaba, moriría. Empezó a correr con más ímpetu. Estaba cerca, oía sus pasos detrás suyo. Pero de repente, se vio en un espejo. En lugar de ella, en el reflejo de su superficie, apareció Demetri; la cara enrojecida por el cansancio. Trató de comprender por qué se había convertido en él. Pero antes de que pudiera hacerlo, la sombra le alcanzó. Cuando gritó, no supo si lo hacía para ella o para él, porque eran ambos en una misma persona. Lo último que vio, antes de ser devorada, fue un líquido negro, veneno, resbalando por el cristal y emborronando la imagen de Demetri.
La híbrida abrió los ojos de golpe, con un grito ahogado, tiritando y con el frío sudor empapándole la ropa. El verle fue como un ungüento para sus heridas. Estaba a salvo, sano y a salvo, a su lado. Pero, de repente, el alivio dio paso al recuerdo de la bestia, que le asaltó como una pesadilla. Trató de ver más allá de él, encontrarse de nuevo con sus monstruosas garras y la terrible mandíbula cerniéndose sobre ella. Lo vio, pero estaba lejos y muerto y no volvería a incordiar. Él le había matado, supuso. Renesmee negó rápidamente con la cabeza ante su disculpa. Quiso decirle que no era su culpa, que no se martirizara con esos pensamientos, que él le acababa de salvar la vida, pero las palabras se atragantaron en su garganta. En su lugar, se fijó un poco más en él, tratando de ver si había recibido heridas graves durante su inconsciencia. —Estás hecho un desastre —observó, con voz ronca, en un murmullo. —Perdóname a mi, debí haberme defendido cuando atacó, debí...
Pero sus palabras quedaron silenciadas por el ruido de la puerta al abrirse. La híbrida se incorporó sobre los codos, frunciendo el entrecejo ante las descaradas palabras del cabecilla. De repente, quiso que la bestia cobrara vida de nuevo y lo atacara, para que también probara un poco de su propia medicina. Aun así, guardó silencio, porque empezó a hablar de un tema que le interesaba. Las posteriores palabras del hombre resonaron en su cabeza, retozando en las paredes de su cráneo, durante varias veces. No quiso mostrar el alivio que le produjeron, quizá lo usaran en su contra, aunque durante el día ya se había delatado en numerosas ocasiones. Por un instante, deseó fervientemente preguntarle si iban a soltarle, aun pese saber que, probablemente, haría caso omiso de su pregunta, pero Demetri se le adelantó.
Durante lo que siguió a la conversación, guardó silencio, aferrándose a la mano de su acompañante como si su vida dependiera de ello. Pero lo que siguió a continuación, le heló la sangre en las venas. Los hombres trajeados se acercaron y se deshacieron de Demetri, que cayó al piso, derrotado. La híbrida, con una exclamación ahogada, se arrodilló a su lado, pero unas toscas manos se aferraron a sus brazos. Ella trató de debatirse, arañó y se removió, pero más hombres aparecieron y tuvo que darse por vencida.
Mientras la llevaban a través del pasillo, forcejeó con todas sus fuerzas para impedirlo; no podía dejarle ahí, solo, sabiendo que no le iban a dejar en paz hasta que confesara lo que sabía. Sin embargo, supo que su Demetri estaba bien; supo que estaba vivo y no debía estar muy lejos, incluso podría estar en una celda cercana. Eso le quitó una parte del peso que cargaba. Solo tenía que quitarse de encima a esos hombres e ir a buscarle. A pesar de que el dolor de la herida, en lugar de disminuir, empeoraba; le quitó el cuchillo a uno de ellos y lo clavó en su garganta. El sujeto no tuvo tiempo de reaccionar; la sangre subió por su garganta, derramándose por su boca. Pero cuando se dio la vuelta para encarar al otro hombre, el jefe con cara de serpiente le inyectó algo en el brazo que le nubló de repente la visión. Pataleó e intentó resistirse, pero la oscuridad se cernió sobre ella, como una irresistible tentación a la paz. Y Renesmee fue hacia ella.
El mundo dio vueltas a su alrededor cuando abrió los ojos. Todavía tenía la cabeza embotada. Trató de incorporarse, pero ante el primer intento, una horrible punzada de dolor le hizo arrugar el entrecejo. Entre la penumbra, trató de ver las marcas de la herida; tanteó con los dedos su cuello, buscando algo que indicara que todo lo que había vivido hasta entonces no había sido solo una pesadilla. No obstante, no había nada. Y aun así, el dolor persistía, como un recordatorio de que todavía no había acabado la tortura. En cuanto volvió a intentarlo, todo su cuerpo protestó en contra. Hasta entonces no se había dado cuenta de lo magullada que se encontraba. De repente, cayó en el hecho de que no veía a Demetri. La celda en la que se encontraba era prácticamente idéntica a la anterior; las mismas rejas, el mismo espacio, la misma oscuridad; no obstante, no vio sangre en la pared, ni grilletes y cadenas desparramadas por el suelo, ni a Demetri. Eso encendió su alarma.
—Demetri... —Trató de alzar la voz, pero tanto chillido le había dejado afónica y su nombre salió despedido en un bisbiseo abatido. Posiblemente le habían cambiado de celda. Pero no supo darle una explicación lógica a ello, a menos que simplemente quisieran quitar el soporte que se harían mutuamente. Quizá era eso, quizá simplemente querían volverles locos. Pero no, no podía ser solo eso. Por primera vez, se preguntó cuánto tiempo había dormido. En aquel espacio cerrado, donde no se filtraba ningún rayo de luz, era complicado adivinarlo. Cuando, después de varios intentos fallidos, logró ponerse de pie, se dio cuenta que estaba encadenada a las rejas de su celda, con la esposa abrasándole la piel cada vez que intentaba moverse. Cuando por fin había creído que se habían liberado, la realidad le aplastaba con su fuerza descomunal. Volvía a estar en la situación inicial; todo el esfuerzo que habían hecho había resultado siendo inútil. Con el desalentador pensamiento dándole vueltas en la cabeza, se dejó caer al suelo, abatida.
Los días que siguieron fueron peores de lo que cabría esperar. Pronto se dio cuenta que no estaba sola, sino que, no lejos de donde estaba su celda, estaba encerrado Demetri. Lo supo por la serie de voces que le llegaron de allí; reconoció la del cabecilla restrictor, pero también los gritos del vampiro, que rebotaban en las paredes de la celda y le llegaban como ecos amortiguados. El primer día se debatió con las rejas ardientes, aún siendo consciente de que era inútil tratar de salir de ahí. Pero los siguientes, se limitó a taparse las orejas, hundiendo el rostro entre las rodillas, contando hasta quinientos y esperando que pasara el momento. Debía hacer todo para mantener la cordura, sabía que ellos buscaban debilitarle la voluntad. El proceso se repetía varias veces durante el día. Tenían horas establecidas de visita, porque también la visitaban a ella.
Empezaron con un sutil interrogatorio. Pero ante la perspectiva de que ella no fuera a abrir la boca, pasaron a las amenazas. Y cuando las amenazas no dieron el fruto deseado, a la violencia. El hecho de ser mestiza entre razas no les gustó. Ellos estaban acostumbrados a tratar con razas puras, así que, cuando intentaron usar armas especializadas contra vampiros, se dieron cuenta que el efecto no era tan bueno. Por lo tanto, sus torturas básicamente consistían en golpes, bofetadas y patadas; no se atrevían a sobrepasarse porque su estado no era el apto y tenían órdenes de mantenerla viva.
—Está aquí al lado, ¿quieres ver lo qué le hemos hecho? Deberías ser un poco más accesible, quizá entonces pudieras salvar a tu compañero de torturas peores —dijo el cabecilla, en un desesperado intento por amedrentrarla.
Pero Renesmee calló. Sabía que, si se habían esmerado en mantenerla viva a ella, también lo harían con él. No podían matarle, no mientras tuviera información que les interesara. Y con esa idea, logró mantenerse firme, pese a que las amenazas eran una peor que la anterior. En innumerables ocasiones, creyó que flaquearía, pero aunque terminaba plagada de moratones y heridas, se sentía satisfecha al verlos marchar angustiados. Todos ellos hablaban de las armas. Eso mantuvo a Renesmee pensativa los días de su encierro y tuvo algo con lo que ocupar su mente. Estaba claro que había alguien por encima de todo eso; que había alguien que estaba desesperado por encontrar las armas. También lo sabía por la expresión de temor que ponía el hombre con la cara de serpiente cada vez que salía de su celda para llevar las buenas nuevas a su líder.
Las raciones de comida que le habían llevado en un principio habían sido escasas, pero con el paso de los días, quizá para extremar las medidas, cesaron completamente. En cualquier caso, quizá porque su orgullo se lo impedía o porque no tenía el suficiente apetito, no tocó nunca la comida. En una ocasión, el plato con la comida estuvo tanto tiempo en la celda que se llenó de gusanos. Ese día, el cabecilla entró, de nuevo, acompañado por sus lacayos, para iniciar de nuevo los interrogatorios y las torturas. Renesmee pateó el plato en su cara y le hizo enfurecer. Ese día se ganó el doble de azotes.
No supo cuantos días habían pasado desde el suceso con la bestia. Para ella, los días se habían convertido en repeticiones del día anterior. Estaba hambrienta y cansada; sobre las viejas heridas cicatrizadas se habían abierto nuevas. Estaba acurrucada en su rincón, cuando, de repente, la puerta de la celda se abrió. Renesmee pensó que se trataba de nuevo del cabecilla, que ahora iba a intentar nuevos métodos para sacarle información, pero en ésta ocasión fue otra persona. Entre la intensa oscuridad, parpadeó confusa cuando reconoció la cara de Drake. ¿Qué hacía él allí? Se preguntó y se quedó mirándolo, suspicaz, hasta que una pieza encajó en su mente. La híbrida se quedó estoica, mientras él le quitaba las manillas. No obstante, cuando terminó, Renesmee aferró las manos alrededor de su cuello, apretándolas —Dime ahora mismo donde está Demetri. Puedo matarte en este instante y los tuyos no me mataran. No tengo nada que perder.
A su alrededor, sobre las nubes de ensueño se recreó una nueva visión. Renesmee trataba de huir de algo que le perseguía; corría sobre un mar de sangre, como si no pesara más que una pluma. No sabía qué era lo que le estaba dando caza, pero sabía que si la alcanzaba, moriría. Empezó a correr con más ímpetu. Estaba cerca, oía sus pasos detrás suyo. Pero de repente, se vio en un espejo. En lugar de ella, en el reflejo de su superficie, apareció Demetri; la cara enrojecida por el cansancio. Trató de comprender por qué se había convertido en él. Pero antes de que pudiera hacerlo, la sombra le alcanzó. Cuando gritó, no supo si lo hacía para ella o para él, porque eran ambos en una misma persona. Lo último que vio, antes de ser devorada, fue un líquido negro, veneno, resbalando por el cristal y emborronando la imagen de Demetri.
La híbrida abrió los ojos de golpe, con un grito ahogado, tiritando y con el frío sudor empapándole la ropa. El verle fue como un ungüento para sus heridas. Estaba a salvo, sano y a salvo, a su lado. Pero, de repente, el alivio dio paso al recuerdo de la bestia, que le asaltó como una pesadilla. Trató de ver más allá de él, encontrarse de nuevo con sus monstruosas garras y la terrible mandíbula cerniéndose sobre ella. Lo vio, pero estaba lejos y muerto y no volvería a incordiar. Él le había matado, supuso. Renesmee negó rápidamente con la cabeza ante su disculpa. Quiso decirle que no era su culpa, que no se martirizara con esos pensamientos, que él le acababa de salvar la vida, pero las palabras se atragantaron en su garganta. En su lugar, se fijó un poco más en él, tratando de ver si había recibido heridas graves durante su inconsciencia. —Estás hecho un desastre —observó, con voz ronca, en un murmullo. —Perdóname a mi, debí haberme defendido cuando atacó, debí...
Pero sus palabras quedaron silenciadas por el ruido de la puerta al abrirse. La híbrida se incorporó sobre los codos, frunciendo el entrecejo ante las descaradas palabras del cabecilla. De repente, quiso que la bestia cobrara vida de nuevo y lo atacara, para que también probara un poco de su propia medicina. Aun así, guardó silencio, porque empezó a hablar de un tema que le interesaba. Las posteriores palabras del hombre resonaron en su cabeza, retozando en las paredes de su cráneo, durante varias veces. No quiso mostrar el alivio que le produjeron, quizá lo usaran en su contra, aunque durante el día ya se había delatado en numerosas ocasiones. Por un instante, deseó fervientemente preguntarle si iban a soltarle, aun pese saber que, probablemente, haría caso omiso de su pregunta, pero Demetri se le adelantó.
Durante lo que siguió a la conversación, guardó silencio, aferrándose a la mano de su acompañante como si su vida dependiera de ello. Pero lo que siguió a continuación, le heló la sangre en las venas. Los hombres trajeados se acercaron y se deshacieron de Demetri, que cayó al piso, derrotado. La híbrida, con una exclamación ahogada, se arrodilló a su lado, pero unas toscas manos se aferraron a sus brazos. Ella trató de debatirse, arañó y se removió, pero más hombres aparecieron y tuvo que darse por vencida.
Mientras la llevaban a través del pasillo, forcejeó con todas sus fuerzas para impedirlo; no podía dejarle ahí, solo, sabiendo que no le iban a dejar en paz hasta que confesara lo que sabía. Sin embargo, supo que su Demetri estaba bien; supo que estaba vivo y no debía estar muy lejos, incluso podría estar en una celda cercana. Eso le quitó una parte del peso que cargaba. Solo tenía que quitarse de encima a esos hombres e ir a buscarle. A pesar de que el dolor de la herida, en lugar de disminuir, empeoraba; le quitó el cuchillo a uno de ellos y lo clavó en su garganta. El sujeto no tuvo tiempo de reaccionar; la sangre subió por su garganta, derramándose por su boca. Pero cuando se dio la vuelta para encarar al otro hombre, el jefe con cara de serpiente le inyectó algo en el brazo que le nubló de repente la visión. Pataleó e intentó resistirse, pero la oscuridad se cernió sobre ella, como una irresistible tentación a la paz. Y Renesmee fue hacia ella.
El mundo dio vueltas a su alrededor cuando abrió los ojos. Todavía tenía la cabeza embotada. Trató de incorporarse, pero ante el primer intento, una horrible punzada de dolor le hizo arrugar el entrecejo. Entre la penumbra, trató de ver las marcas de la herida; tanteó con los dedos su cuello, buscando algo que indicara que todo lo que había vivido hasta entonces no había sido solo una pesadilla. No obstante, no había nada. Y aun así, el dolor persistía, como un recordatorio de que todavía no había acabado la tortura. En cuanto volvió a intentarlo, todo su cuerpo protestó en contra. Hasta entonces no se había dado cuenta de lo magullada que se encontraba. De repente, cayó en el hecho de que no veía a Demetri. La celda en la que se encontraba era prácticamente idéntica a la anterior; las mismas rejas, el mismo espacio, la misma oscuridad; no obstante, no vio sangre en la pared, ni grilletes y cadenas desparramadas por el suelo, ni a Demetri. Eso encendió su alarma.
—Demetri... —Trató de alzar la voz, pero tanto chillido le había dejado afónica y su nombre salió despedido en un bisbiseo abatido. Posiblemente le habían cambiado de celda. Pero no supo darle una explicación lógica a ello, a menos que simplemente quisieran quitar el soporte que se harían mutuamente. Quizá era eso, quizá simplemente querían volverles locos. Pero no, no podía ser solo eso. Por primera vez, se preguntó cuánto tiempo había dormido. En aquel espacio cerrado, donde no se filtraba ningún rayo de luz, era complicado adivinarlo. Cuando, después de varios intentos fallidos, logró ponerse de pie, se dio cuenta que estaba encadenada a las rejas de su celda, con la esposa abrasándole la piel cada vez que intentaba moverse. Cuando por fin había creído que se habían liberado, la realidad le aplastaba con su fuerza descomunal. Volvía a estar en la situación inicial; todo el esfuerzo que habían hecho había resultado siendo inútil. Con el desalentador pensamiento dándole vueltas en la cabeza, se dejó caer al suelo, abatida.
Los días que siguieron fueron peores de lo que cabría esperar. Pronto se dio cuenta que no estaba sola, sino que, no lejos de donde estaba su celda, estaba encerrado Demetri. Lo supo por la serie de voces que le llegaron de allí; reconoció la del cabecilla restrictor, pero también los gritos del vampiro, que rebotaban en las paredes de la celda y le llegaban como ecos amortiguados. El primer día se debatió con las rejas ardientes, aún siendo consciente de que era inútil tratar de salir de ahí. Pero los siguientes, se limitó a taparse las orejas, hundiendo el rostro entre las rodillas, contando hasta quinientos y esperando que pasara el momento. Debía hacer todo para mantener la cordura, sabía que ellos buscaban debilitarle la voluntad. El proceso se repetía varias veces durante el día. Tenían horas establecidas de visita, porque también la visitaban a ella.
Empezaron con un sutil interrogatorio. Pero ante la perspectiva de que ella no fuera a abrir la boca, pasaron a las amenazas. Y cuando las amenazas no dieron el fruto deseado, a la violencia. El hecho de ser mestiza entre razas no les gustó. Ellos estaban acostumbrados a tratar con razas puras, así que, cuando intentaron usar armas especializadas contra vampiros, se dieron cuenta que el efecto no era tan bueno. Por lo tanto, sus torturas básicamente consistían en golpes, bofetadas y patadas; no se atrevían a sobrepasarse porque su estado no era el apto y tenían órdenes de mantenerla viva.
—Está aquí al lado, ¿quieres ver lo qué le hemos hecho? Deberías ser un poco más accesible, quizá entonces pudieras salvar a tu compañero de torturas peores —dijo el cabecilla, en un desesperado intento por amedrentrarla.
Pero Renesmee calló. Sabía que, si se habían esmerado en mantenerla viva a ella, también lo harían con él. No podían matarle, no mientras tuviera información que les interesara. Y con esa idea, logró mantenerse firme, pese a que las amenazas eran una peor que la anterior. En innumerables ocasiones, creyó que flaquearía, pero aunque terminaba plagada de moratones y heridas, se sentía satisfecha al verlos marchar angustiados. Todos ellos hablaban de las armas. Eso mantuvo a Renesmee pensativa los días de su encierro y tuvo algo con lo que ocupar su mente. Estaba claro que había alguien por encima de todo eso; que había alguien que estaba desesperado por encontrar las armas. También lo sabía por la expresión de temor que ponía el hombre con la cara de serpiente cada vez que salía de su celda para llevar las buenas nuevas a su líder.
Las raciones de comida que le habían llevado en un principio habían sido escasas, pero con el paso de los días, quizá para extremar las medidas, cesaron completamente. En cualquier caso, quizá porque su orgullo se lo impedía o porque no tenía el suficiente apetito, no tocó nunca la comida. En una ocasión, el plato con la comida estuvo tanto tiempo en la celda que se llenó de gusanos. Ese día, el cabecilla entró, de nuevo, acompañado por sus lacayos, para iniciar de nuevo los interrogatorios y las torturas. Renesmee pateó el plato en su cara y le hizo enfurecer. Ese día se ganó el doble de azotes.
No supo cuantos días habían pasado desde el suceso con la bestia. Para ella, los días se habían convertido en repeticiones del día anterior. Estaba hambrienta y cansada; sobre las viejas heridas cicatrizadas se habían abierto nuevas. Estaba acurrucada en su rincón, cuando, de repente, la puerta de la celda se abrió. Renesmee pensó que se trataba de nuevo del cabecilla, que ahora iba a intentar nuevos métodos para sacarle información, pero en ésta ocasión fue otra persona. Entre la intensa oscuridad, parpadeó confusa cuando reconoció la cara de Drake. ¿Qué hacía él allí? Se preguntó y se quedó mirándolo, suspicaz, hasta que una pieza encajó en su mente. La híbrida se quedó estoica, mientras él le quitaba las manillas. No obstante, cuando terminó, Renesmee aferró las manos alrededor de su cuello, apretándolas —Dime ahora mismo donde está Demetri. Puedo matarte en este instante y los tuyos no me mataran. No tengo nada que perder.
Reni Le Fay- Líder
- Situación Sentimental : Con pareja
Mensajes : 10509
Fecha de inscripción : 22/06/2010
Edad : 31
Localización : En Portland
Re: Trama II Rescate
Se despertó, en medio de la oscuridad. Tardó un rato en ser plenamente consciente de que había abierto los ojos. Ahora la oscuridad lo engullía todo e incluso para el vampiro era demasiado oscuro. Estuvo durante horas, quizá ya hubiese pasado un día entero desde que, sumido en la impotencia y dolor se había desmayado en la húmeda tierra. Supo luego de eso en qué lugar se encontraba. Aunque era relativo. Desconocía aun quienes eran las personas que los habían retenido y mucho más la ubicación del lugar en el que se encontraban. Sin embargo, lo sospechaba. No cualquiera se tomaría tantas molestias. Era la misma celda en la que él y ella habían peleado con aquella bestia. El pensamiento sobre ella fue como una punzada mucho peor que la de sus múltiples heridas. Tenía que encontrarla. Recordó su promesa de sacarla de allí, debía encontrarla. Ver como estaba, llevarla a casa. Intentó incorporarse, tantear y ubicarse en la celda. La había recorrido lo suficiente como para poder saber en qué punto exactamente de ésta se encontraba tan solo recorriéndola un poco. Aunque no era que le sirviera de mucho si no podía tocar aquella puerta con barrotes. No obstante, se dio cuenta que estaba atado de nuevo.
Los grilletes que aprisionaban sus muñecas, lo fijaban firmemente a la pared de roca. Esos eran mucho más gruesos que las esposas de la vez anterior. Aun así trató de zafarse y el esfuerzo desencadenó una serie de dolores por todo su cuerpo; comenzando por las muñecas, disipándose por el pecho donde tenía cortes de los pedazos de madera que se habían clavado más profundo en la piel y luego el dolor en su garganta, cuando intentó rugir por los otros dolores. Ese fue el peor de todos. Le quemaba de forma impresionante. Fue consiente de la sed que sentía, de lo mucho que necesitaba beber del líquido vital que lo mantenía con vida, y de lo débil que se encontraba. No recordaba haberse sentido así jamás. Creyó que era el peor dolor físico que podía sentir, incluso peor que los grilletes quemándole, la pierna rota, todo ese ardor era mil veces peor y no había nada que pudieran hacer para empeorarlo.
No sabía cuan equivocado estaba. Unos días más tarde ese pensamiento lo hubiese hecho reír si hubiera tenido las fuerzas para hacerlo.
Los días que sobrevinieron, fueron los más tortuosos de su vida. En medio de la oscuridad y confinado en la humedad de su celda. Sus días empezaban cuando Cara de Serpiente irrumpía en la celda con un par de hombres. Al principio, los primeros días, erguía la cabeza y le sostenía la mirada a cada uno de sus interrogadores. Contestaba con frases cortas y causticas. Luego, ya se encontró demasiado débil incluso para levantar la cabeza. El esfuerzo que le suponía era agotador, se mantenía con la cabeza gacha y los parpados cerrados, pero escuchaba todo lo que el tipo le decía y a veces le informaba sin darse cuenta quizá. Lo golpeaban para que respondiera pero solo susurraba incoherencias para acabar cuanto antes con el interrogatorio del día.
Llegó a escupirle sangre al limpio y caro traje de Cara de Serpiente, adornando el gesto con una sonrisa entre desafiante e irónica y manchada de sangre, que le provocó otro castigo. Uno de los sujetos que lo acompañaba se había adelantado y disparado con una de esas armas que despedían estacas, atravesando su pierna con pequeños trozos de esa madera especial. Chillando y con el dolor aumentado en su garganta a niveles peligrosos se había callado por fin.
Pero eso no era lo más aterrador. Lo horripilante, desesperante de su situación había sido escuchar los interrogatorios de Renesmee. Durante los cuales le parecía demasiado cerca de su celda como para que él pudiera escuchar sus chillidos. Gritaba a la par de ella, sin importar el ardor en su garganta. Se debatía, tirando de las cadenas y cada día se hacía cortes más profundos, pero ese dolor no era tan espantoso como la incertidumbre de no saber que le estaban haciendo. Al principio, había tenido la fea visión de que la hubiesen encerrado con otro de sus demonios mutantes. Se había descontrolado tanto hasta casi desencajar los soportes de los grilletes en la pared. Algunos guardias entraron a la habitación para someterlo, inyectándole al final algo en el cuello antes de que consiguiera zafarse del todo. Pataleó, logró morder a alguien en un brazo y probar el sabor de sangre, que lo hizo alterarse más. Quería, necesitaba más, no importaba que fuera de sus captores. A esas alturas, después que esa gota de sangre hubiese tocado su lengua no le importaba quien era a quien agredía; amigo o enemigo. Totalmente descontrolado, su depredador interior lo dominaba en ese instante. No dejó de debatirse hasta que el medicamento hizo efecto y otra vez la negrura lo atrapó entre sus fauces. Cuando despertó tenía unos nuevos grilletes, reforzados para evitar más accidentes.
— ¿Mi amor? —empezó, con voz grave lo suficientemente fuerte que le permitían sus cuerdas bocales un poco oxidadas y lastimadas. Las palabras resonaron e hicieron eco en la caverna apestosa que era su celda.
Pero ella no contestó. Quizá la había confinado en una celda más alejada. Se hallaba tan fatigado que apenas podía sentirla con su don. Probablemente la chica estaba tan débil como él o se encontraba más molesta que antes por todo lo que estaban teniendo que pasar. Aunque había insistido que no era el culpable, ambos sabían que no había más culpable que él
— Bonita, ¿estás bien? —intentó gritar más fuerte. Otra vez nada —. Casi logro zafarme. Mordí a uno de los clones. Tendrías que haber visto como se retorcía mientras chillaba —le comentó y trato de dar su mejor sonrisa a la penumbra. A lo mejor si ella lograba escucharlo, ahora estaría sonriendo.
Los días siguientes intentaba contarle cosas, preguntarle una y otra vez como se encontraba. Sonaba un poco tonto, ninguno estaba bien, obviamente. Pero solo quería oír su voz. Aun cuando sabía que posiblemente no lo escuchaba, se esforzaba por hablarle. Se decía que aquel ejercicio lo mantendría cuerdo. Aunque quizá era todo lo contrario y estaba perdiendo la de a poco la exigua cordura que le quedaba.
Con el tiempo los interrogatorios se hacían más y más rudos. Primero preguntas y golpes. Luego usaban objetos, amenazas y más golpes. Todo se hacía peor por la falta de sangre en su organismo. Cada segundo en que permanecían en la celda, cada pregunta y amenaza, cada golpe al no obtener respuestas lo agotaba más y más. Posiblemente estaba siendo un hijo de puta por no soltar todo y hacer un trato para que Renesmee saliera bien parada de esto. Que la enviaran a casa. Si tenía que hacerlo él se quedaría y se sacrificaría para salvarla. Pero no podía hacerlo. Ella quizá no se lo perdonaría. Por ser tan débil. Por venderlos a todos. Y además estaba ciento por ciento seguro, y podía apostar que ella también lo intuía; al darles la información que buscaban tan fervientemente los matarían. Ya no valdríamos nada para ellos, pensaba. Gozaban torturándolos, podía notarlo y no iba a darles el gusto de verle rendirse, rogar y que lo mataran así tan fácil.
Se preparaba para otro ciclo de preguntas por parte de Cara de Serpiente y los suyos. Era su rutina. Parecía que su cerebro vagamente consiente ya había fijado un horario. Sin embargo, nadie llegó. No sé preocupó, ya llegarían. O no, y eso tampoco le preocupaba. Permaneció con los ojos cerrados y la cabeza agachada. Parecía de piedra, allí sentado, lleno de moretones, ensangrentado y mugriento, una escultura abandonada; manchada y estropeada.
De pronto, la reja se abrió con el estrépito de siempre. Sabía quiénes eran así que ni se inmutó. Alguien lo agarró por el pelo, posicionando su rostro para examinarlo. Algo nuevo. Traían esa luz espantosa que le lastimaba los ojos, así que cerró con más fuerza sus parpados.
—Está en un estado atroz—dijo la persona que lo sostenía. Su mano era firme y fuerte cuando recorrió su rostro con un dedo, pero la voz era más delicada. Era una mujer —. Y huele espantoso, pero él quiere verle inmediatamente. Son todos ustedes unos incompetentes. En especial tú.
—Generalmente causo mejor impresión —murmuró, sin poder contenerse.
Ella hizo como si no le escuchara. O realmente no le había escuchado. Se dirigió a alguien. Y después de un silencio, Demetri supo que Cara de Serpiente también estaba allí, cuando habló para refutar y defenderse de la acusación. Su voz se oía más lejos que de costumbre. Seguramente se encontraba fuera de la celda, observando desde la puerta.
—Hemos hecho todo lo posible…
—Tonterías—lo cortó la mujer —. Eso y nada más. Es lo que han hecho guiados por ti. Debiste hacer hasta lo imposible. Esto es vital para el futuro de todos nosotros.
Después de sus duras palabras, y de dar unas ordenes, sintió que se aproximaban más guardias. Oyó el tintineo y luego sus manos fueron liberadas. Cayeron a ambos lados de su cuerpo, desmadejadas.
—De pie, vampiro—habló otra vez la mujer, dirigiéndose a él. Lo dijo escupiendo la palabra como si le quemara.
Lentamente, Dimka abrió los ojos dorados. Carentes de algún sentimiento o expresión. Se veían opacos, si vida. Hasta la luz más tenue le quemaba. Parpadeó muchas veces. Rodó bocabajo e intentó obedecer. Por fin había cambios en su situación. Tenía curiosidad a pesar de todo. Harto de esa celda. Quería conocer al líder de estas personas, porque vagamente había entendido eso de lo que había dicho la mujer. Lo conducirían hasta el sujeto. Probablemente podían torturarlo más, pero al menos no estaría tan ignorante como ahora. No obstante, ya era un suplicio moverse. Trató de impulsarse con las manos, sus muñecas en carne viva gracias a los grilletes y a los tirones que había dado para liberarse. Cuando casi lo conseguía, sus piernas flaquearon y volvió a caer de cara al piso. La mujer, impaciente, ordenó a dos guardias que lo ayudaran a ponerse en pie. Lo levantaron en vilo y lo pusieron sobre sus pies. Tardó en un momento en poder sostenerse pero lo logró, de forma precaria pero en pie al fin. A continuación lo empujaron para que avanzara. Empezó a caminar. Cada paso era un martirio y sus piernas temblaban. Pero se concentró en que iba a averiguar más. Tal vez pudiera ver a Renesmee y eso lo hizo avanzar con mayor ahínco. Por ella continuaba resistiendo.
La luz de fuera era mucho más cegadora. Tras tantos días en la oscuridad, le era difícil acostumbrarse. Tropezó un par de veces, pero los brazos de los tipos que iban al lado lo sostuvieron con fuerza y no permitieron que cayera. Estaba seguro que si caía no iba a poder levantarse más. Le avergonzaba un poco su estado tan lamentable. Sabía que así, en ese estado, además de sólo y desarmado, no podría hacer nada en contra de ese ejército.
Mientras caminaban, una alarma se activó de repente. Las luces se cortaron y una luz empezó a alumbrar de manera intermitente el pasillo, al ritmo del sonido. Bañaba a todos y proyectaba sobras rojo sangre. Se detuvieron al instante, sus caras desconcertadas. El vampiro, y sus captores se taparon los oídos con las manos. Pero tan pronto como había empezado, todo quedó en silencio. Las luces no volvieron a encenderse. Y entonces, ahí fue cuando el caos volvió a estallar.
Los grilletes que aprisionaban sus muñecas, lo fijaban firmemente a la pared de roca. Esos eran mucho más gruesos que las esposas de la vez anterior. Aun así trató de zafarse y el esfuerzo desencadenó una serie de dolores por todo su cuerpo; comenzando por las muñecas, disipándose por el pecho donde tenía cortes de los pedazos de madera que se habían clavado más profundo en la piel y luego el dolor en su garganta, cuando intentó rugir por los otros dolores. Ese fue el peor de todos. Le quemaba de forma impresionante. Fue consiente de la sed que sentía, de lo mucho que necesitaba beber del líquido vital que lo mantenía con vida, y de lo débil que se encontraba. No recordaba haberse sentido así jamás. Creyó que era el peor dolor físico que podía sentir, incluso peor que los grilletes quemándole, la pierna rota, todo ese ardor era mil veces peor y no había nada que pudieran hacer para empeorarlo.
No sabía cuan equivocado estaba. Unos días más tarde ese pensamiento lo hubiese hecho reír si hubiera tenido las fuerzas para hacerlo.
Los días que sobrevinieron, fueron los más tortuosos de su vida. En medio de la oscuridad y confinado en la humedad de su celda. Sus días empezaban cuando Cara de Serpiente irrumpía en la celda con un par de hombres. Al principio, los primeros días, erguía la cabeza y le sostenía la mirada a cada uno de sus interrogadores. Contestaba con frases cortas y causticas. Luego, ya se encontró demasiado débil incluso para levantar la cabeza. El esfuerzo que le suponía era agotador, se mantenía con la cabeza gacha y los parpados cerrados, pero escuchaba todo lo que el tipo le decía y a veces le informaba sin darse cuenta quizá. Lo golpeaban para que respondiera pero solo susurraba incoherencias para acabar cuanto antes con el interrogatorio del día.
Llegó a escupirle sangre al limpio y caro traje de Cara de Serpiente, adornando el gesto con una sonrisa entre desafiante e irónica y manchada de sangre, que le provocó otro castigo. Uno de los sujetos que lo acompañaba se había adelantado y disparado con una de esas armas que despedían estacas, atravesando su pierna con pequeños trozos de esa madera especial. Chillando y con el dolor aumentado en su garganta a niveles peligrosos se había callado por fin.
Pero eso no era lo más aterrador. Lo horripilante, desesperante de su situación había sido escuchar los interrogatorios de Renesmee. Durante los cuales le parecía demasiado cerca de su celda como para que él pudiera escuchar sus chillidos. Gritaba a la par de ella, sin importar el ardor en su garganta. Se debatía, tirando de las cadenas y cada día se hacía cortes más profundos, pero ese dolor no era tan espantoso como la incertidumbre de no saber que le estaban haciendo. Al principio, había tenido la fea visión de que la hubiesen encerrado con otro de sus demonios mutantes. Se había descontrolado tanto hasta casi desencajar los soportes de los grilletes en la pared. Algunos guardias entraron a la habitación para someterlo, inyectándole al final algo en el cuello antes de que consiguiera zafarse del todo. Pataleó, logró morder a alguien en un brazo y probar el sabor de sangre, que lo hizo alterarse más. Quería, necesitaba más, no importaba que fuera de sus captores. A esas alturas, después que esa gota de sangre hubiese tocado su lengua no le importaba quien era a quien agredía; amigo o enemigo. Totalmente descontrolado, su depredador interior lo dominaba en ese instante. No dejó de debatirse hasta que el medicamento hizo efecto y otra vez la negrura lo atrapó entre sus fauces. Cuando despertó tenía unos nuevos grilletes, reforzados para evitar más accidentes.
— ¿Mi amor? —empezó, con voz grave lo suficientemente fuerte que le permitían sus cuerdas bocales un poco oxidadas y lastimadas. Las palabras resonaron e hicieron eco en la caverna apestosa que era su celda.
Pero ella no contestó. Quizá la había confinado en una celda más alejada. Se hallaba tan fatigado que apenas podía sentirla con su don. Probablemente la chica estaba tan débil como él o se encontraba más molesta que antes por todo lo que estaban teniendo que pasar. Aunque había insistido que no era el culpable, ambos sabían que no había más culpable que él
— Bonita, ¿estás bien? —intentó gritar más fuerte. Otra vez nada —. Casi logro zafarme. Mordí a uno de los clones. Tendrías que haber visto como se retorcía mientras chillaba —le comentó y trato de dar su mejor sonrisa a la penumbra. A lo mejor si ella lograba escucharlo, ahora estaría sonriendo.
Los días siguientes intentaba contarle cosas, preguntarle una y otra vez como se encontraba. Sonaba un poco tonto, ninguno estaba bien, obviamente. Pero solo quería oír su voz. Aun cuando sabía que posiblemente no lo escuchaba, se esforzaba por hablarle. Se decía que aquel ejercicio lo mantendría cuerdo. Aunque quizá era todo lo contrario y estaba perdiendo la de a poco la exigua cordura que le quedaba.
Con el tiempo los interrogatorios se hacían más y más rudos. Primero preguntas y golpes. Luego usaban objetos, amenazas y más golpes. Todo se hacía peor por la falta de sangre en su organismo. Cada segundo en que permanecían en la celda, cada pregunta y amenaza, cada golpe al no obtener respuestas lo agotaba más y más. Posiblemente estaba siendo un hijo de puta por no soltar todo y hacer un trato para que Renesmee saliera bien parada de esto. Que la enviaran a casa. Si tenía que hacerlo él se quedaría y se sacrificaría para salvarla. Pero no podía hacerlo. Ella quizá no se lo perdonaría. Por ser tan débil. Por venderlos a todos. Y además estaba ciento por ciento seguro, y podía apostar que ella también lo intuía; al darles la información que buscaban tan fervientemente los matarían. Ya no valdríamos nada para ellos, pensaba. Gozaban torturándolos, podía notarlo y no iba a darles el gusto de verle rendirse, rogar y que lo mataran así tan fácil.
Se preparaba para otro ciclo de preguntas por parte de Cara de Serpiente y los suyos. Era su rutina. Parecía que su cerebro vagamente consiente ya había fijado un horario. Sin embargo, nadie llegó. No sé preocupó, ya llegarían. O no, y eso tampoco le preocupaba. Permaneció con los ojos cerrados y la cabeza agachada. Parecía de piedra, allí sentado, lleno de moretones, ensangrentado y mugriento, una escultura abandonada; manchada y estropeada.
De pronto, la reja se abrió con el estrépito de siempre. Sabía quiénes eran así que ni se inmutó. Alguien lo agarró por el pelo, posicionando su rostro para examinarlo. Algo nuevo. Traían esa luz espantosa que le lastimaba los ojos, así que cerró con más fuerza sus parpados.
—Está en un estado atroz—dijo la persona que lo sostenía. Su mano era firme y fuerte cuando recorrió su rostro con un dedo, pero la voz era más delicada. Era una mujer —. Y huele espantoso, pero él quiere verle inmediatamente. Son todos ustedes unos incompetentes. En especial tú.
—Generalmente causo mejor impresión —murmuró, sin poder contenerse.
Ella hizo como si no le escuchara. O realmente no le había escuchado. Se dirigió a alguien. Y después de un silencio, Demetri supo que Cara de Serpiente también estaba allí, cuando habló para refutar y defenderse de la acusación. Su voz se oía más lejos que de costumbre. Seguramente se encontraba fuera de la celda, observando desde la puerta.
—Hemos hecho todo lo posible…
—Tonterías—lo cortó la mujer —. Eso y nada más. Es lo que han hecho guiados por ti. Debiste hacer hasta lo imposible. Esto es vital para el futuro de todos nosotros.
Después de sus duras palabras, y de dar unas ordenes, sintió que se aproximaban más guardias. Oyó el tintineo y luego sus manos fueron liberadas. Cayeron a ambos lados de su cuerpo, desmadejadas.
—De pie, vampiro—habló otra vez la mujer, dirigiéndose a él. Lo dijo escupiendo la palabra como si le quemara.
Lentamente, Dimka abrió los ojos dorados. Carentes de algún sentimiento o expresión. Se veían opacos, si vida. Hasta la luz más tenue le quemaba. Parpadeó muchas veces. Rodó bocabajo e intentó obedecer. Por fin había cambios en su situación. Tenía curiosidad a pesar de todo. Harto de esa celda. Quería conocer al líder de estas personas, porque vagamente había entendido eso de lo que había dicho la mujer. Lo conducirían hasta el sujeto. Probablemente podían torturarlo más, pero al menos no estaría tan ignorante como ahora. No obstante, ya era un suplicio moverse. Trató de impulsarse con las manos, sus muñecas en carne viva gracias a los grilletes y a los tirones que había dado para liberarse. Cuando casi lo conseguía, sus piernas flaquearon y volvió a caer de cara al piso. La mujer, impaciente, ordenó a dos guardias que lo ayudaran a ponerse en pie. Lo levantaron en vilo y lo pusieron sobre sus pies. Tardó en un momento en poder sostenerse pero lo logró, de forma precaria pero en pie al fin. A continuación lo empujaron para que avanzara. Empezó a caminar. Cada paso era un martirio y sus piernas temblaban. Pero se concentró en que iba a averiguar más. Tal vez pudiera ver a Renesmee y eso lo hizo avanzar con mayor ahínco. Por ella continuaba resistiendo.
La luz de fuera era mucho más cegadora. Tras tantos días en la oscuridad, le era difícil acostumbrarse. Tropezó un par de veces, pero los brazos de los tipos que iban al lado lo sostuvieron con fuerza y no permitieron que cayera. Estaba seguro que si caía no iba a poder levantarse más. Le avergonzaba un poco su estado tan lamentable. Sabía que así, en ese estado, además de sólo y desarmado, no podría hacer nada en contra de ese ejército.
Mientras caminaban, una alarma se activó de repente. Las luces se cortaron y una luz empezó a alumbrar de manera intermitente el pasillo, al ritmo del sonido. Bañaba a todos y proyectaba sobras rojo sangre. Se detuvieron al instante, sus caras desconcertadas. El vampiro, y sus captores se taparon los oídos con las manos. Pero tan pronto como había empezado, todo quedó en silencio. Las luces no volvieron a encenderse. Y entonces, ahí fue cuando el caos volvió a estallar.
ÐRAGON- Líder
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Re: Trama II Rescate
Un día antes del rescate; Mansión oscura.
La luz del crepúsculo se filtraba muy despacio por el ventanal que decoraba la recámara de los líderes en la guarida oscura; Eran alrededor de las 6:45 de la tarde. La oscura mayor estaba acurrucada en el único sillón de la estancia. Tenía los pies enredados en una frazada y un libro reposando en sus piernas. Su esposo estaba ausente y su hija lejos de ella por lo que le dio la tarde libre a los chicos y ahora estaba sola; Agradeciendo la silenciosa calma que al fin lograba tener.
En días anteriores su ánimo no era muy bueno pues, con el estrés y los nervios que le habían invadido desde que, en medio de un extenso entrenamiento, había tenido la visión acerca de los Veritas capturados; Le hacía irritable, bastante insoportable.
Su mente le atormentaba a toda hora, le decía que ella había tenido la culpa del suceso, que no debió nunca haberles revelado el paradero de la vidente pues gracias a eso, según la visión que los ángeles le regalaron, estaban siendo torturados de las más crueles de las formas. Porque, estaba segura, esa era la razón.
El líder de los restrictores se había enterado de alguna manera de eso y por ese motivo había ordenado que secuestraran y torturaran a los Veritas.
Sí, eso era suposición; Sospechas de ella que no tenía forma de comprobar. ¿Pero a quién le importaba de todas maneras? Ellos tenían a Reni y Demetri, de eso no tenía duda. Y si tenía que quemar hasta los cimientos la base restrictora para sacarlos iba a hacerlo sin vacilar.
Un día después; En el bosque circundante a la base restrictora. A pocos minutos del rescate.
—Jefa, ya está todo listo. Hemos hecho las comprobaciones y aún no se percatan de nuestra presencia— Aimé le avisó.
Era endeble pero muy buena luchadora. Era por eso que le había aceptado en sus filas.
—Muy bien, vuelve a tu lugar que debo decirles algo—pidió, mientras colgaba en su hombro izquierdo su arco. La guerrera asintió y se volvió a la fila tomando su lugar rápidamente.
Con la misma determinación de ayer, Jossie habló fuerte y claro. —Muy bien niños, ya saben que hacer—dirigiéndose a el grupo más extenso de guerreros que lucharían a las afueras de la base restrictora; No desconfiaba, sabía que terminarían rápidamente con los restrictores que, según el cabecilla, 'reforzaban' la seguridad.
Y mientras ellos daban un grito jubiloso y excitado de guerra; Continuó con las instrucciones de último minuto, dirigiéndose a los seis guerreros que les harían compañía a Deborah, Agatha y ella. —Ustedes también saben que hacer—No había que decirles, para eso habían sido entrenados. Ellos sólo defenderían a las guerreras que encabezaban el grupo; Y luego, cuando estuvieran con alguno de los veritas, le entregarían las armas que llevaban. Porque sí, ellos eran los que iban mucho más armados. Y con armas de mejor calidad.
Acto seguido, se volvió hacía las dos guerreras que iban a ir con ella en la misión; Deborah y Agatha y, con una sonrisa dijo.—Confió en ustedes chicas, sólo peleen que es lo que mejor les sale—Cuando ellas asintieron, ella gritó.—¡Vamos chicos! ¡Hagámoslo!
A lo que sus guerreros respondieron lanzándose con todo a la batalla. En cuánto los restrictores lo notaron, atacaron con todo. Las flechas comenzaron a volar, las dagas comenzaron a verse mover; Directo al pecho de cualquiera que tuviera la osadía de distraerse. Jossie, Agatha y Deborah continuaron su camino; Esquivando, lanzando armas, peleando.
Enseguida se desató el caos. Todo eran gritos, lamentos, órdenes; El susurro de las armas al volar a su objetivo. Sonidos de guerra.
La oscura continuó su camino sin detenerse a ver quiénes caían, llegando en menos de un minuto a la puerta; Tirándola de una patada. Acto que provoco una reacción en cadena: Una alarma se activó y comenzó a sonar estridentemente, los gritos asustados de los más cobardes restrictores se dejaron oír y los que estaban, supuso la guerrera, esperando ese momento, atacaron; Hiriéndola en el brazo con una daga, que enseguida ella sacó.
La acción provocó el enfado de la guerrera quién, cómo si nada hubiese pasado, lanzó una flecha justo en el lugar exacto para hacer caer al restrictor; Matándolo en el acto.
Después, su camino continuó. Quitando restrictores de su camino con facilidad; Producto de sus años de experiencia tratando con esas repugnantes ratas.
— ¡Jefa! ¡Jefa! ¡Hemos encontrado a Demetri! —Anthioc, un pálido y debilucho chico que por un verdadero milagro sobrevivió, le avisó, excitado por darle aquella noticia.
Ella, molesta por el tono en el que lo dijo, asintió y sin decir más, tomó el camino por el que el guerrero en entrenamiento llegó. Con él a la cabeza, siguieron por un túnel escabroso; Inmundo. Con un montón de ratas e insectos de todo tipo corriendo de aquí para allá.
El sonido de la sirena aún no se detenía; Era mucho más estridente allí a tal grado de que le lastimaba los oídos. Hizo una mueca y continuó, apresurando su paso. Para así dejar atrás aquel horrible sonido.
Después de unos minutos, su camino llegó a su fin. Allí estaban los restrictores; Llevaban a un muy demacrado Demetri esposado.
Malditos bastardos Jossie gimió, enfurecida. Caminando directo hacia ellos, sin hacer caso de las advertencias de sus acompañantes. Un estúpido restrictor quiso interponerse pero ella, actuando más rápido, le atravesó la garganta con una flecha, imposibilitándole. Ella fue directa a la mujer, sin hacer caso de los restrictores que ella imposibilitaba; Ya se encargarían los demás.
—Protejan a Demetri—vociferó a sus acompañantes, al ver que un restrictor iba derecho al verita; Quién, aprovechando el episodio de 'asombro' de ella, logró escapar de sus garras y ahora se mantenía en la penumbra; En cuánto terminara con la restrictora que quedaba viva iba a ayudarle.
Con una sonrisa maligna, Jossie preparó una flecha en su arco y se fue a por el pecho de la restrictora. Lástima que ella salió de su estupor y la esquivó, con un gruñido.
Poniéndose en posición de batalla, ella lanzó otra flecha y la mujer volvió a esquivarla. Mierda pensó Dessireé mientras que lanzaba sin más una flecha que esta vez sí acertó en el pecho de ella, quién petulante, se había distraído para darle una orden a uno de los restrictores que llegaba de improviso; Sorprendido por tan brutal masacre. Cayó enseguida, cómo la mujer, quién ni siquiera notó el momento en el que la muerte le llegó, pues aún en su expresión se le veía la sorpresa.
En cuánto estuvo libre de restrictores fue directo a Demetri. Sin preocuparse de la llegada de posibles restrictores pues sabía, los oscuros se ocuparían de ellos tan bien cómo hasta ahora.
—Extiende las manos—exigió, sin detenerse en innecesarias trivialidades. En cuánto Demetri obedeció, ella se sacó un prendedor del cabello. Lo desdobló, moldeándolo hasta que quedo satisfecha y luego, trabajó en la cerradura de las esposas y en un santiamén las abrió. —Ya está—proliferó, orgullosa. Estás eran cosas que hasta ella misma le sorprendían.
Y sin darle tiempo a nada, tomó la palma de su mano entre las suyas para que poco a poco, con sus poderes de curación, Demetri sanara.
Así fue, un aura blanca les cubrió en segundos; Actuando como un bálsamo. En más o menos diez minutos terminó, dejando a Demetri en las mejores condiciones que le fueron posibles. —Muy bien, ya que éstas mejor vayamos por Reni— dijo; Con una sonrisa de suficiencia en los labios y se levantó de su incómoda posición.
—Vámonos ya—vociferó hacia los oscuros; Quiénes aún estaban lidiando con los restrictores.
No se detuvo, no reparo en nada; Sólo siguió su camino. Hasta que por fin, casi a los cinco minutos, Demetri y los demás le siguieron, con pasos muy ruidosos.
—Cállense joder—gruño, mientras que agudizaba su oído.
Si, efectivamente, no se equivocaba; A lo lejos se oía un revuelo; Cómo de alguien golpeándose.
—Mierda—escupió, como una maldición. Al tiempo en el que se echaba correr en dirección a lo que había oído.
Conforme se acercaba, más se escuchaba. Eran gritos de una chica... No, gritos no, eran gemidos. Demetri también lo había notado, por eso se le había quedado mirando al mismo tiempo.
—Reni, ella está en la celda del fondo—anunció, mientras corría con determinación hacía allá. Si, estaba actuando como una loca o eso podía parecerle a Demetri, pero no le importó. De todas formas los oscuros sabían que ella era así, que esa era su actitud cuando luchaba.
Corrió y corrió en lo que parecía una eternidad; Hasta que al fin llegó, golpeando la celda como hizo anteriormente, pero enseguida se arrepintió pues cuando lo tocó, ella gimió de dolor.—Esto tiene energía demoníaca—jadeó. Luego arrancó un pedazo de su blusa y se la enredó en la mano, sin tomarle ninguna importancia a la ampolla que se le había hecho.
—Ya jefa, la he abierto—Otra vez Anthioc se hacía presente.
Lástima que no estaban allí. Estaban justo en la celda de al lado; Ella no se había dado cuenta que, en cuánto habló, el ruido cesó.
El restrictor había salido, con Renesmee entre sus brazos y de lejos observaba lo sucedido. —Jefa mire—uno de los demonios le hizo darse cuenta de la presencia de Drake.
Se abrió paso de entre su grupo, con una flecha dispuesta en su arco mientras que, con un mohín en los labios decía. —Déjala en paz bastardo, déjala o aquí mismo te mató.
Él obedeció, con una sonrisa burlona y despreocupada a la vez. En cuánto Renesmee fue entregada a la líder sana y salva; Deborah, sigilosamente se deslizo por entre las sombras y se puso detrás del restrictor; Lista para cumplir la orden de Jossie. —Mátalo.
Era endeble pero muy buena luchadora. Era por eso que le había aceptado en sus filas.
—Muy bien, vuelve a tu lugar que debo decirles algo—pidió, mientras colgaba en su hombro izquierdo su arco. La guerrera asintió y se volvió a la fila tomando su lugar rápidamente.
Con la misma determinación de ayer, Jossie habló fuerte y claro. —Muy bien niños, ya saben que hacer—dirigiéndose a el grupo más extenso de guerreros que lucharían a las afueras de la base restrictora; No desconfiaba, sabía que terminarían rápidamente con los restrictores que, según el cabecilla, 'reforzaban' la seguridad.
Y mientras ellos daban un grito jubiloso y excitado de guerra; Continuó con las instrucciones de último minuto, dirigiéndose a los seis guerreros que les harían compañía a Deborah, Agatha y ella. —Ustedes también saben que hacer—No había que decirles, para eso habían sido entrenados. Ellos sólo defenderían a las guerreras que encabezaban el grupo; Y luego, cuando estuvieran con alguno de los veritas, le entregarían las armas que llevaban. Porque sí, ellos eran los que iban mucho más armados. Y con armas de mejor calidad.
Acto seguido, se volvió hacía las dos guerreras que iban a ir con ella en la misión; Deborah y Agatha y, con una sonrisa dijo.—Confió en ustedes chicas, sólo peleen que es lo que mejor les sale—Cuando ellas asintieron, ella gritó.—¡Vamos chicos! ¡Hagámoslo!
A lo que sus guerreros respondieron lanzándose con todo a la batalla. En cuánto los restrictores lo notaron, atacaron con todo. Las flechas comenzaron a volar, las dagas comenzaron a verse mover; Directo al pecho de cualquiera que tuviera la osadía de distraerse. Jossie, Agatha y Deborah continuaron su camino; Esquivando, lanzando armas, peleando.
Enseguida se desató el caos. Todo eran gritos, lamentos, órdenes; El susurro de las armas al volar a su objetivo. Sonidos de guerra.
La oscura continuó su camino sin detenerse a ver quiénes caían, llegando en menos de un minuto a la puerta; Tirándola de una patada. Acto que provoco una reacción en cadena: Una alarma se activó y comenzó a sonar estridentemente, los gritos asustados de los más cobardes restrictores se dejaron oír y los que estaban, supuso la guerrera, esperando ese momento, atacaron; Hiriéndola en el brazo con una daga, que enseguida ella sacó.
La acción provocó el enfado de la guerrera quién, cómo si nada hubiese pasado, lanzó una flecha justo en el lugar exacto para hacer caer al restrictor; Matándolo en el acto.
Después, su camino continuó. Quitando restrictores de su camino con facilidad; Producto de sus años de experiencia tratando con esas repugnantes ratas.
— ¡Jefa! ¡Jefa! ¡Hemos encontrado a Demetri! —Anthioc, un pálido y debilucho chico que por un verdadero milagro sobrevivió, le avisó, excitado por darle aquella noticia.
Ella, molesta por el tono en el que lo dijo, asintió y sin decir más, tomó el camino por el que el guerrero en entrenamiento llegó. Con él a la cabeza, siguieron por un túnel escabroso; Inmundo. Con un montón de ratas e insectos de todo tipo corriendo de aquí para allá.
El sonido de la sirena aún no se detenía; Era mucho más estridente allí a tal grado de que le lastimaba los oídos. Hizo una mueca y continuó, apresurando su paso. Para así dejar atrás aquel horrible sonido.
Después de unos minutos, su camino llegó a su fin. Allí estaban los restrictores; Llevaban a un muy demacrado Demetri esposado.
Malditos bastardos Jossie gimió, enfurecida. Caminando directo hacia ellos, sin hacer caso de las advertencias de sus acompañantes. Un estúpido restrictor quiso interponerse pero ella, actuando más rápido, le atravesó la garganta con una flecha, imposibilitándole. Ella fue directa a la mujer, sin hacer caso de los restrictores que ella imposibilitaba; Ya se encargarían los demás.
—Protejan a Demetri—vociferó a sus acompañantes, al ver que un restrictor iba derecho al verita; Quién, aprovechando el episodio de 'asombro' de ella, logró escapar de sus garras y ahora se mantenía en la penumbra; En cuánto terminara con la restrictora que quedaba viva iba a ayudarle.
Con una sonrisa maligna, Jossie preparó una flecha en su arco y se fue a por el pecho de la restrictora. Lástima que ella salió de su estupor y la esquivó, con un gruñido.
Poniéndose en posición de batalla, ella lanzó otra flecha y la mujer volvió a esquivarla. Mierda pensó Dessireé mientras que lanzaba sin más una flecha que esta vez sí acertó en el pecho de ella, quién petulante, se había distraído para darle una orden a uno de los restrictores que llegaba de improviso; Sorprendido por tan brutal masacre. Cayó enseguida, cómo la mujer, quién ni siquiera notó el momento en el que la muerte le llegó, pues aún en su expresión se le veía la sorpresa.
En cuánto estuvo libre de restrictores fue directo a Demetri. Sin preocuparse de la llegada de posibles restrictores pues sabía, los oscuros se ocuparían de ellos tan bien cómo hasta ahora.
—Extiende las manos—exigió, sin detenerse en innecesarias trivialidades. En cuánto Demetri obedeció, ella se sacó un prendedor del cabello. Lo desdobló, moldeándolo hasta que quedo satisfecha y luego, trabajó en la cerradura de las esposas y en un santiamén las abrió. —Ya está—proliferó, orgullosa. Estás eran cosas que hasta ella misma le sorprendían.
Y sin darle tiempo a nada, tomó la palma de su mano entre las suyas para que poco a poco, con sus poderes de curación, Demetri sanara.
Así fue, un aura blanca les cubrió en segundos; Actuando como un bálsamo. En más o menos diez minutos terminó, dejando a Demetri en las mejores condiciones que le fueron posibles. —Muy bien, ya que éstas mejor vayamos por Reni— dijo; Con una sonrisa de suficiencia en los labios y se levantó de su incómoda posición.
—Vámonos ya—vociferó hacia los oscuros; Quiénes aún estaban lidiando con los restrictores.
No se detuvo, no reparo en nada; Sólo siguió su camino. Hasta que por fin, casi a los cinco minutos, Demetri y los demás le siguieron, con pasos muy ruidosos.
—Cállense joder—gruño, mientras que agudizaba su oído.
Si, efectivamente, no se equivocaba; A lo lejos se oía un revuelo; Cómo de alguien golpeándose.
—Mierda—escupió, como una maldición. Al tiempo en el que se echaba correr en dirección a lo que había oído.
Conforme se acercaba, más se escuchaba. Eran gritos de una chica... No, gritos no, eran gemidos. Demetri también lo había notado, por eso se le había quedado mirando al mismo tiempo.
—Reni, ella está en la celda del fondo—anunció, mientras corría con determinación hacía allá. Si, estaba actuando como una loca o eso podía parecerle a Demetri, pero no le importó. De todas formas los oscuros sabían que ella era así, que esa era su actitud cuando luchaba.
Corrió y corrió en lo que parecía una eternidad; Hasta que al fin llegó, golpeando la celda como hizo anteriormente, pero enseguida se arrepintió pues cuando lo tocó, ella gimió de dolor.—Esto tiene energía demoníaca—jadeó. Luego arrancó un pedazo de su blusa y se la enredó en la mano, sin tomarle ninguna importancia a la ampolla que se le había hecho.
—Ya jefa, la he abierto—Otra vez Anthioc se hacía presente.
Lástima que no estaban allí. Estaban justo en la celda de al lado; Ella no se había dado cuenta que, en cuánto habló, el ruido cesó.
El restrictor había salido, con Renesmee entre sus brazos y de lejos observaba lo sucedido. —Jefa mire—uno de los demonios le hizo darse cuenta de la presencia de Drake.
Se abrió paso de entre su grupo, con una flecha dispuesta en su arco mientras que, con un mohín en los labios decía. —Déjala en paz bastardo, déjala o aquí mismo te mató.
Él obedeció, con una sonrisa burlona y despreocupada a la vez. En cuánto Renesmee fue entregada a la líder sana y salva; Deborah, sigilosamente se deslizo por entre las sombras y se puso detrás del restrictor; Lista para cumplir la orden de Jossie. —Mátalo.
Última edición por Jossie Bessette el Dom Jul 07, 2013 9:22 am, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Trama II Rescate
Los restrictores escoltaban los alrededores del lugar. A cada sospechoso ruido, incluso cuando el viento chocaba, los guerreros firmemente alzaban las armas, percatándose más tarde que solo eran falsas alarmas. Kenneth había sido explicito, nadie, absolutamente nadie podía tocar siquiera el territorio. Y solo los restrictores que habían sido asignados para irrumpir en el interior del refugio, podían entrar libremente.
Drake tenía acceso limitado a su propio refugio, y solo era un escolta más protegiendo la seguridad del sitio. Sin duda, sus planes estaban siendo más inalcanzables. Veía la desconfianza de alguno de sus compañeros hacia su parte, no le perdían de vista. Aunque procuraban no estar tan pendientes, evitando que Drake pudiese sentirse incluso acechado. Lo primero que asalto su mente, fue a Kenneth advirtiéndole a los demás restrictores que él podría ser el traidor que estancaría a todo el grupo. No cabía duda, de que si había llegado a Selene con ese mensaje de advertencia, también lo haría con los demás. Desde luego el restrictor no permitiría que un centenar de miradas amenazantes le impidieran actuar. No se sentía como un traidor, si no como alguien que podría liberar a los demás restrictores de la mente enferma de Kenneth.
La puntilla de una varilla rozo el brazo del restrictor, era su compañero que le daba la señal de rotar tres pasos más hacia su lado izquierdo. Cada media hora las posiciones cambiaban, para evitar que algún detalle que no encajara en la escena, se les escapase. Drake avanzo hacia el lado que debía ocupar, y volvió a concentrarse. Requería de un solo descuido. Estaba a tres pasos más de aproximarse al umbral. Su cuerpo se enderezo, y sus manos sostenían el arma que siempre le acompañaba. Era fundamente que le viesen introducido en su papel de cuidador. Solía ser el primero en lanzar tiros al aire cuando desde los arbustos los animales imitaban los mismos pasos que cualquier humano daría, temiendo que los aliados de los secuestrados anduvieran cerca y fuesen dañados por sus mismas manos. Por ellos, sus balas sobrepasaban los dos metros sobre la tierra, de esa forma no le volaría la cabeza a nadie. Los demás restrictores no tenían una buena puntería, así que no eran una gran amenaza.
Nuevamente, la señal de rotación. La última. Avanzo los últimos tres pasos, quedando a unos escasos centímetros de la entrada. Sus orbes celestes estuvieron aún más atentos que anteriormente. Probablemente, pasaría otra media hora y tendría que abandonar el puesto. Sin embargo, su gran ingenio facilito sus objetivos, cuando percibió otro ruido. Este era diferente, y reconocible. Le dio una señal al restrictor que estaba a su lado, invitándole a acompañarle. Este no dudo en seguirlo. Se introdujeron entre árboles y malezas húmedas, con las armas empuñadas. Drake reconoció la presencia de ligres en la zona. Estos eran atraídos con el aroma de los hombres. No tuvo que pedirle a su compañero que se adelantase, este simplemente lo hizo, ilusionado ante la idea de que cazaría a algún intruso.
Lo único que se escuchó fueron dos gritos dolorosos. El restrictor había sido atacado por esas bestias. Drake sacó rápidamente al guerrero, y lo cargo hacia un lugar seguro, posiblemente dentro del refugió. –¡Está herido! – Exclamo sujetando con más fuerza al restrictor que cargaba en su espalda. La puerta se abrió solo y únicamente para resguardar al herido. Pero Drake cortésmente lo cargo hacia el interior, tomándose más atribuciones de las que le otorgaron. Les dio órdenes a los restrictores que se reunieron delante suyo para recibir al integrante que había sido atacado. Y mientras la atención recaía en el hombre caído, Drake fue directamente al punto. Busco la esencia de aquella hibrida, por suerte su sociedad no tenía integrantes híbridos que le dificultaran llegar a su destino.
Forcejeo la celda de una forma tan brusca que terminó triturando la cerradura. Y aunque la oscuridad se cernía en aquel calabozo, logro vislumbrar su rostro. Se aproximó con urgencia a ella, si no liberaba a Renesmee, no podría quitarle el poder a Kenneth. Rompió sus ataduras, evitando pasar a romper sus huesos o herirla aún más. Pero esta se comportó descortésmente cuando comenzó a estrangularlo. – ¿Y cómo planeas matarme? – Consulto, queriendo agregar lo acabada que se veía por las torturas. Guardo cualquier comentario, y delicadamente tomo las muñecas de la hibrida. Pese a todo, era una mujer leal, y nunca la había visto pelear en su contra. La tomo entre sus brazos y la saco de la celda.
Reneesme había nombrado a un tal Dimitri, y al parecer tendría que buscarlo también. No alcanzó a llegar con ella ni siquiera a las entradas de un pasillo cuando la líder de la hermandad oscura llego con su tropa de inservibles. Como siempre con su arco alzado, porque las luchas no se le daban y dependía de ese arma. Para evitar conflicto, dejo ir a Reneesme. Y con una sonrisa amplia miro a Jossie. –Cuantas veces me has apuntado con ese arco, y jamás logras acabar conmigo – Parecía que esos instantes solo ambos estaban enfrentándose. Para Drake, los espectadores no importaron, solo permanecía pendiente en la Bella Jossie. Y como ignorar esa asquerosa esencia de vampiro, que le advirtió que traía consigo a Deborah. –No, no acabéis conmigo aun. Por lo menos quisiese saber cuánto lío innecesario armaste para llegar aquí… y si me permites enseñarte que el ingenio podría facilitarte un poco más las cosas.. – Ya imaginaba cuanta sangre había derramado. Siempre quería brindar un espectáculo sangriento, y encima era vencida.
Las manos frías de Deborah se ajustaron a su cuello, a punto de clavar sus uñas en su piel. –Si crees que saldrás ilesa de aquí Bessete, estas equivocada. Kenneth ha asegurado cada salida, menos una – Hablar se le estaba tornando difícil, ya que la vampira forcejeo más fuerte. –Una buena líder no arriesga la vida de sus miembros… Demuestra por primera vez, que realmente mereces ser llamada líder...- Una de sus otras salidas era ponerse a rogar a Reneesme, pero antes prefería que la vampira le matase.
Drake tenía acceso limitado a su propio refugio, y solo era un escolta más protegiendo la seguridad del sitio. Sin duda, sus planes estaban siendo más inalcanzables. Veía la desconfianza de alguno de sus compañeros hacia su parte, no le perdían de vista. Aunque procuraban no estar tan pendientes, evitando que Drake pudiese sentirse incluso acechado. Lo primero que asalto su mente, fue a Kenneth advirtiéndole a los demás restrictores que él podría ser el traidor que estancaría a todo el grupo. No cabía duda, de que si había llegado a Selene con ese mensaje de advertencia, también lo haría con los demás. Desde luego el restrictor no permitiría que un centenar de miradas amenazantes le impidieran actuar. No se sentía como un traidor, si no como alguien que podría liberar a los demás restrictores de la mente enferma de Kenneth.
La puntilla de una varilla rozo el brazo del restrictor, era su compañero que le daba la señal de rotar tres pasos más hacia su lado izquierdo. Cada media hora las posiciones cambiaban, para evitar que algún detalle que no encajara en la escena, se les escapase. Drake avanzo hacia el lado que debía ocupar, y volvió a concentrarse. Requería de un solo descuido. Estaba a tres pasos más de aproximarse al umbral. Su cuerpo se enderezo, y sus manos sostenían el arma que siempre le acompañaba. Era fundamente que le viesen introducido en su papel de cuidador. Solía ser el primero en lanzar tiros al aire cuando desde los arbustos los animales imitaban los mismos pasos que cualquier humano daría, temiendo que los aliados de los secuestrados anduvieran cerca y fuesen dañados por sus mismas manos. Por ellos, sus balas sobrepasaban los dos metros sobre la tierra, de esa forma no le volaría la cabeza a nadie. Los demás restrictores no tenían una buena puntería, así que no eran una gran amenaza.
Nuevamente, la señal de rotación. La última. Avanzo los últimos tres pasos, quedando a unos escasos centímetros de la entrada. Sus orbes celestes estuvieron aún más atentos que anteriormente. Probablemente, pasaría otra media hora y tendría que abandonar el puesto. Sin embargo, su gran ingenio facilito sus objetivos, cuando percibió otro ruido. Este era diferente, y reconocible. Le dio una señal al restrictor que estaba a su lado, invitándole a acompañarle. Este no dudo en seguirlo. Se introdujeron entre árboles y malezas húmedas, con las armas empuñadas. Drake reconoció la presencia de ligres en la zona. Estos eran atraídos con el aroma de los hombres. No tuvo que pedirle a su compañero que se adelantase, este simplemente lo hizo, ilusionado ante la idea de que cazaría a algún intruso.
Lo único que se escuchó fueron dos gritos dolorosos. El restrictor había sido atacado por esas bestias. Drake sacó rápidamente al guerrero, y lo cargo hacia un lugar seguro, posiblemente dentro del refugió. –¡Está herido! – Exclamo sujetando con más fuerza al restrictor que cargaba en su espalda. La puerta se abrió solo y únicamente para resguardar al herido. Pero Drake cortésmente lo cargo hacia el interior, tomándose más atribuciones de las que le otorgaron. Les dio órdenes a los restrictores que se reunieron delante suyo para recibir al integrante que había sido atacado. Y mientras la atención recaía en el hombre caído, Drake fue directamente al punto. Busco la esencia de aquella hibrida, por suerte su sociedad no tenía integrantes híbridos que le dificultaran llegar a su destino.
Forcejeo la celda de una forma tan brusca que terminó triturando la cerradura. Y aunque la oscuridad se cernía en aquel calabozo, logro vislumbrar su rostro. Se aproximó con urgencia a ella, si no liberaba a Renesmee, no podría quitarle el poder a Kenneth. Rompió sus ataduras, evitando pasar a romper sus huesos o herirla aún más. Pero esta se comportó descortésmente cuando comenzó a estrangularlo. – ¿Y cómo planeas matarme? – Consulto, queriendo agregar lo acabada que se veía por las torturas. Guardo cualquier comentario, y delicadamente tomo las muñecas de la hibrida. Pese a todo, era una mujer leal, y nunca la había visto pelear en su contra. La tomo entre sus brazos y la saco de la celda.
Reneesme había nombrado a un tal Dimitri, y al parecer tendría que buscarlo también. No alcanzó a llegar con ella ni siquiera a las entradas de un pasillo cuando la líder de la hermandad oscura llego con su tropa de inservibles. Como siempre con su arco alzado, porque las luchas no se le daban y dependía de ese arma. Para evitar conflicto, dejo ir a Reneesme. Y con una sonrisa amplia miro a Jossie. –Cuantas veces me has apuntado con ese arco, y jamás logras acabar conmigo – Parecía que esos instantes solo ambos estaban enfrentándose. Para Drake, los espectadores no importaron, solo permanecía pendiente en la Bella Jossie. Y como ignorar esa asquerosa esencia de vampiro, que le advirtió que traía consigo a Deborah. –No, no acabéis conmigo aun. Por lo menos quisiese saber cuánto lío innecesario armaste para llegar aquí… y si me permites enseñarte que el ingenio podría facilitarte un poco más las cosas.. – Ya imaginaba cuanta sangre había derramado. Siempre quería brindar un espectáculo sangriento, y encima era vencida.
Las manos frías de Deborah se ajustaron a su cuello, a punto de clavar sus uñas en su piel. –Si crees que saldrás ilesa de aquí Bessete, estas equivocada. Kenneth ha asegurado cada salida, menos una – Hablar se le estaba tornando difícil, ya que la vampira forcejeo más fuerte. –Una buena líder no arriesga la vida de sus miembros… Demuestra por primera vez, que realmente mereces ser llamada líder...- Una de sus otras salidas era ponerse a rogar a Reneesme, pero antes prefería que la vampira le matase.
Drake Cobain- Situación Sentimental : Soltero
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Fecha de inscripción : 13/02/2013
Localización : Portland |Temporalmente|
Re: Trama II Rescate
Momentos Antes del Rescate ~ Entrenamientos.
Cualquiera que era capaz de meterse en el medio de una oscura cuando estaba entrenando, o era que deseaba morir o simplemente era un buen oponente y sabia como intervenir. Pero luego, nadie en su sano juicio no era capaz de meterse en medio de la Oscura mientras estaba entrenando, menos de Agatha Tortellini, una chica que podría llegar a tener la cara y la voz más dulce. Pero eso era lo que confundía a las personas, lo que hacía que cayeran y su trampa y entonces terminar muertos. Eso enorgullecía a la gatita pues su instintos felinos igualmente la ayudaban a la hora de presentarse en lo que consistía una batalla.
Encaramada en una de las partes más altas del lugar de entrenamiento, Gatita soltó sus chuchillos afilados, caminando por toda la orilla probando que sin importar la superficie en donde sus pies se posaran ella podría matar a cualquier enemigo. Los muñecos caían uno por uno o con uno en el centro o con uno en sus cabezas, la oscura estaba orgullosa de su Azaña. Se dejó caer en el suelo y tomando sus cuchillos los coloco en su cintura y salió del lugar, por su lado paso Deborah, era una chicas chicas que menos tenia, antes ella ocupaba ese lugar, la chica era buena, tenía unas formas de ataques sigilosos y silenciosos, podría dejar más muertos en un minuto
.
Camine subiendo hacia mi recamara en la mansión oscura. Podía escuchar el silencio que se creaba en aquel lugar, como todo se sentía con tan solo cerrar los ojos, nervios, angustias, el aura de cada persona tenía una emoción diferente y todas centradas por el gran momento que pasaríamos al día siguiente. No era mi primera vez luchando contra alguna masa de enemigos, no era la primera vez que pesaba que podría salir muerta o herida, pero si se aplicaba lo que entrenabas solo debías tener cuidado de que alguna flecha o daga no te llegara al corazón y eso, para una escaladora de árboles y espacio pequeños, era muy fácil.
Encaramada en una de las partes más altas del lugar de entrenamiento, Gatita soltó sus chuchillos afilados, caminando por toda la orilla probando que sin importar la superficie en donde sus pies se posaran ella podría matar a cualquier enemigo. Los muñecos caían uno por uno o con uno en el centro o con uno en sus cabezas, la oscura estaba orgullosa de su Azaña. Se dejó caer en el suelo y tomando sus cuchillos los coloco en su cintura y salió del lugar, por su lado paso Deborah, era una chicas chicas que menos tenia, antes ella ocupaba ese lugar, la chica era buena, tenía unas formas de ataques sigilosos y silenciosos, podría dejar más muertos en un minuto
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Camine subiendo hacia mi recamara en la mansión oscura. Podía escuchar el silencio que se creaba en aquel lugar, como todo se sentía con tan solo cerrar los ojos, nervios, angustias, el aura de cada persona tenía una emoción diferente y todas centradas por el gran momento que pasaríamos al día siguiente. No era mi primera vez luchando contra alguna masa de enemigos, no era la primera vez que pesaba que podría salir muerta o herida, pero si se aplicaba lo que entrenabas solo debías tener cuidado de que alguna flecha o daga no te llegara al corazón y eso, para una escaladora de árboles y espacio pequeños, era muy fácil.
Momento Crucial ~ Lucha
Agatha estaba en cuchillas en la rama de árbol, atedia las formaciones que hacia Jossie desde el lugar de donde se encontraba podía apreciar cada palabra que ella decía, podía ver a Deborah detrás de Jossie posada alejada, no era su turno de salir aun. Las dos luchadoras acompañarían a Jossie en un momento crucial. Ellas entrarían a buscar a los prisioneros y aunque el mayor peligro comenzaba en las afueras, dentro no les esperaba un patio de rosas y un champag con copas para disfrutar el día. Escucho su nombre se deslizo hasta el piso y con aire despreocupado se acercó a Jossie, Agatha no era chica de palabras en medio de una guerra, era más de asentir y seguir las ordenes de su jefa. El batallón oscuro se adelantó, la lucha comenzó en el preciso momento que los Restricores notaron nuestra presencia.
Oscuros caían, eso hacia enfadar cada vez más a la gata que lanzaba cuchillo afilado tras cuchillo y a cada paso que daba los iba recuperando para seguir lanzándolos a los demás luchadores opuestos a ella. Un gruñido salió de sus labios cuando una flecha se pegó a su pierna, la desprendió con otro gruñido más y la lanzo hasta la maldita mujer que hizo de las suyas al lanzársela. Un momento después una alarma sonó, eso activo más las fuerzas del equipo contrario, Agatha tuvo que recurrir a la fuerza bruta para seguir haciéndose paso, cuellos rotos, brazos partidos. Los restrictores no eran simples humanos pero algo de ello tenían, no sanaban ocmo ella o como los demonios. Eso les hacia su “Talon de Aquiles”.
Entre vueltas y rodar en suelo para poder liberarse de brazos que la atrapaban se separó de Jossie y Deborah, prefirió crear su propia distracción para darle el tiempo a ellas de adelantarse. Los hombres y mujeres no me divisaban al momento que los dejaba con su último aliento de vida. El crack de los cuellos y cualquier otra extremidad era la música de ese momento. Cuando tuvo la oportunidad un chico tomo su lugar y corrió hasta los calabozos, habían estudiado el lugar como la palma de sus manos
Un chico le paso las armas que había recuperado de aquellos que habían vencido, se acerque y se las pase al chico que estaba al lado de Jossie. No fije mucho mi vista, pero creyó y confió que era el tal Dimitri, uno de los reenes y la chica que estaba en brazos de Jossie Renesme. Había un restrintor en frete de Jossie, sus exclamaciones hicieron que la oscura se acercara a Jossie, tomo a la chica en sus brazos – Dámela, en los pocos minutos que quedan, sanare muchas de sus heridas – le dijo alejándose de ella y concentrándose en el cuerpo de la hibrida, la chica tenía heridas profundas graves duraría más sanándola pero podría hacer que se sintiera mejor , hasta que escucho las palabras del chico – Jossie deben decidir rápido porque no quedan mucho de nosotros allí afuera y ya deben saber que tenemos a Dimitri y Renesme – musitó mientras sus manos seguían transmitiendo la energía sanadora al cuerpo de la chica , sus fuerzas vitales mejoraban a cada paso . Comenzaba a sentirse mejor, no bien del todo pero podría salir de aquel lugar
Volvió a dejarla al lado de Jossie y se acercó al chico –Yo iré detrás de él y cualquier cosa yo lo mato si nos está mintiendo – dije en palabras frías y cortas, no me gustaban las desventajas en números a la hora de pelear. Mire a Jussie que no se movía por ningún momento – SALGAMOS DE AQUI – le die de forma apresurada, podía sentir sus presencias más cerca de los común y ella sabía que debía confiar en mis instintos y no eran uno ni dos, eran muchos más.
Katerine K.- Situación Sentimental : Con alguien
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Fecha de inscripción : 07/07/2013
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Re: Trama II Rescate
Los ruidos se oían; alaridos y llantos le llegaban como una orquesta que tocaba para él. De repente, la puerta se abrió de golpe, interrumpiendo sus cavilaciones:
—Señor, la situación se está descontrolando, no creo que podamos resistir mucho tiempo, ellos...
—Llevenme al del pasado y hagan volar la base.
—Pero señor, hay muchos hombres dentro, eso sería...
—No volveré a repetirlo.
Cara de Serpiente pareció descontrolarse; estuvo a punto de lanzarse sobre el demonio, pero se lo repensó.
—De acuerdo, como diga.
Y salió.
La base se había vuelto un caos. Las órdenes salían volando en todas direcciones. Grupos de restrictores armados cerraban todas las salidas, impidiendo que los intrusos escaparan. Por orden de Cara de Serpiente, las puertas de la celda se habían cerrado también. El cierre no era tan potente, pero sabía que mantendría lo suficiente para reorganizar los escuadrones y mandarlos contra el enemigo.
Por una puerta secreta, sin embargo, se filtraban más de ellos. Habían empezado a rodear el grupo, mientras ellos estaban distraídos.
Seis restrictores rodearon a Demetri y a Renesmee, con armas especializadas contra vampiros. No les dejaban moverse.
Al lado de Deborah y Drake había caído una pieza explosiva; tenían diez segundos para apartarse antes de que estallara.
—Liberen a la bestia —bramó Cara de Serpiente. De una celda oculta, a la que nadie había prestado atención hasta entonces, salió una bestia gigantesca; mutación hecha por tecnología demoníaca; de dientes afilados y garras como cuchillos. La bestia está infectada; si les mordía, se infectarían. Se abalanzó hacia Jossie y Agatha.
Por otra parte, un grupo de restrictores aprovechó el desconcierto para sacar a rastras a Demetri para llevarlo por la puerta secreta hacia Kenneth.
—Señor, la situación se está descontrolando, no creo que podamos resistir mucho tiempo, ellos...
—Llevenme al del pasado y hagan volar la base.
—Pero señor, hay muchos hombres dentro, eso sería...
—No volveré a repetirlo.
Cara de Serpiente pareció descontrolarse; estuvo a punto de lanzarse sobre el demonio, pero se lo repensó.
—De acuerdo, como diga.
Y salió.
La base se había vuelto un caos. Las órdenes salían volando en todas direcciones. Grupos de restrictores armados cerraban todas las salidas, impidiendo que los intrusos escaparan. Por orden de Cara de Serpiente, las puertas de la celda se habían cerrado también. El cierre no era tan potente, pero sabía que mantendría lo suficiente para reorganizar los escuadrones y mandarlos contra el enemigo.
Por una puerta secreta, sin embargo, se filtraban más de ellos. Habían empezado a rodear el grupo, mientras ellos estaban distraídos.
Seis restrictores rodearon a Demetri y a Renesmee, con armas especializadas contra vampiros. No les dejaban moverse.
Al lado de Deborah y Drake había caído una pieza explosiva; tenían diez segundos para apartarse antes de que estallara.
—Liberen a la bestia —bramó Cara de Serpiente. De una celda oculta, a la que nadie había prestado atención hasta entonces, salió una bestia gigantesca; mutación hecha por tecnología demoníaca; de dientes afilados y garras como cuchillos. La bestia está infectada; si les mordía, se infectarían. Se abalanzó hacia Jossie y Agatha.
Por otra parte, un grupo de restrictores aprovechó el desconcierto para sacar a rastras a Demetri para llevarlo por la puerta secreta hacia Kenneth.
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Re: Trama II Rescate
Mientras sujetaba su cuello, clavando las uñas, en un desesperado arranque de frenesí, las luces empezaron a parpadear y se apagaron de golpe, precedidas por el estridente sonido de la alarma. No obstante, aunque el desconcierto se manifestó en su rostro empalidecido, no aflojó el agarre. Se encontraba desgastada, tanto física como emocionalmente y solo tenía un rehén que podía utilizar para salir de ahí, no iba a perder la oportunidad. Sin embargo, la pregunta del restrictor fue tan evidente, tanto para él como para ella, que se dio cuenta que estaba cometiendo un error dejándose embargar por la locura. Lentamente, retiró las manos y recuperó el control de si misma. No obstante, debido al cansancio que hasta entonces no había percibido, sintió las piernas fallarle. Estuvo a punto de caer, pero el restrictor la agarró antes de que lo hiciera y la tomó en brazos. En otras ocasiones, hubiera protestado enérgicamente; en ese momento solo le dejó hacer; no podría ocurrirle nada peor de lo que ya le había ocurrido.
Cuando la sacó de la penumbra, Renesmee tuvo que cerrar los ojos, que se habían desacostumbrado a la luz tras pasar tanto tiempo inmersa en la más absoluta oscuridad. Los abrió, lentamente y se quedó boquiabierta ante el nuevo escenario. En el lugar se había desatado el caos; vio hombres caídos por todas partes; gritos que se filtraban en sus orejas, molestándola; soldados que luchaban unos contra otros. Y, supuso, estando casi segura que tenía razón, que una parte de ellos eran soldados de Jossie. Renesmee la vio. Ella estaba parada ante ellos, empuñando la flecha hacia Drake, pero sus ojos fueron más allá de ella, hasta detenerse en Demetri. Cuando el hombre la dejó en el suelo, se abrió paso hasta él y se lanzó a sus brazos, tomando su rostro entre sus manos.
–Estás bien, no te ha pasado nada; creí que los hombres... que ellos... –empezó a balbucear; con la preocupación abriéndose paso en su rostro. Había vivido todos estos días con la incertidumbre de cómo se encontraba y aunque sabía que no era el momento adecuado, se permitía ser un poco egoísta. Tenía en mente muchas preguntas que hacerle, pero por ahora se conformaba con ver que se encontraba bien. En cualquier caso, pronto lograron arrancarla de su pequeño islote de felicidad. La joven que había estado todo este tiempo parada al lado de Jossie se la llevó hacia un lado, tomando sus manos. No sabía lo que estaba haciendo y en un principio iba a resistirse, hasta que se empezó a sentir mejor. Las heridas más superficiales empezaron a cerrarse, quedando como si nunca las hubiera recibido; las más graves, no obstante persistieron, pese a que todo su estado general mejoró notablemente. El hablar y el moverse se le hizo mucho menos doloroso.
Se dejó arrastrar por el alivio que le supuso, pero no pudo evitar pegar un respingo ante la orden de Jossie. Se dio la vuelta, para impedirlo, pero las palabras del restrictor les hicieron vacilar. Le interesó el nombre que soltó. No había oído sobre él antes; suponía que él era el responsable de toda esta vorágine. El pensamiento revoloteo en su cabeza –Tu eras entrenador, no veo porque el tal Kenneth te haya puesto en un lugar como este. Y aun menos porque un demonio te esté dirigiendo –respondió, con un deje de frialdad. Sin embargo, ablandó un poco la voz, cuando se dirigió a la líder oscura –Jossie, ella tiene razón –dijo, refiriéndose a Agatha y a la falta de tiempo. –Si quieres que los tuyos salgan vivos de aquí, será mejor que resuelvan las propias diferencias fuera. Además, no puedes matarle. Me ha ayudado, estoy en deuda con él –quizá indirectamente, pero no convenía decirlo en ese instante. –y ha traicionado a los suyos; no tiene otro remedio que salir con nosotros, porque necesita tu protección tanto como nosotros su guía –Cada palabra dicha era un hombre menos de su grupo; tenían que salir, antes de que más restrictores aparecieran. En cualquier caso, si Jossie no consideraba sus palabras, no tenía otro remedio que ponerse de parte de Drake.
–Pero no podemos irnos todavía –protestó, de repente, en respuesta al comentario de Agatha, cuando el grupo ya se había reorganizado para empezar a salir. Por un instante, pensó que estaba siendo demasiado egoísta; no podía pedir a tantas personas arriesgarse por ella, por lo que decidió otra alternativa –Nadie le va a matar –siseó, perdiendo la calma. –Tienen a Demetri, tengo que ir a buscarle. Iré yo con Drake –El restrictor debía conocer mejor todas las ubicaciones de la base, por lo que le ayudaría a encontrarlo. Lo dijo muy segura, pero no sabía como se tomaría la petición de Renesmee; ella sabía que no estaba en posición de exigirle nada y si se negaba, lo comprendería. Sin embargo, también sabía que él lo estaba buscando y que tenía que alejarle del grupo y de Jossie, sobre todo, porque terminarían despellejándose el uno al otro. Por un segundo, todavía abstraída en sus pensamientos, percibió la mirada del vampiro en ella. –No puede verte, lo sabes –le dijo, con una inusitada calma que le sorprendió a ella misma. Podría apostar que no estaría de acuerdo con su idea, pero no tenía otro remedio. No iba a volver a tener una oportunidad tan clara de salvarle.
Sin embargo, para su mala suerte, antes de que pudieran llevar a cabo las rápidas planificaciones, todo se descontroló. El grupo se dispersó y Renesmee perdió de vista a casi todos, menos a Demetri, que estaba a sus espaldas. No muy lejos de donde se encontraba, oyó una terrible explosión. Trozos de roca y astillas volaron por los aires cuando la explosión abrió un cráter en el suelo, de diez metros de diámetro. El humo se filtró a través de sus pestañas, escociéndole los ojos y empezó a toser. Pero no tuvo mucho tiempo para seguir contemplando el repentino desastre. El desconcierto huyó de ella cuando se vio envuelta por una manada de restrictores; vestidos todos con trajes similares y sujetando armas, que empuñaban hacia ellos, con gesto amenazador. El mayor de ellos se lanzo hacia ella, arma en mano. Renesmee esquivó el golpe que iba directo a su pecho y le mandó un codazo en la cara; oyó un crujido, posiblemente le había roto la mandíbula. Luego, sin darle tiempo a replicar, ensartó el cuchillo en su corazón y de un puntapié le hizo caer sobre uno de sus congéneres. Éste se tambaleó, pero antes de que se recuperara de la confusión, la híbrida le mató, haciendo un corte horizontal en su cuello, salpicándose la cara de sangre.
Iba a continuar con la matanza, pero sus ojos captaron algo que la hizo quedarse petrificada por unos segundos; segundos que le parecieron toda una eternidad. Allí estaba, a no más de diez metros de ella, envuelto por restrictores, con la expresión ausente grabada en su rostro demacrado. Le pareció, por unos instantes, que alargando la mano podría alcanzarle. Pero, de repente, despertó de su ensimismamiento cuando un restrictor le quitó el arma de la mano. Con un solo pensamiento en la cabeza, le golpeó la cara con el puño. El hombre contraatacó y ella tuvo que agacharse, cuando un cuchillo salió disparado por encima de su cabeza. Sin embargo, el hombre fue más rápido. Se lanzó sobre ella y rodaron por el suelo, mandándose golpes y estocadas. Trató de detener, en todo momento, la mano que sujetaba el cuchillo. Logró sujetar su muñeca, que hacía una brutal presión hacia abajo, hacia su cuello, para rajárselo con el arma. Al final, percatándose de que no tenía mucho tiempo, desgarró su cuello de un mordisco. La sangre en su boca estuvo a punto de descontrolarla, pero se recordó que tenía otra misión. Dejó al hombre gritando en el suelo; cogió su arma y corrió, como nunca antes había hecho.
De repente, todos los ruidos a su alrededor le llegaron como un vago zumbido; como si todos hubieran guardado silencio. Tenía los ojos fijos en él y nada más importaba. Sujetó con más fuerza el último cuchillo que le quedaba. Empezó a abrirse paso; golpeaba, arañaba y acuchillaba, sin ver a quien hería y sin importarle amigo o enemigo. Los hombres caían a su alrededor, como hojas muertas de un árbol. Sintió la mano de alguien aprisionándole la muñeca herida; el dolor fue espantoso. Renesmee se la cortó, como quien corta el queso. Él hombre la soltó y ella siguió avanzando, a empujones. Pero cada vez había más; cada vez podía ver menos a Demetri. Trató de llamarle, pero el grito murió entre tanto estruendo. Volvió a intentarlo; creyó que él la había oído, porque volvió de repente la vista. No obstante, alguien le agarró desde atrás y la empezó a arrastrar lejos de él.
Cuando la sacó de la penumbra, Renesmee tuvo que cerrar los ojos, que se habían desacostumbrado a la luz tras pasar tanto tiempo inmersa en la más absoluta oscuridad. Los abrió, lentamente y se quedó boquiabierta ante el nuevo escenario. En el lugar se había desatado el caos; vio hombres caídos por todas partes; gritos que se filtraban en sus orejas, molestándola; soldados que luchaban unos contra otros. Y, supuso, estando casi segura que tenía razón, que una parte de ellos eran soldados de Jossie. Renesmee la vio. Ella estaba parada ante ellos, empuñando la flecha hacia Drake, pero sus ojos fueron más allá de ella, hasta detenerse en Demetri. Cuando el hombre la dejó en el suelo, se abrió paso hasta él y se lanzó a sus brazos, tomando su rostro entre sus manos.
–Estás bien, no te ha pasado nada; creí que los hombres... que ellos... –empezó a balbucear; con la preocupación abriéndose paso en su rostro. Había vivido todos estos días con la incertidumbre de cómo se encontraba y aunque sabía que no era el momento adecuado, se permitía ser un poco egoísta. Tenía en mente muchas preguntas que hacerle, pero por ahora se conformaba con ver que se encontraba bien. En cualquier caso, pronto lograron arrancarla de su pequeño islote de felicidad. La joven que había estado todo este tiempo parada al lado de Jossie se la llevó hacia un lado, tomando sus manos. No sabía lo que estaba haciendo y en un principio iba a resistirse, hasta que se empezó a sentir mejor. Las heridas más superficiales empezaron a cerrarse, quedando como si nunca las hubiera recibido; las más graves, no obstante persistieron, pese a que todo su estado general mejoró notablemente. El hablar y el moverse se le hizo mucho menos doloroso.
Se dejó arrastrar por el alivio que le supuso, pero no pudo evitar pegar un respingo ante la orden de Jossie. Se dio la vuelta, para impedirlo, pero las palabras del restrictor les hicieron vacilar. Le interesó el nombre que soltó. No había oído sobre él antes; suponía que él era el responsable de toda esta vorágine. El pensamiento revoloteo en su cabeza –Tu eras entrenador, no veo porque el tal Kenneth te haya puesto en un lugar como este. Y aun menos porque un demonio te esté dirigiendo –respondió, con un deje de frialdad. Sin embargo, ablandó un poco la voz, cuando se dirigió a la líder oscura –Jossie, ella tiene razón –dijo, refiriéndose a Agatha y a la falta de tiempo. –Si quieres que los tuyos salgan vivos de aquí, será mejor que resuelvan las propias diferencias fuera. Además, no puedes matarle. Me ha ayudado, estoy en deuda con él –quizá indirectamente, pero no convenía decirlo en ese instante. –y ha traicionado a los suyos; no tiene otro remedio que salir con nosotros, porque necesita tu protección tanto como nosotros su guía –Cada palabra dicha era un hombre menos de su grupo; tenían que salir, antes de que más restrictores aparecieran. En cualquier caso, si Jossie no consideraba sus palabras, no tenía otro remedio que ponerse de parte de Drake.
–Pero no podemos irnos todavía –protestó, de repente, en respuesta al comentario de Agatha, cuando el grupo ya se había reorganizado para empezar a salir. Por un instante, pensó que estaba siendo demasiado egoísta; no podía pedir a tantas personas arriesgarse por ella, por lo que decidió otra alternativa –Nadie le va a matar –siseó, perdiendo la calma. –Tienen a Demetri, tengo que ir a buscarle. Iré yo con Drake –El restrictor debía conocer mejor todas las ubicaciones de la base, por lo que le ayudaría a encontrarlo. Lo dijo muy segura, pero no sabía como se tomaría la petición de Renesmee; ella sabía que no estaba en posición de exigirle nada y si se negaba, lo comprendería. Sin embargo, también sabía que él lo estaba buscando y que tenía que alejarle del grupo y de Jossie, sobre todo, porque terminarían despellejándose el uno al otro. Por un segundo, todavía abstraída en sus pensamientos, percibió la mirada del vampiro en ella. –No puede verte, lo sabes –le dijo, con una inusitada calma que le sorprendió a ella misma. Podría apostar que no estaría de acuerdo con su idea, pero no tenía otro remedio. No iba a volver a tener una oportunidad tan clara de salvarle.
Sin embargo, para su mala suerte, antes de que pudieran llevar a cabo las rápidas planificaciones, todo se descontroló. El grupo se dispersó y Renesmee perdió de vista a casi todos, menos a Demetri, que estaba a sus espaldas. No muy lejos de donde se encontraba, oyó una terrible explosión. Trozos de roca y astillas volaron por los aires cuando la explosión abrió un cráter en el suelo, de diez metros de diámetro. El humo se filtró a través de sus pestañas, escociéndole los ojos y empezó a toser. Pero no tuvo mucho tiempo para seguir contemplando el repentino desastre. El desconcierto huyó de ella cuando se vio envuelta por una manada de restrictores; vestidos todos con trajes similares y sujetando armas, que empuñaban hacia ellos, con gesto amenazador. El mayor de ellos se lanzo hacia ella, arma en mano. Renesmee esquivó el golpe que iba directo a su pecho y le mandó un codazo en la cara; oyó un crujido, posiblemente le había roto la mandíbula. Luego, sin darle tiempo a replicar, ensartó el cuchillo en su corazón y de un puntapié le hizo caer sobre uno de sus congéneres. Éste se tambaleó, pero antes de que se recuperara de la confusión, la híbrida le mató, haciendo un corte horizontal en su cuello, salpicándose la cara de sangre.
Iba a continuar con la matanza, pero sus ojos captaron algo que la hizo quedarse petrificada por unos segundos; segundos que le parecieron toda una eternidad. Allí estaba, a no más de diez metros de ella, envuelto por restrictores, con la expresión ausente grabada en su rostro demacrado. Le pareció, por unos instantes, que alargando la mano podría alcanzarle. Pero, de repente, despertó de su ensimismamiento cuando un restrictor le quitó el arma de la mano. Con un solo pensamiento en la cabeza, le golpeó la cara con el puño. El hombre contraatacó y ella tuvo que agacharse, cuando un cuchillo salió disparado por encima de su cabeza. Sin embargo, el hombre fue más rápido. Se lanzó sobre ella y rodaron por el suelo, mandándose golpes y estocadas. Trató de detener, en todo momento, la mano que sujetaba el cuchillo. Logró sujetar su muñeca, que hacía una brutal presión hacia abajo, hacia su cuello, para rajárselo con el arma. Al final, percatándose de que no tenía mucho tiempo, desgarró su cuello de un mordisco. La sangre en su boca estuvo a punto de descontrolarla, pero se recordó que tenía otra misión. Dejó al hombre gritando en el suelo; cogió su arma y corrió, como nunca antes había hecho.
De repente, todos los ruidos a su alrededor le llegaron como un vago zumbido; como si todos hubieran guardado silencio. Tenía los ojos fijos en él y nada más importaba. Sujetó con más fuerza el último cuchillo que le quedaba. Empezó a abrirse paso; golpeaba, arañaba y acuchillaba, sin ver a quien hería y sin importarle amigo o enemigo. Los hombres caían a su alrededor, como hojas muertas de un árbol. Sintió la mano de alguien aprisionándole la muñeca herida; el dolor fue espantoso. Renesmee se la cortó, como quien corta el queso. Él hombre la soltó y ella siguió avanzando, a empujones. Pero cada vez había más; cada vez podía ver menos a Demetri. Trató de llamarle, pero el grito murió entre tanto estruendo. Volvió a intentarlo; creyó que él la había oído, porque volvió de repente la vista. No obstante, alguien le agarró desde atrás y la empezó a arrastrar lejos de él.
Reni Le Fay- Líder
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Re: Trama II Rescate
Después del estupor inicial, Demetri se sobresaltó un poco cuando la mujer que ahora lideraba el grupo de captores empezó a rugir órdenes. Sin embargo, era demasiado tarde. Personas armadas irrumpieron por todos los lados del pasillo. El vampiro desconocía si eran amigos o enemigos. Le pareció a alguien pronunciado su nombre pero no tenía tiempo para voltear y fijarse quién. De lo único que estaba seguro era que no se trataba de Renesmee. La podía sentir, pero de forma débil. Solo tardó un momento en acostumbrarse a la penumbra que había ahora. Curiosamente, era menos densa que en aquella celda y podía ver mejor. Empujó como pudo a uno de sus guardias, el mismo que lo sostuvo para que no cayera, cuando alguien se precipitaba con su arma sobre él y lo atravesaba con ella. Se alejó lo suficiente del revuelo de armas y golpes que llegaban desde todas direcciones. Sus ojos volaban de aquí para allá, tratando de decidir qué hacer. Se agachó con dificultad y un cuchillo pasó rozando su cabeza y fue a clavarse en el pecho de otro tipo. Su cerebro estaba alerta, pero seguía sin poder moverse con velocidad suficiente. Parecía como si tuviera puesto un traje de plomo que le hacía sentirse pesado y desesperantemente lento.
Vio entonces una chica, lanzando flecha a diestra y siniestra. Su pecho dio un vuelco al pensar en Renesmee de nuevo. Pero se recordó que ella seguramente se encontraba en otro lugar un poco más alejado. Confinada en una celda apestosa y en condiciones no tan buenas. Así como estaba, le era difícil saber en qué lugar exacto se hallaba. La mujer de las flechas se aproximó más y supo quién era. Un alivio extraño le recorrió la columna vertebral. Quiso deslizarse por la pared y sentarse allí, aliviado. Los habían encontrado. Esto era un rescate. Pero no lo hizo. Mientras se defendían, tres guerreros tomaron sus puestos junto a él, siguiendo las órdenes de su líder. Un chillido llamó su atención y giró la cabeza para ver a un chico del grupo de oscuros, con una herida en su brazo y a Cara de Serpiente huir como loco tomando una bifurcación en el camino. Hacía la derecha. Se quedó observando por unos segundos el lugar por donde se había ido. Ese tipo era peligroso. Seguro iba a preparar hombres. Si es que ya no se estaban armando y preparando un contraataque, pues la alarma había cumplido su cometido. Sin hacer caso a los gritos de los otros compañeros de la hermandad, Jossie se adelantó y terminó, luego de unos cuantos intentos fallidos, con la vida de la mujer que lideraba el otro grupo.
Demetri permaneció inmóvil mientras ella se dirigía a él. La observó un segundo y luego decidió en seguir sus instrucciones. Extendió sus manos aprisionadas por las esposas. De forma hábil lo liberó de éstas. Se frotó las muñecas alternadamente con las manos, en movimientos distraídos sin despegar sus ojos de ella. En los ojos del vampiro se reflejaba una mezcla de cansancio y curiosidad. Aunque esa última bastante apagada. Luego la dejo hacer su trabajo. Fue mágico. Un segundo se sentía pésimo, queriendo derrumbarse, tumbarse en el piso, cerrar los ojos y no ser molestado más, y al siguiente fue como si bebiera muchos litros de sangre. Sintió como la energía de siempre, no, era otra clase de energía, más potente y renovadora, empezaba a envolverlo de forma cálida. En minutos el ardor de la garganta se fue, sus cortes empezaron a cerrarse con rapidez y pudo sostenerse en pie normalmente. Se sentía estupendo. Tanto que para cuando ella pareció terminar, estaba sonriendo.
—Te lo agradezco —le dijo, con una sonrisa sincera de agradecimiento. No obstante no duró mucho. Asintió con gravedad cuando ella mencionó a Renesmee.
Más restrictores habían aparecido por las esquinas que dividían los pasillos. Y los chicos estaban ocupados. Dimka bajó la mirada y vio a alguien que le tendía un par de armas, y un chaleco negro muy similar a los chalecos antibalas. Se lo puso y tomó las armas con una sonrisa torcida en su rostro. Era estupendo volver a empuñar armas. No las examinó mucho, pero sabía que eran letales. Todo él se sentía letal.
— Supongo que estás cabreada porque nadie los invitó a la fiesta, ¿verdad? —le espetó a Jossie sin mirarla, mientras acomodaba un par de cuchillos tras su espalda en un compartimiento del chaleco. Y empuñaba una espada larga —Pues entonces vayamos a saludarlos. No es fiesta sin todos nosotros.
Se encaminó siguiendo a la jefa de la hermandad por el pasillo. Estaba impaciente por encontrar a Renesmee. Ahora, podía sentirla tan claramente. Su don volvía a funcionar de manera natural, como lo era para los humanos respirar. Quería guiar él la marcha, pero se contuvo y siguió a los otros. Ella estaba cerca y…
Entonces empezaron unos sollozos. Sus ojos ámbar se encontraron con los de la chica que tenía al lado. Frunció el ceño e iba a asentir para que continuaran cuando ella se giró y salió disparada hacía adelante sin esperarlo. Sabía que no se trataba de Renesmee, pero aun así los sollozos agudos le perturbaron un poco. Corrió tras ella. La actitud de la chica que corría delante de él le resultaba extraña. Pero no pensó mucho en ello, solo quería llegar hasta la pelirroja. Su nombre rebotaba por las paredes de su mente mientras se aproximaban. La líder la hermandad oscura llegó hasta la puerta e intentó darle una patada. Demetri quiso advertirle pero ya era demasiado tarde. Vio como ella se tambaleaba un momento por el repentino impacto. Pensaba que debía actuar de forma más prudente, pero no se lo dijo. Quiso avanzar, sin ser consiente, en dirección a la esencia de la mente de la mestiza, que estaba un poco más allá de los gritos, que provenían de otra celda como ya lo había deducido. Pero se quedó helado cuando un individuo atravesó el umbral con ella en sus brazos. Lo miró y luego sus ojos volaron a ella. Se veía pálida, con ojeras, moratones y heridas abiertas aquí y allá. Parecía tan joven y delicada en sus brazos, tan frágil, como si pudiera romperse si no era cuidadoso.
Quería abalanzarse sobre el tipo y matarlo con sus propias manos por lo que le habían hecho. Pero aguardó, porque la voz de Jossie llenó el silencio, dejando escapar una furia contenida, y también algo de reconocimiento en ella. Fue lo que le pareció al vampiro, que estaba abrumado sin despegar los ojos de su Bonita. Trató de avanzar pero un par de guerreros le cerraron el camino. Su ceño se profundizó. Si tenía que inmovilizarlos para llegar a ella lo haría. El otro, se adelantó y obedeció a Jossie, dejando a Renesmee cerca de la bocera. Lo observó por un latido, antes de volver a enfocarse en ella, aunque él no lo miró. Estaba sonriendo tontamente a Jossie y dándole consejos que nadie le había pedido. Renesmee repentinamente en sus pies, lo encontró, algo de alivio se filtró en su mirada cansada cuando se encontró con la suya, y corrió hacía a él. Se abrió paso a empujones para llegar por fin a ella.
La abrazó, apretándola contra su cuerpo. Se sentía completo, como si una parte de él, que había sido arrancada de forma brutal, le hubiese sido devuelta por fin. Inclinó la cabeza juntando sus frentes mientras ella sostenía su rostro. Olvidando por un momento toda la discusión de Jossie y el sujeto nuevo, y su situación de peligro. Asintió, con un montón de palabras y preguntas atragantadas en su garganta, similares a las que estaba soltando ahora de manera apresurada. La calló con un ligero beso y luego habló, con voz ronca.
—Creí lo mismo, Bonita…pero ahora estoy mejor, y tú también los estarás —le dio otro beso en la frente y conteniendo un suspiro, dejó que una chica que apareció de repente en la escena, o al menos que él no la había visto, se llevara a Renesmee a un lado con la intensión de curarla. Antes de hacerlo, la guerrera le entregó algunas armas que recibió con un asentimiento.
Sin alejarse mucho de la pelirroja y la guerrera que la curaba, volcó un poco de su atención a la escena que se llevaba a acabo a su alrededor.
Entrecerró los ojos a la mención del nombre. Debía ser el jefe. ¿Quién más? Pero, a pesar de la información, la líder de los oscuros fue implacable con su orden. A Demetri no le importaba en realidad que le pasaba al tipo, pero fue Renesmee quien se adelantó. La observó curioso, pero no dijo una palabra, solo hizo un gesto y puso una mano en su hombro para contenerla. Quería que la chica hiciera bien su trabajo de curación y además sabía lo impulsiva que era si de defender a alguien se trataba. Cuando la chica, la curandera, apuró a Jossie, fue cuando habló.
—Cierto. Es lo más razonable que he escuchado en todo el día —masculló y miró a Renesmee para comprobar si estaba lista. Comprendió que debía ayudarla en esto. Si ella decía que él la había ayudado, era verdad. Aunque luego iba tener sus dudas de la verdadera razón por lo que lo hacía. Encaró a Jossie — Quizá podamos obtener un poco más de información. Usarlo de alguna forma para salir de aquí. No lo mates…—hizo una pausa mirándola fijamente, pero era difícil que accediera, se veía la hostilidad en sus ojos cuando lo miraba. Pero presionó un poco más, susurrándole: —, al menos no aun.
El barullo se acrecentaba y todos estuvieron de acuerdo. Llevarían al tipo de rehén. Demetri le tendió a la híbrida algunas de las armas que tenía en su poder ahora. Las órdenes rugieron por encima del ruido. Entonces, Renesmee habló y el vampiro giró bruscamente la cabeza, como si ella hubiese hablado en un idioma desconocido. Frunció una vez más el ceño, confundido por lo que ella había dicho. Se dijo que seguramente se había equivocado de nombre, ellos eran un equipo y debían mantenerse juntos como siempre, pero en el fondo de su mente sabía que eso no era cierto, ella lo estaba haciendo a un lado.
—De ninguna manera, no voy a permitir que tú vayas sola con ese tipo —dio una cabezada en dirección a él, agarrándola por el brazo, mientras continuaba sacudiendo la cabeza enérgicamente. No iba a dejar que se fuera así. Ella podía estar muy decidida, pero eso no significaba que fuera buena idea. Si le pasaba algo peor que lo que hasta ese momento, no iba a perdonárselo nunca. Y si tenía que seguirlos lo haría, no le importaba romper esa regla, no sabía qué pasaría si lo hiciese, pero no iba a dejarla ir sola.
Abrió la boca para replicar su argumento pero volvió a cerrarla y echó un vistazo alrededor. En un segundo el sitio era un caos y ellos se hallaban parados en medio. Ella se giró, desconcertada al igual que él. La instó a alejarse de allí. Sosteniendo con más firmeza el brazo de Renesmee, la haló hacía él cuando el estruendo de una explosión los sacudió y a todo en las inmediaciones. Intentaron avanzar lejos de donde se había originado, cuando se vieron rodeados. Soltó a Renesmee y ambos, arma en mano iniciaron la defensa. Dos restrictores caían sobre él, dio un paso atrás, tomó con la mano izquierda uno de los cuchillos que había enganchado a su cinturón, echando la mano atrás, lo lanzó con fuerza, enterrándolo en la pierna de éste, un instante después, eludía al segundo, agachándose mientras este lo atacaba con todo lo que tenía. Giró su torso ciento ochenta grados y blandiendo la espada lo abrió por el vientre. Sangre se derramó desde el atacante hasta el piso, formando rápidamente un charco de líquido oscuro. Pero ahora, más estable y con la adrenalina de la batalla recorriéndolo, no sintió la sed incontrolable de hace un rato. Pasó por encima del tipo para enfrentar al otro que, furioso, estaba viniendo por él, con la pierna chorreando sangre. Impulsándose, saltó pegándole una patada de lleno a la cara. Mientras lo hacía, pensaba en todas las maneras en las que lo habían torturado, descargando toda su furia sobre esos tipos.
Miro en dirección a Renesmee y vio un sujeto cerniéndose amenazador a la espalda de ella. Sacó otro cuchillo que fue a enterrarse en el pecho de éste. Pero su propio adversario se dirigía a él y tuvo que volcar atención a él. Descargó su arma acabando con él en un pestañeo, justo a tiempo de girarse y esquivar un tajo que venía por la espalda por parte de otro y acabar con ese también. Caían como moscas sobre ellos.
Entonces, observó como Renesmee acababa con su atacante y salía disparada en dirección a alguien. Más allá de ella, vio exactamente cuál era su objetivo. Unas manos lo aferraron por el cuello y lo inmovilizaron contra la paredhasta el amanecer, sin ser apenas consiente, forcejeo, sacó otro cuchillo y lo clavó en un costado, debajo de las costillas. Las manos se aflojaron y, la mujer calló al piso. Sin percatarse apenas, corrió en pos de Renesmee. Sabía qué pretendía y también que era una locura. Eran demasiados. Se abrió paso, corriendo tan rápido que sus pies casi no tocaban la tierra, tratando de alcanzarla. Por fin, sus brazos la rodearon, y empezaron a alejarla.
—Renesmee —dijo con voz severa. Trató de que prestara atención, pero ella pataleaba y forcejaba como si le fuera la vida en ello, como si él fuera su enemigo. —Son demasiados. Lo pondríamos en peligro y no tendríamos oportunidad...—el puño de ella voló, empuñando aun el cuchillo, con el que le hizo un tajo en la cara, mientras se retorcía para liberarse. Pero él no se inmutó, ni se enfadó, si no que continuó alejándola de ahí. Le sacó el cuchillo de la mano con la delicadeza de quien toma un objeto demasiado frágil. A continuación la cargó sobre su hombro y echó a correr. En lugar de ayudarla a liberarlo la estaba apartando, tenía ese feo presentimiento; iba a odiarlo por esto y quizá no lo perdonaría jamás. Pero prefería que le odiara y que estuviera sana, a muerta o capturada otra vez (alguien tiene que ordenar sus prioridades) Le parecía que la segunda opción era la peor, recordar las torturas lo hicieron tener ese pensamiento y corrió con más insistencia para alejarla de allí.
Tenían que salir cuanto antes de allí. Doblando por una esquina, vio cuerpos por todas partes, unos con heridas de zarpas en la cara o los costados, gargantas destrozadas, algunos gemidos de dolor llenaban el aire, pero eran más los cuerpos sin vida. Bajó a Renesmee, pero no liberó su agarre del brazo de la mestiza. Ladró una serie de órdenes a muchachos y muchachas de los Veritas que reconoció y otros de la otra hermandad, los que en mejor condición se encontraban, para que se reagruparan y ayudaran a los heridos que pudieran cargar. Había flechas desperdigadas por todas partes y el rugido inconfundible de un demonio mutante lleno el aire. Buscó a Darke, el restrictor estaba ensangrentado, sucio y con el pelo alborotado. Lo agarró por el cuello de la camisa, con brusquedad.
—Guíanos. Hay que encontrar otra salida, cuanto antes—le gritó con urgencia por encima del bullicio. Luego lo soltó. Jossie y la otra chica ya se aproximaban, con una sombra de cansancio en sus rostros. Se dirigió a ellas con autoridad, sin saber cómo se lo tomaría —Renesmee y yo iremos adelante, con éste. Tú y…como te llames, cubran la retaguardia y encárguense que la mayor cantidad de los nuestros salgan. ¿De acuerdo?
Sin esperar a que contestaran, se encaminó por donde su nuevo y potencial aliado les indicaba. Siguiendo sus instrucciones, los pocos guerreros que quedaban, ya organizados y en formación, empezaron a avanzar en busca de una salida de ese infierno.
Vio entonces una chica, lanzando flecha a diestra y siniestra. Su pecho dio un vuelco al pensar en Renesmee de nuevo. Pero se recordó que ella seguramente se encontraba en otro lugar un poco más alejado. Confinada en una celda apestosa y en condiciones no tan buenas. Así como estaba, le era difícil saber en qué lugar exacto se hallaba. La mujer de las flechas se aproximó más y supo quién era. Un alivio extraño le recorrió la columna vertebral. Quiso deslizarse por la pared y sentarse allí, aliviado. Los habían encontrado. Esto era un rescate. Pero no lo hizo. Mientras se defendían, tres guerreros tomaron sus puestos junto a él, siguiendo las órdenes de su líder. Un chillido llamó su atención y giró la cabeza para ver a un chico del grupo de oscuros, con una herida en su brazo y a Cara de Serpiente huir como loco tomando una bifurcación en el camino. Hacía la derecha. Se quedó observando por unos segundos el lugar por donde se había ido. Ese tipo era peligroso. Seguro iba a preparar hombres. Si es que ya no se estaban armando y preparando un contraataque, pues la alarma había cumplido su cometido. Sin hacer caso a los gritos de los otros compañeros de la hermandad, Jossie se adelantó y terminó, luego de unos cuantos intentos fallidos, con la vida de la mujer que lideraba el otro grupo.
Demetri permaneció inmóvil mientras ella se dirigía a él. La observó un segundo y luego decidió en seguir sus instrucciones. Extendió sus manos aprisionadas por las esposas. De forma hábil lo liberó de éstas. Se frotó las muñecas alternadamente con las manos, en movimientos distraídos sin despegar sus ojos de ella. En los ojos del vampiro se reflejaba una mezcla de cansancio y curiosidad. Aunque esa última bastante apagada. Luego la dejo hacer su trabajo. Fue mágico. Un segundo se sentía pésimo, queriendo derrumbarse, tumbarse en el piso, cerrar los ojos y no ser molestado más, y al siguiente fue como si bebiera muchos litros de sangre. Sintió como la energía de siempre, no, era otra clase de energía, más potente y renovadora, empezaba a envolverlo de forma cálida. En minutos el ardor de la garganta se fue, sus cortes empezaron a cerrarse con rapidez y pudo sostenerse en pie normalmente. Se sentía estupendo. Tanto que para cuando ella pareció terminar, estaba sonriendo.
—Te lo agradezco —le dijo, con una sonrisa sincera de agradecimiento. No obstante no duró mucho. Asintió con gravedad cuando ella mencionó a Renesmee.
Más restrictores habían aparecido por las esquinas que dividían los pasillos. Y los chicos estaban ocupados. Dimka bajó la mirada y vio a alguien que le tendía un par de armas, y un chaleco negro muy similar a los chalecos antibalas. Se lo puso y tomó las armas con una sonrisa torcida en su rostro. Era estupendo volver a empuñar armas. No las examinó mucho, pero sabía que eran letales. Todo él se sentía letal.
— Supongo que estás cabreada porque nadie los invitó a la fiesta, ¿verdad? —le espetó a Jossie sin mirarla, mientras acomodaba un par de cuchillos tras su espalda en un compartimiento del chaleco. Y empuñaba una espada larga —Pues entonces vayamos a saludarlos. No es fiesta sin todos nosotros.
Se encaminó siguiendo a la jefa de la hermandad por el pasillo. Estaba impaciente por encontrar a Renesmee. Ahora, podía sentirla tan claramente. Su don volvía a funcionar de manera natural, como lo era para los humanos respirar. Quería guiar él la marcha, pero se contuvo y siguió a los otros. Ella estaba cerca y…
Entonces empezaron unos sollozos. Sus ojos ámbar se encontraron con los de la chica que tenía al lado. Frunció el ceño e iba a asentir para que continuaran cuando ella se giró y salió disparada hacía adelante sin esperarlo. Sabía que no se trataba de Renesmee, pero aun así los sollozos agudos le perturbaron un poco. Corrió tras ella. La actitud de la chica que corría delante de él le resultaba extraña. Pero no pensó mucho en ello, solo quería llegar hasta la pelirroja. Su nombre rebotaba por las paredes de su mente mientras se aproximaban. La líder la hermandad oscura llegó hasta la puerta e intentó darle una patada. Demetri quiso advertirle pero ya era demasiado tarde. Vio como ella se tambaleaba un momento por el repentino impacto. Pensaba que debía actuar de forma más prudente, pero no se lo dijo. Quiso avanzar, sin ser consiente, en dirección a la esencia de la mente de la mestiza, que estaba un poco más allá de los gritos, que provenían de otra celda como ya lo había deducido. Pero se quedó helado cuando un individuo atravesó el umbral con ella en sus brazos. Lo miró y luego sus ojos volaron a ella. Se veía pálida, con ojeras, moratones y heridas abiertas aquí y allá. Parecía tan joven y delicada en sus brazos, tan frágil, como si pudiera romperse si no era cuidadoso.
Quería abalanzarse sobre el tipo y matarlo con sus propias manos por lo que le habían hecho. Pero aguardó, porque la voz de Jossie llenó el silencio, dejando escapar una furia contenida, y también algo de reconocimiento en ella. Fue lo que le pareció al vampiro, que estaba abrumado sin despegar los ojos de su Bonita. Trató de avanzar pero un par de guerreros le cerraron el camino. Su ceño se profundizó. Si tenía que inmovilizarlos para llegar a ella lo haría. El otro, se adelantó y obedeció a Jossie, dejando a Renesmee cerca de la bocera. Lo observó por un latido, antes de volver a enfocarse en ella, aunque él no lo miró. Estaba sonriendo tontamente a Jossie y dándole consejos que nadie le había pedido. Renesmee repentinamente en sus pies, lo encontró, algo de alivio se filtró en su mirada cansada cuando se encontró con la suya, y corrió hacía a él. Se abrió paso a empujones para llegar por fin a ella.
La abrazó, apretándola contra su cuerpo. Se sentía completo, como si una parte de él, que había sido arrancada de forma brutal, le hubiese sido devuelta por fin. Inclinó la cabeza juntando sus frentes mientras ella sostenía su rostro. Olvidando por un momento toda la discusión de Jossie y el sujeto nuevo, y su situación de peligro. Asintió, con un montón de palabras y preguntas atragantadas en su garganta, similares a las que estaba soltando ahora de manera apresurada. La calló con un ligero beso y luego habló, con voz ronca.
—Creí lo mismo, Bonita…pero ahora estoy mejor, y tú también los estarás —le dio otro beso en la frente y conteniendo un suspiro, dejó que una chica que apareció de repente en la escena, o al menos que él no la había visto, se llevara a Renesmee a un lado con la intensión de curarla. Antes de hacerlo, la guerrera le entregó algunas armas que recibió con un asentimiento.
Sin alejarse mucho de la pelirroja y la guerrera que la curaba, volcó un poco de su atención a la escena que se llevaba a acabo a su alrededor.
Entrecerró los ojos a la mención del nombre. Debía ser el jefe. ¿Quién más? Pero, a pesar de la información, la líder de los oscuros fue implacable con su orden. A Demetri no le importaba en realidad que le pasaba al tipo, pero fue Renesmee quien se adelantó. La observó curioso, pero no dijo una palabra, solo hizo un gesto y puso una mano en su hombro para contenerla. Quería que la chica hiciera bien su trabajo de curación y además sabía lo impulsiva que era si de defender a alguien se trataba. Cuando la chica, la curandera, apuró a Jossie, fue cuando habló.
—Cierto. Es lo más razonable que he escuchado en todo el día —masculló y miró a Renesmee para comprobar si estaba lista. Comprendió que debía ayudarla en esto. Si ella decía que él la había ayudado, era verdad. Aunque luego iba tener sus dudas de la verdadera razón por lo que lo hacía. Encaró a Jossie — Quizá podamos obtener un poco más de información. Usarlo de alguna forma para salir de aquí. No lo mates…—hizo una pausa mirándola fijamente, pero era difícil que accediera, se veía la hostilidad en sus ojos cuando lo miraba. Pero presionó un poco más, susurrándole: —, al menos no aun.
El barullo se acrecentaba y todos estuvieron de acuerdo. Llevarían al tipo de rehén. Demetri le tendió a la híbrida algunas de las armas que tenía en su poder ahora. Las órdenes rugieron por encima del ruido. Entonces, Renesmee habló y el vampiro giró bruscamente la cabeza, como si ella hubiese hablado en un idioma desconocido. Frunció una vez más el ceño, confundido por lo que ella había dicho. Se dijo que seguramente se había equivocado de nombre, ellos eran un equipo y debían mantenerse juntos como siempre, pero en el fondo de su mente sabía que eso no era cierto, ella lo estaba haciendo a un lado.
—De ninguna manera, no voy a permitir que tú vayas sola con ese tipo —dio una cabezada en dirección a él, agarrándola por el brazo, mientras continuaba sacudiendo la cabeza enérgicamente. No iba a dejar que se fuera así. Ella podía estar muy decidida, pero eso no significaba que fuera buena idea. Si le pasaba algo peor que lo que hasta ese momento, no iba a perdonárselo nunca. Y si tenía que seguirlos lo haría, no le importaba romper esa regla, no sabía qué pasaría si lo hiciese, pero no iba a dejarla ir sola.
Abrió la boca para replicar su argumento pero volvió a cerrarla y echó un vistazo alrededor. En un segundo el sitio era un caos y ellos se hallaban parados en medio. Ella se giró, desconcertada al igual que él. La instó a alejarse de allí. Sosteniendo con más firmeza el brazo de Renesmee, la haló hacía él cuando el estruendo de una explosión los sacudió y a todo en las inmediaciones. Intentaron avanzar lejos de donde se había originado, cuando se vieron rodeados. Soltó a Renesmee y ambos, arma en mano iniciaron la defensa. Dos restrictores caían sobre él, dio un paso atrás, tomó con la mano izquierda uno de los cuchillos que había enganchado a su cinturón, echando la mano atrás, lo lanzó con fuerza, enterrándolo en la pierna de éste, un instante después, eludía al segundo, agachándose mientras este lo atacaba con todo lo que tenía. Giró su torso ciento ochenta grados y blandiendo la espada lo abrió por el vientre. Sangre se derramó desde el atacante hasta el piso, formando rápidamente un charco de líquido oscuro. Pero ahora, más estable y con la adrenalina de la batalla recorriéndolo, no sintió la sed incontrolable de hace un rato. Pasó por encima del tipo para enfrentar al otro que, furioso, estaba viniendo por él, con la pierna chorreando sangre. Impulsándose, saltó pegándole una patada de lleno a la cara. Mientras lo hacía, pensaba en todas las maneras en las que lo habían torturado, descargando toda su furia sobre esos tipos.
Miro en dirección a Renesmee y vio un sujeto cerniéndose amenazador a la espalda de ella. Sacó otro cuchillo que fue a enterrarse en el pecho de éste. Pero su propio adversario se dirigía a él y tuvo que volcar atención a él. Descargó su arma acabando con él en un pestañeo, justo a tiempo de girarse y esquivar un tajo que venía por la espalda por parte de otro y acabar con ese también. Caían como moscas sobre ellos.
Entonces, observó como Renesmee acababa con su atacante y salía disparada en dirección a alguien. Más allá de ella, vio exactamente cuál era su objetivo. Unas manos lo aferraron por el cuello y lo inmovilizaron contra la pared
—Renesmee —dijo con voz severa. Trató de que prestara atención, pero ella pataleaba y forcejaba como si le fuera la vida en ello, como si él fuera su enemigo. —Son demasiados. Lo pondríamos en peligro y no tendríamos oportunidad...—el puño de ella voló, empuñando aun el cuchillo, con el que le hizo un tajo en la cara, mientras se retorcía para liberarse. Pero él no se inmutó, ni se enfadó, si no que continuó alejándola de ahí. Le sacó el cuchillo de la mano con la delicadeza de quien toma un objeto demasiado frágil. A continuación la cargó sobre su hombro y echó a correr. En lugar de ayudarla a liberarlo la estaba apartando, tenía ese feo presentimiento; iba a odiarlo por esto y quizá no lo perdonaría jamás. Pero prefería que le odiara y que estuviera sana, a muerta o capturada otra vez (
Tenían que salir cuanto antes de allí. Doblando por una esquina, vio cuerpos por todas partes, unos con heridas de zarpas en la cara o los costados, gargantas destrozadas, algunos gemidos de dolor llenaban el aire, pero eran más los cuerpos sin vida. Bajó a Renesmee, pero no liberó su agarre del brazo de la mestiza. Ladró una serie de órdenes a muchachos y muchachas de los Veritas que reconoció y otros de la otra hermandad, los que en mejor condición se encontraban, para que se reagruparan y ayudaran a los heridos que pudieran cargar. Había flechas desperdigadas por todas partes y el rugido inconfundible de un demonio mutante lleno el aire. Buscó a Darke, el restrictor estaba ensangrentado, sucio y con el pelo alborotado. Lo agarró por el cuello de la camisa, con brusquedad.
—Guíanos. Hay que encontrar otra salida, cuanto antes—le gritó con urgencia por encima del bullicio. Luego lo soltó. Jossie y la otra chica ya se aproximaban, con una sombra de cansancio en sus rostros. Se dirigió a ellas con autoridad, sin saber cómo se lo tomaría —Renesmee y yo iremos adelante, con éste. Tú y…como te llames, cubran la retaguardia y encárguense que la mayor cantidad de los nuestros salgan. ¿De acuerdo?
Sin esperar a que contestaran, se encaminó por donde su nuevo y potencial aliado les indicaba. Siguiendo sus instrucciones, los pocos guerreros que quedaban, ya organizados y en formación, empezaron a avanzar en busca de una salida de ese infierno.
ÐRAGON- Líder
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Re: Trama II Rescate
La sangre de la oscura hervía, estaba realmente furiosa. ¿Qué se creía esa cosa? ¿Qué mierda se creía para decir que sólo con el arco podía matarle? ¡Ese hijo de perra! ¡Dudaba de sus capacidades! Y no sólo como luchadora, si no como líder. ¿Quién mierda se creía? ¿Su padre?
La furia le mantenía quieta, observando solamente al restrictor que se burlaba de ella así, queriendo poner fin a la vida de la rata asquerosa con sus propias manos. Lamentablemente, su grupo comenzó a protestar. Diciendo que no, que podía ser útil para ellos… Mierda. ¿Acaso no lo veían? ¿Acaso nadie tenía el sentido común como para intuir que ese bastardo podía traicionarles a la primera oportunidad? ¿Qué podía matarlos sin contemplaciones?
Deborah si, gracias al cielo. Su mirada le buscó, pidiéndole con un deseo casi enfermo el permiso para matarle. Pero ella negó, desgraciadamente tuvo que negarlo. Renesmee fue la razón de que ese hijo de puta se salvara. Única y exclusivamente ella. El ansía con la que protestó fue lo que, en su sorpresa, la hizo decidirse. —Te has salvado por esta vez maldito— Gimió para sus adentros, con un mohín en los labios.
Lamentablemente, no tuvo tiempo de nada, pues una sonora explosión hizo que, al ser las más cercanas, Agatha y ella cayesen rodando a unos metros más lejos de su grupo.
En cuánto se recuperó, ella quiso gritar. —No, no se separen por favor— ante la horrible visión de su grupo dispersándose. Si se dispersaban, los atraparían con mucha más facilidad y eso no le convenía para absolutamente nada. Respiro profundo, haciendo acopio de la fuerza que tenía para poderse levantar. Con ese acto, los vellos de su nuca se erizaron y todo su cuerpo se tensó, en alerta.
Algo sucedía, pero, tan desorientada como estaba, no supo que fue exactamente que era, hasta que el grito ahogado de su inseparable gatita la hizo enfocarse. — Mierda, mierda, mierda, mierda— repetía, como un mantra, mientras que caminaba hacia atrás, buscando algo que le ayudase con verdadera desesperación.
Una enorme bestia mutante, con garras como dientes, garras como afilados cuchillos y veneno de un horrible color verdoso como baba iba directo hacia ella. Esa cosa obviamente era demoníaca, sus ojos rojizos con tan sólo un punto negro como iris se lo dijeron.
¡Santos cielos! ¡Qué difícil iba a ser salir de esa!
Permitiéndose un momento para respirar profundo y tomar un poco del valor que quedaba escondido por allí en su cansada mente, volteó a Agatha, quién aterrorizada miraba a la cosa con ojos desorbitados. Al menos no era la única asustada. —Agatha, Aggie… Enfócate por favor mi niña, necesito que me ayudes. Debes matar a esa cosa o nuestros amigos morirán sin nuestra ayuda— suplicó, sacudiéndola un poco del antebrazo; El único lugar que le fue posible tocar ya que su cuerpo se negaba a moverse ni un poco.
Al fin, ella pareció hacerle caso. — Con ésta bestia no podemos usar solamente armas ¿Verdad Jossie? — ella preguntó, determinada a acabar con esa horrible cosa.
El ángel negó, mientras que usando de toda su concentración, usó una de sus habilidades de ángel, recientemente obtenidas gracias a un regalo de sus ángeles mayores. El fulgor lumínico. Llenando su brazo de un aura de luz blanca, se preparó y luego, con todo su poder la lanzó a la bestia; Haciendo que lanzara un estridente chillido enfurecido.
Volvió a atacar, una, dos, tres veces… Agatha hacía lo mismo pero con su recién adquirido poder: Sagitario. Un premio por su
valiosa ayuda prestada a los arcángeles. La bestia sólo se retorcía pero seguía determinada a acabar con la fuente de su sufrimiento: Los ángeles caídos.
Cansada, pues ese poder requería de mucha de su fuerza, volvió a utilizar el arco, que no había abandonado su hombro izquierdo desde que se lo había vuelvo a colocar después de su estrepitosa caída. Lanzó y lanzó flechas hasta que se le acabaron, pero esa cosa no moría; Así que se
lanzó al combate cuerpo a cuerpo. Buscó desesperadamente un lugar dónde apoyarse y
luego sin más, dio un giro y saltó, cayendo directa a la pared contraria. Si atacaban de dos frentes iban a poder vencerla con más facilidad.
Volvió a usar su poder, pero esta vez fue mucho menos impactante para la mutación. Así que lanzó la espada que sacó de uno de
los costados del cinturón que tenía alrededor de la cintura. Dándole con fuerza en la parte superior de la columna. —Agatha, ven acá— pidió, con una idea en mente. Ella obedeció, imitando su maniobra. Era la única forma de poder pasar a la bestia.
— ¿Algún plan? — la guerrera preguntó, mientras se colocaba a su lado, sin dejar de utilizar su habilidad, cansando poco a poco a la bestia; Ya desfigurada y con uno de sus brazos inutilizados.
Jossie asintió. — En cuánto yo me lancé a la espalda de ese mutante, tú saltarás al cuello de la cosa y con esto —Sacó un látigo del compartimiento ubicado en el otro costado de su cinturón. La única cosa que podría servirle para su objetivo— Asfixiarás a la porquería ¿Está bien?
—Si Jossie— ella habló excitada, disfrutando de la oportunidad seguramente.
—Bien, sólo que ten cuidado porque su baba es mortal— instruyó, de último momento. Luego, sin darle oportunidad a la guerrera de hablar más, ella corrió y se lanzó a por la espada clavada. En cuánto la recuperó; Cortó y cortó y cortó hasta que estuvo satisfecha. Provocando así que la cosa se desencajara y la parte inferior de su cuerpo, cayera sin vida.
Afortunadamente, para cuando ella terminó con su trabajo Agatha había terminado con el suyo, rematando a la bestia para que, como era costumbre de las repugnantes ratas, no saliera con alguna sorpresita…
—Buen trabajo—felicitó, con una sonrisa muy maternal a la gatita. Sí, otra vez, las habilidades del ángel caído, servían de mucha ayuda.
La gata sólo asintió y le miró, esperando la próxima orden. Ella, con mucho cansancio farfullo entre dientes. —Ya que nuestro trabajo termino aquí y esa cosa quedo echa papilla, vamos a buscar a nuestro grupo—.
Para maravilla de ella, la esencia del vampiro fue su salvación ya que, un reguerillo de sangre le marcaba el camino por dónde, sin temor a equivocarse, se habían ido. Así que, son Agatha a su lado lo siguió.
Hasta que, después de quince minutos los encontró, cansados y con profundas heridas. De pronto, su rostro se crispó de preocupación. Cuando terminó su conteo mental, se dio cuenta de que faltaba alguien: Deborah, la otra oscura que venía con ella…
Maldita sea ¿Dónde estás Debby? ¿Dónde estás mi niña? Pensó, angustiada. No quería perder más vidas, no viendo que su grupo había sufrido considerables bajas. No cuando Deborah era una buena guerrera… Mierda, si Deborah no murió en esa explosión esperaba con todo su corazón que encontrara el camino para volver a ellos antes de que los restrictores pusieran sus garras en ella o iban a torturarla hasta el cansancio y después, cuando ya no les fuera útil, matarla. El plan que tenían con Demetri y Renesmee.
¡Dessireé! ¡Enfócate! Le gritó una vocecilla molesta que sólo oía en situaciones así. Y ella, como siempre, le dio la razón y volvió a la realidad. Acto que solo sirvió para ponerla de mal humor… Demetri estaba mandándola y de muy fea manera. Genial, lo que le faltaba. ¿Qué se creía ese vampiro? ¡Ella ya no pertenecía a sus filas!
Lo que más le molestó, y casi le hizo abrir la boca e iniciar una pelea fue que mandara a Agatha. Oh eso si no… Sus guerreros eran suyos. De nadie más.
Pero su sentido común le hizo callar pues le recordó que no era momento de protestar… No cuándo tantas vidas estaban en juego.
Así que solo asintió, confiando en el juicio de Dimka. — Vamos chicos, apresúrense y formen las filas acostumbradas— Mandó, con urgencia. Aplaudiendo para urgirlos. Luego, se dirigió a Agatha, quién la miraba con molestia.
—Perdón gatita, de veras— articuló hacía ella, con una sonrisa en los labios. —Vamos nena, volvamos a casa—dijo, con un volumen más alto.
Cuando su grupo estuvo listo, casi se pone a llorar. ¡Cuántas vidas había perdido hoy! Mierda, y todo por sus acciones impulsivas… Quizá Draco tenía razón y no era una buena líder.
¡Hey niña! ¡Aquí, vuelve! Volvió a despertarla de sus ensoñaciones la voz, haciéndola torcer el gesto. Mierda, como siguiera hablando esa voz iba a provocarle una muy fea migraña…
—Vamos, salgamos—pidió, a sus guerreros. Con Demetri y los demás a la cabeza, avanzaron.
Viendose bloqueados por restrictores, que enseguida quitaron del camino los guerreros tanto oscuros como Veritas. Sin más bajas, cosa que agradeció Jossie en el alma.
Quince minutos pasaron y lograron caminar un buen trecho sin más interrupciones hasta que, su camino se vio obstruido por un restrictor. Uno de cara de serpiente, con voz sosa y estridentemente ronca.
— ¿Cómo chicos, se van? ¡Pero si nos estábamos divirtiendo!— les dijo, excitado y con un deje de enojo en la voz.
Según vio, Demetri se adelantó pero ella gritó. —No, no y no. Déjenme este a mí. Ya que no me dejan matar a la cosa que llevan como rehén déjenme matar a este—con molestia, mucha molestia.
Afortunadamente Demetri tuvo el buen juicio de volver a su lugar.
—Pero miren a quien tenemos aquí. ¡La oscura mayor! ¡Que placer volver a verte querida! ¿Cómo está la dulce Ángela? — El restrictor continuó con sus burlas, haciendo que con ese comentario, Jossie se cabreara aún más.
Ya recordó dónde había visto al bastardo. En la última pelea que ella había tenido con estas ratas. En las afueras de Swansea, en el rescate de Ángela.
—También es un placer verte cara bonita—ella saludó, fría. —Sobre todo porque ahora si tendré el placer de matarte bastardo.
El restrictor rió. — ¡Pero yo que te he hecho adorada Bessette! — se mofó. El muy idiota…
—Oh nada querido, nada… Sólo decirme que habías violado a mi hija. No sé si es verdad o no hijo de puta, pero aun así te matare.
Cara de serpiente sólo le miró, instándola a intentarlo. Ella sacó el otro látigo del mismo de dónde había salido el otro y avanzó, haciéndolo funcionar. Fallando por muy poco.
Las carcajadas del Cara de serpiente se hicieron más sonoras. — ¿Ves Bessette? ¡No puedes conmigo niñita inexperta! Mejor apártate y déjame luchar con alguien como el buen Demetri o alguno mejor capacitado. Al menos así tendré una buena pelea— el la provocó, haciéndola cabrear.
Y ahora no tenía su arco pues para demostrarle a Draco que podía luchar cuerpo a cuerpo, le entrego su arma a Agatha. Quien le miraba angustiada.
Mierda, sólo tenía seis dagas en su cinturón y el látigo. Ni modo, así iría a luchar. Respiro profundo y luego se fue a por el restrictor, lanzándose primero con el combate cuerpo a cuerpo.
Enseguida cambió de táctica para vergüenza suya, pues el restrictor era tan bueno como ella ¡Le devolvía cada golpe!
Así que, usando la misma técnica que usó con la bestia, giró en el aíre y cayó justo unos metros más atrás del restrictor. Sin demorarse, lanzó cuatro de sus dagas: Dos a las articulaciones de sus rodillas, una a su espalda y la otra a su cuello. Éstas últimas, fallaron su objetivo y no le mataron.
El restrictor se volteó y le miró con una sonrisa socarrona partiéndole los labios. Hijo de puta… Cómo iba a disfrutar matándole.
Avanzó mucho más cerca de él con una daga en mano, haciendo como que la iba a lanzar. Cara de serpiente cayó en su trampa y se agachó, dándole a Jossie la oportunidad de maniobrar con el látigo.
El golpe le atizó de lleno en la espalda, haciendo que sangre viscosa de color negro comenzara a desperdigarse.
—Buen movimiento Bessette.
Ahora ella fue la que sonrió al oír el jadeo de él.
El restrictor se sacó las dagas de ella de quién sabe dónde y se las lanzó una tras otra. Una le dio en el brazo haciendo que tirara el látigo y la otra le dio en el vientre. Haciéndola que se doblara de dolor.
Bien, ahora si se cabreo. Utilizando las pocas fuerzas que le quedaban, ella volvió a brincar, está vez cayendo justo detrás de él. Y con una temblorosa mano sacó una de las dagas que le quedaban y la enterró profundamente en el pecho de él. Dando ahora sí en lo que debería ser su corazón, haciendo que el restrictor cayera muerto en el acto.
Con una última sonrisa triunfal en su rostro, Joshebet cayó, sin ver nada más que oscuridad.
Invitado- Invitado
Re: Trama II Rescate
La hibrida le había cuidado el pellejo, porque la vampira que lo estrangulaba comenzaba a aflojar sus manos que se endurecían. –Y sigo siendo el entrenador – Corrigió a Reneesme. Luego de eso, su atención solo estuvo pendiente en la líder oscura, que parecía una víbora buscando el instante exacto para atacarlo. Susurro unas palabras mortíferas que prometían un próximo enfrentamiento solo entre ambos, y Draco le concedería el honor, pero lo veía muy lejano, ya que después de esto Jossie debería lamerle los zapatos por haberlos salvados a todos. –Nuestras diferencias las discutiremos afue…- Su aliento se extinguió cuando un fuerte impacto lo empujo con brusquedad. La espalda del restrictor se enterró contra una pared, y esta se derrumbó. –Miren, Kenneth nos ha enviado a su mascota mutante – Dijo exaltado, de rodillas y con las manos afirmadas en el suelo. A su diestra y a su otro lado, los escombros caían, y no podía ver a los demás aliados.
Nuevamente, el cuerpo del restrictor fue atacado. Gruñó enfadado esta vez, pues uno de los suyos se había atrevido a enfrentarlo con las mismas técnicas de entrenamiento que el en alguna ocasión les había enseñado a todos los miembros. Sus ojos furiosos se fijaron en su atacante, que acababa de sacar un arma del cinturón para enfrentar al cabecilla. –Te ofrezco mis trucos, y te empeñas en utilizarlos en mi contra – Regaño como si fuese su padre o tuviesen otro parentesco. Negó y su cuerpo se arrastró en el suelo a gran velocidad, como un reptil peligroso. Lo cogió de sus débiles tobillos y quebró cada hueso de su Ex’Compañero, gozando del crujir que causaban el rompimiento de sus extremidades. Se encargó de otro par de restrictores, y pudo salir ileso.
Las prendas del hombre estaban ensangrentadas y mojadas. Algunas de sus heridas eran profundas, pero nunca tan letales como para permitirse dejar desvanecer, y mucho menos en un lugar donde al caer, dejaría que los perros le devorasen. Por si fuera poco, otro vampiro, el que acompañaba a Jossie y renesmee, se lanzó encima de él con aires desesperados. –Vale, no grites. Los llevaré a todos a la luz, incluso a ti, vampiro. – Pronunció con desagrado la palabra, y se desprendió de su agarre. Arreglo su camisa, preparándose para salir de esa mugre de residencia ordinaria. Una vez que todos se reunieron, o bueno, la gran mayoría, pues los otros habían muerto en la batalla. Les hizo una vaga señal de seguirlo, por una vía secreta. Un subterráneo que Derek Hale, su último líder le había enseñado en caso de estar en aprietos. Ese era el momento indicado para usarlo como su única oportunidad de escapar.
El polvo disminuyo en el ambiente, y antes de acercarse para acariciar a la bestia que había irrumpido, una joven de apariencia delicada se le adelanto, ensuciándose las manos con aquel monstruo. Draco se quedó en su lugar, y solamente se ocupó de despejar sus vías de escapatorias que habían quedado cubiertas de ladrillos y maderas.
Tras sus espaldas la chica a la que le decían ‘Gatita’, pego un grito desesperado, informando que Jossie había caído. Le vio haciendo el esfuerzo de tomar a su líder, pero también había perdido todas sus fuerzas combatiendo con el mutante. Draco regreso a ellas y tomo el cuerpo desvanecido del ángel caído, trayéndola consigo en sus brazos. Entraron al subterráneo, Drake delante de todos y preparado por si de repente una que otra bestia se les arrimaba. Aunque con la chica en los brazos, no podía decir que podría luchar. Al llegar al final de un pasillo, miró hacia arriba y jalo una escalerilla.
Ascendieron por esta, les habrá tomado unos escasos minutos para salir al bosque. Desde luego la luz se reflejaba. Pidió ayuda a demetri para que se deshiciera de la cubierta, y así, llegaron a tierra firme. Estaban más alejado del lugar de ataque, pero eso no significaba que Kenneth no se halla asegurado también con restrictores ocultos entre las hierbas y árboles.
Jossie había despertado justo cuando se encargaba de dejarla recostada en la tierra.
Nuevamente, el cuerpo del restrictor fue atacado. Gruñó enfadado esta vez, pues uno de los suyos se había atrevido a enfrentarlo con las mismas técnicas de entrenamiento que el en alguna ocasión les había enseñado a todos los miembros. Sus ojos furiosos se fijaron en su atacante, que acababa de sacar un arma del cinturón para enfrentar al cabecilla. –Te ofrezco mis trucos, y te empeñas en utilizarlos en mi contra – Regaño como si fuese su padre o tuviesen otro parentesco. Negó y su cuerpo se arrastró en el suelo a gran velocidad, como un reptil peligroso. Lo cogió de sus débiles tobillos y quebró cada hueso de su Ex’Compañero, gozando del crujir que causaban el rompimiento de sus extremidades. Se encargó de otro par de restrictores, y pudo salir ileso.
Las prendas del hombre estaban ensangrentadas y mojadas. Algunas de sus heridas eran profundas, pero nunca tan letales como para permitirse dejar desvanecer, y mucho menos en un lugar donde al caer, dejaría que los perros le devorasen. Por si fuera poco, otro vampiro, el que acompañaba a Jossie y renesmee, se lanzó encima de él con aires desesperados. –Vale, no grites. Los llevaré a todos a la luz, incluso a ti, vampiro. – Pronunció con desagrado la palabra, y se desprendió de su agarre. Arreglo su camisa, preparándose para salir de esa mugre de residencia ordinaria. Una vez que todos se reunieron, o bueno, la gran mayoría, pues los otros habían muerto en la batalla. Les hizo una vaga señal de seguirlo, por una vía secreta. Un subterráneo que Derek Hale, su último líder le había enseñado en caso de estar en aprietos. Ese era el momento indicado para usarlo como su única oportunidad de escapar.
El polvo disminuyo en el ambiente, y antes de acercarse para acariciar a la bestia que había irrumpido, una joven de apariencia delicada se le adelanto, ensuciándose las manos con aquel monstruo. Draco se quedó en su lugar, y solamente se ocupó de despejar sus vías de escapatorias que habían quedado cubiertas de ladrillos y maderas.
Tras sus espaldas la chica a la que le decían ‘Gatita’, pego un grito desesperado, informando que Jossie había caído. Le vio haciendo el esfuerzo de tomar a su líder, pero también había perdido todas sus fuerzas combatiendo con el mutante. Draco regreso a ellas y tomo el cuerpo desvanecido del ángel caído, trayéndola consigo en sus brazos. Entraron al subterráneo, Drake delante de todos y preparado por si de repente una que otra bestia se les arrimaba. Aunque con la chica en los brazos, no podía decir que podría luchar. Al llegar al final de un pasillo, miró hacia arriba y jalo una escalerilla.
Ascendieron por esta, les habrá tomado unos escasos minutos para salir al bosque. Desde luego la luz se reflejaba. Pidió ayuda a demetri para que se deshiciera de la cubierta, y así, llegaron a tierra firme. Estaban más alejado del lugar de ataque, pero eso no significaba que Kenneth no se halla asegurado también con restrictores ocultos entre las hierbas y árboles.
Jossie había despertado justo cuando se encargaba de dejarla recostada en la tierra.
Drake Cobain- Situación Sentimental : Soltero
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Localización : Portland |Temporalmente|
Re: Trama II Rescate
El grupo había salido ya al exterior de la base. Fuera, rodeado de árboles, todo parecía estar en calma. No obstante, se oyó el ruido de un motor sobre ellos. A unos metros por encima suyo, una aeronave surcaba el cielo hacia la base. Cuando estuvo justo encima de la edificación exterior, dejó caer un paquete negro sobre la azotea de ésta.
De repente, mientras el grupo continuaba con su marcha para huir del lugar, la base estalló. Desencadenando una serie de explosiones, mientras el edificio se derrumbaba. Un último y atronador estruendo, esta vez subterráneo, hizo que todo a sus pies se sacudiera.
El fuego voló por los aires, propagándose por la vegetación, los árboles y el césped. Algunos perdieron el equilibrio y cayeron al piso mientras intentaban huir. Todo alrededor estaba en llamas. Y de entre las llamas surgían más restrictores, que habían estado escondidos en el bosque. Pero no iban hacia ellos. Los sobrevivientes huían.
Detrás, desde las ruinas de la base, se oyeron unos ruidos. Por encima de los escombros, se elevó una mano pegajosa, con membranas; y detrás de ella, apareció un cuerpo grotesco, de una mutación, que dejaba un líquido viscoso a su paso. Sin embargo, no era solo uno. Detrás de ese primero surgieron de las cenizas una horda de animales variopintos; todos ellos mutaciones demoníacas.
El grupo estaba rodeado por la serie de monstruos. El fuego seguia avanzando, devorándolo todo a su paso.
Por el cielo surcaron tres aeronaves más; dejaban caer bombas modificadas.
Entre Jossie y Drake cayó una bomba y dejó escapar una red que soltó una descarga electrica inicial, abarcó a ambos y los enganchó al suelo. Por detrás, dos monstruos se acercaban a ellos.
Al lado de Agatha y Deborah cayo otra bomba, que dejó escapar un flujo pestilente. Si seguían dentro de la zona afectada por el aire contaminado, terminarían paralizados.
Cerca de Demetri y Renesmee cayó una tercera bomba. En un principio pareció que no iba a pasar nada, pero en unos segundos estalló y abrió una profunda grieta bajo sus pies. Por detrás suyo, más monstruos se acercaban y si retrocedían, caerían en el hueco.
De repente, mientras el grupo continuaba con su marcha para huir del lugar, la base estalló. Desencadenando una serie de explosiones, mientras el edificio se derrumbaba. Un último y atronador estruendo, esta vez subterráneo, hizo que todo a sus pies se sacudiera.
El fuego voló por los aires, propagándose por la vegetación, los árboles y el césped. Algunos perdieron el equilibrio y cayeron al piso mientras intentaban huir. Todo alrededor estaba en llamas. Y de entre las llamas surgían más restrictores, que habían estado escondidos en el bosque. Pero no iban hacia ellos. Los sobrevivientes huían.
Detrás, desde las ruinas de la base, se oyeron unos ruidos. Por encima de los escombros, se elevó una mano pegajosa, con membranas; y detrás de ella, apareció un cuerpo grotesco, de una mutación, que dejaba un líquido viscoso a su paso. Sin embargo, no era solo uno. Detrás de ese primero surgieron de las cenizas una horda de animales variopintos; todos ellos mutaciones demoníacas.
El grupo estaba rodeado por la serie de monstruos. El fuego seguia avanzando, devorándolo todo a su paso.
Por el cielo surcaron tres aeronaves más; dejaban caer bombas modificadas.
Entre Jossie y Drake cayó una bomba y dejó escapar una red que soltó una descarga electrica inicial, abarcó a ambos y los enganchó al suelo. Por detrás, dos monstruos se acercaban a ellos.
Al lado de Agatha y Deborah cayo otra bomba, que dejó escapar un flujo pestilente. Si seguían dentro de la zona afectada por el aire contaminado, terminarían paralizados.
Cerca de Demetri y Renesmee cayó una tercera bomba. En un principio pareció que no iba a pasar nada, pero en unos segundos estalló y abrió una profunda grieta bajo sus pies. Por detrás suyo, más monstruos se acercaban y si retrocedían, caerían en el hueco.
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Localización : Aquí
Re: Trama II Rescate
No podía ser, musitó una voz en su mente. Tardó varios minutos en darse cuenta quien le estaba sujetando; no podía ser él. No podía estar haciéndole esto, sabiendo lo importante que era para ella. Intentó deshacerse de su agarre, pero los brazos se ciñeron más a su alrededor en respuesta. —¡No lo entiendes, no vamos a tener otra oportunidad! —se dio cuenta de la desesperación que desprendía su voz. La desesperación que había estado conteniendo desde el momento en el que supo que habían secuestrado a Demetri. —Ayúdame, por favor —le rogó, en un último intento de convencerle. Aun así, pese a su insistencia, el vampiro no le hizo caso; la cargó sobre su hombro, mientras ella seguía debatiéndose instintivamente. El rostro de Demetri iba perdiéndose de su vista a medida que él se alejaba. Y conforme lo hacía, la resistencia de la híbrida también disminuía, quedándose finalmente inmóvil y abatida. Frustrada, sintió las lágrimas agolparse en sus ojos.
Todavía tenía impresa su imagen en sus retinas, como si estuviera grabada a fuego. Había estado a muy poco de salvarle de todo este caos en el que no tenía nada que ver. Él debía estar perdido y desorientado. Recordó la expresión de su rostro y un ardiente deseo volver a correr hacia él se apoderó de ella, pero una parte de su mente todavía era consciente de que no podía hacerlo. Y que, por lo tanto, era inútil. Empezaba a sentir el desagradable peso de la culpabilidad sobre ella, que la hacía odiarse a si misma. De repente, los pasos de Demetri se detuvieron. Había estado tan inmersa en sus propios pensamientos que no se había dado cuenta del gran trecho que habían recorrido. Cuando alzó la cabeza, los ojos chocolate se toparon con la hilera de soldados que cubrían el suelo, sobre un mar de sangre. La mayoría de ellos estaban muertos, pero si agudizaba el oido podía oír algunos gemidos de dolor y peticiones de salvación. Le iba a decir a su acompañante que debían salvarlos, pero antes de que pudiera hacer algo, él la bajó e hizo lo que había tenido en mente.
Pronto, en medio del ensordecedor barullo, encontraron a Drake, que había sido afectado por el explosivo que habían soltado. Y más tarde, a Jossie y la chica que le había curado. El grupo, con menos miembros que antes, se reagrupó y se dispuso a salir. Estuvo de acuerdo en que el vampiro tomara el comando, pese al resentimiento que todavía le guardaba, porque sabía que él era bueno en eso. En realidad no le importaba quien lo tomara, sencillamente tenían que salir de ese lugar maldito. Y teniendo en cuenta que había visto con sus propios ojos como se habían llevado a Demetri, ya no tenía nada que hacer ahí. Se obligó a no pensar en ello, al menos hasta que salieran vivos todos. La híbrida removió el brazo, soltándose de su agarre y dándole a entender con una intrínseca mirada que no iba a escapar a ningún lado. En cualquier caso, si tratara de hacerlo, pronto se vería bloqueada por restrictores; por no decir que ya no había lugar donde pudiera ir.
El restrictor que se había aliado con ellos empezó a guiar el camino, a través de un pasillo visiblemente vacío, con puertas atrancadas a cada lado. Por su aspecto, también supuso que no se trataba de un lugar por el que se transitara a menudo. No obstante, no hubieron recorrido muchos pasos cuando de las puertas surgieron más restrictores, rodeándolos por delante. Cuando se dio la vuelta, se percató que también estaban bloqueados por detrás: restrictores formaban una hilera que les separaba de la otra mitad del grupo en la que estaban Jossie y las chicas oscuras. Se adelantó, tratando de abrirse paso hasta ellas, pero los restrictores izaron las armas hacia ellos, obstruyéndoles el camino. Tras un segundo de tensión, las armas chocaron de nuevo. El ruido chirriante del metal contra el metal llenó de nuevo el aire, sobre un fondo de gritos y alaridos. Lograron deshacerse de la barrera que habían creado y cuando llegaron hacia las chicas, la mirada de Renesmee pasó del rostro opaco de Cara de Serpiente hasta el de Jossie.
Dio un paso adelante, para ir a socorrerla, pero Drake se le adelantó y la tomó en brazos, por lo que dejó que se encargara de ella. Después de la batalla, habían tenido bastantes bajas; no más que las del bando contrario, pero no podían permitirse perder más hombres. Así que emprendieron de nuevo la marcha. El camino se torció y tuvieron que bajar hacia el subterráneo; el olor a alcantarilla y palpable humedad le hizo arrugar la nariz, pero siguió avanzando. Durante un tiempo no se toparon con ningún obstáculo más, hasta que, al final de aquel túnel vislumbró una escalerilla. Tuvieron que subir uno a uno, teniendo en cuenta que no aguantaría el peso de todos a la vez. Para cuando trepó ella, ya quedaban pocas personas. Los rayos de sol, por primera vez en la piel, después de tanto tiempo en las penumbras, fueron como una caricia maternal. Todo su cuerpo quiso ir hacia ella, pero se contuvo y decidió no mostrar ningún tipo de emoción.
Por fin en la superficie de la base, se permitió tomar un respiro y relajarse, bajando la alerta. Habían pasado por lo peor, supuso. En algún momento, incluso se sintió tentada a acercarse a Demetri, pero el recuerdo de su traición le ardió en la cabeza como una llama inagotable, así que se mantuvo quieta. No obstante, sí se aseguró que estuviera bien, con una breve y rápida mirada, que pronto desvió hacia el bosque que se extendía por delante suyo. Empezó a avanzar, junto a los demás, con más lentitud que antes; todos debían estar cansados, pero un ruido le hizo levantar la vista hacia el cielo. Era una aeronave, que sobrevolaba las nubes, dirigiéndose hacia ellos. De repente, le pareció que todos habían contenido la respiración; la tensión se disipó en el aire, incluso pudo oír los latidos de su propio corazón retumbando en sus oídos; todos intuían lo que seguía a continuación, cuando soltaron la bomba sobre la azotea de la base. La híbrida solo alcanzó a gritar aterrada el nombre de Demetri antes de verse arrojada contra el tronco de un árbol, donde se golpeó la cabeza.
Tardó unos segundos en recuperarse del impacto, mientras arrugaba el ceño por el dolor y trataba de impulsarse hacia arriba, clavando su daga en la tierra. Él los había matado a todos, pensó con amargura. Ni siquiera había tenido la decencia de salvar a los suyos. El caos volvió a estallar a su alrededor, mezclando los gritos, el fuego y los estallidos de las explosiones, en un remolino mortal. Las llamas habían trazado un sinuoso camino hacia ella y empezaban a propagarse por el árbol bajo el cual se encontraba, por lo que se apartó rápidamente de él. La mirada castaña se posó en el bosque verde que había visto antes y que, en esos momentos, estaba ardiendo con una gama de naranjas y rojos chillones. El fuego bailoteó en sus pupilas, mientras observaba el crujir de las ramas de los árboles; el crepitar de la madera y sentía, como un beso abrasador sobre la piel, el calor del fuego, asfixiante. Un grito agudo la arrancó de su mundo. Lanzó fugaces miradas a su alrededor y empezó a buscar con desesperación a Demetri, sabiendo lo vulnerable que era su raza al fuego. Había perdido al suyo, no podía cometer lo mismo con él también.
Por fin le encontró con la mirada; su silueta recortada sobre el chispeante color del fuego, de espaldas a ella. A su lado, un árbol estaba a punto de derrumbarse sobre suyo. Se movió rauda, lanzándose sobre él para apartarle y cayendo a su lado, a poco de ser aplastada, en un claro que parecía estar a salvo del fuego. Mientras se incorporaba de nuevo, trataba de normalizar la respiración y despejar la mente para pensar claramente. —Esto ha terminado. Tenemos que reagrupar a todos y salir de aquí. No hay nadie más con quien pelear, los ha matado a todos —habló, con voz entrecortada, sin dirigirle la mirada todavía. Era posible que no le hiciera caso, por segunda vez en el día, pero seguiría insistiendo. —Deben haber más de esas naves; podemos hacernos con una... —murmuró para si, pensativa. Y tanto que las había, pensó con horror cuando alzó la mirada hacia los tres vehículos que surcaban el cielo hacia ellos, de nuevo. Provenían del otro lado de la base, donde el fuego no había alcanzado a dejar su rastro todavía.
La aeronave que se dirigía hacia ellos se detuvo y dejó caer una especie de artefacto que cayó al suelo, rodando hasta quedar en medio de ambos. Renesmee esperó oir de nuevo una explosión, que los haría volar por los aires y se preparó para apartar a Demetri, pero eso no pasó. Al menos no, durante una fracción de segundo. El objeto no tardó en estallar, enviándola hacia el centro de la batalla y estrellándola contra el suelo. Por unos segundos, se quedó tirada allí, mientras las voces y los ruidos de su alrededor le llegaban como un zumbido, como si tuviera los oídos taponados. Posiblemente, intuyó, en medio de su entumecimiento, se le habían dañado los tímpanos. Pero no tardó en empezar a captar mejor los ruidos; lo primero que oyó, fue un chillido grotesco, como el de una ave que caía en picado del cielo. Cuando alzó la vista, se encontró con otra de las bestias mutantes de Kenneth, que se estaba acercando amenazante a ella. Se parecía a la bestia que Demetri había matado días atrás. El recuerdo, tan nítido en su mente, la sacudió de los pies a la cabeza, provocándole un escalofrío. Buscó a tientas la daga, palpando el terreno con las manos y su mano se cerró en su empuñadura, justo en el momento en que el animal caía encima suyo.
Logró mandarle una estocada con el arma, que abrió un tajo vertical en su mejilla. Eso pareció enfurecer más a la criatura, que le mostró los dientes, en actitud defensiva. La híbrida empezó a retroceder a medida que el animal avanzaba, lanzándole mordiscos al aire, mientras ella trataba de ahuyentarlo con rápidas y precisas punzadas. No se dio cuenta de cuanto había retrocedido, cuando sintió que estuvo a punto de trastabillar y caer al vacío. De repente, una espantosa sensación de vértigo inundó su estómago. Al mirar hacia abajo, solo vio la negrura invitándole a sus entrañas. Casi inmediatamente, volvió la vista hacia el monstruo, como si hubiera despertado de una terrible pesadilla. En su mente vino un pensamiento; el único que le dio fuerzas para impulsarse, como una bala disparada de una metralleta, hacia él.
En un abrazo obligado, rodó con él lejos de la grieta, acuchillando el cuerpo flácido en rápidos movimientos con el arma, mientras el animal se lo devolvía en forma de mordiscos. Se reprimió el dolor que le causaba, tratando de concentrarse en terminar con él. Le pateó en el estómago, pero el animal no se apartó; volvió a intentarlo, pero solo logró que se enfureciera más. En un desesperado intento, se aferró con brazos y piernas a la criatura, obligándola a rodar con ella hacia el hueco que había a unos metros de ella. El monstruo empezó a zarandearse, tratando de soltarse de su agarre, pero Renesmee lo sujetaba cada vez con más fuerza. Hasta que, estando al borde de la grieta, se dejó caer por ella. Tan solo una mano logró sujetarse a una raíz de un árbol que había estado allí tiempo atrás. El animal chilló de terror, aferrándose a uno de sus pies, abriendo surcos con sus garras sobre su pierna. La híbrida empezó a balancear su pie, golpeándolo contra el muro, esperando que el impacto lo debilitara.
Cuando no dio efecto, volvió a intentarlo y pateó con el otro pie su cabeza. El animal aflojó las manos, pero siguió negándose a soltarla. Con una segunda patada, las garras se desprendieron de su piel y con un desgarrador alarido, fue enviado al vacío. Por un instante, Renesmee tuvo ganas de romper a reír histérica. Pero lo que hizo fue afianzar la otra mano a la raíz colgante, raspándose las rodillas con las rocas, tratando de trepar hacia arriba. Sin embargo, su cuerpo respondía en sentido contrario, tirándola hacia abajo. Frunció el entrecejo, por el esfuerzo que le suponía y cuando logró agarrar una roca sobresaliente con una mano, ésta se desprendió de su punto de sujeción. Lanzó una exclamación ahogada, que resonó en formas de ecos por la cavidad y evitó mirar de nuevo hacia abajo, para no flaquear. Con la mirada seleccionó otra roca y haciendo un acopio de sus últimas fuerzas, volvió a intentarlo; ésta vez se mantuvo firme. Impulsándose hacia arriba, logró sacar la cabeza y observar lo que ocurría a su alrededor. Solo esperaba que no aparecieran más criaturas parecidas hasta que lograra salir del todo de ahí.
Todavía tenía impresa su imagen en sus retinas, como si estuviera grabada a fuego. Había estado a muy poco de salvarle de todo este caos en el que no tenía nada que ver. Él debía estar perdido y desorientado. Recordó la expresión de su rostro y un ardiente deseo volver a correr hacia él se apoderó de ella, pero una parte de su mente todavía era consciente de que no podía hacerlo. Y que, por lo tanto, era inútil. Empezaba a sentir el desagradable peso de la culpabilidad sobre ella, que la hacía odiarse a si misma. De repente, los pasos de Demetri se detuvieron. Había estado tan inmersa en sus propios pensamientos que no se había dado cuenta del gran trecho que habían recorrido. Cuando alzó la cabeza, los ojos chocolate se toparon con la hilera de soldados que cubrían el suelo, sobre un mar de sangre. La mayoría de ellos estaban muertos, pero si agudizaba el oido podía oír algunos gemidos de dolor y peticiones de salvación. Le iba a decir a su acompañante que debían salvarlos, pero antes de que pudiera hacer algo, él la bajó e hizo lo que había tenido en mente.
Pronto, en medio del ensordecedor barullo, encontraron a Drake, que había sido afectado por el explosivo que habían soltado. Y más tarde, a Jossie y la chica que le había curado. El grupo, con menos miembros que antes, se reagrupó y se dispuso a salir. Estuvo de acuerdo en que el vampiro tomara el comando, pese al resentimiento que todavía le guardaba, porque sabía que él era bueno en eso. En realidad no le importaba quien lo tomara, sencillamente tenían que salir de ese lugar maldito. Y teniendo en cuenta que había visto con sus propios ojos como se habían llevado a Demetri, ya no tenía nada que hacer ahí. Se obligó a no pensar en ello, al menos hasta que salieran vivos todos. La híbrida removió el brazo, soltándose de su agarre y dándole a entender con una intrínseca mirada que no iba a escapar a ningún lado. En cualquier caso, si tratara de hacerlo, pronto se vería bloqueada por restrictores; por no decir que ya no había lugar donde pudiera ir.
El restrictor que se había aliado con ellos empezó a guiar el camino, a través de un pasillo visiblemente vacío, con puertas atrancadas a cada lado. Por su aspecto, también supuso que no se trataba de un lugar por el que se transitara a menudo. No obstante, no hubieron recorrido muchos pasos cuando de las puertas surgieron más restrictores, rodeándolos por delante. Cuando se dio la vuelta, se percató que también estaban bloqueados por detrás: restrictores formaban una hilera que les separaba de la otra mitad del grupo en la que estaban Jossie y las chicas oscuras. Se adelantó, tratando de abrirse paso hasta ellas, pero los restrictores izaron las armas hacia ellos, obstruyéndoles el camino. Tras un segundo de tensión, las armas chocaron de nuevo. El ruido chirriante del metal contra el metal llenó de nuevo el aire, sobre un fondo de gritos y alaridos. Lograron deshacerse de la barrera que habían creado y cuando llegaron hacia las chicas, la mirada de Renesmee pasó del rostro opaco de Cara de Serpiente hasta el de Jossie.
Dio un paso adelante, para ir a socorrerla, pero Drake se le adelantó y la tomó en brazos, por lo que dejó que se encargara de ella. Después de la batalla, habían tenido bastantes bajas; no más que las del bando contrario, pero no podían permitirse perder más hombres. Así que emprendieron de nuevo la marcha. El camino se torció y tuvieron que bajar hacia el subterráneo; el olor a alcantarilla y palpable humedad le hizo arrugar la nariz, pero siguió avanzando. Durante un tiempo no se toparon con ningún obstáculo más, hasta que, al final de aquel túnel vislumbró una escalerilla. Tuvieron que subir uno a uno, teniendo en cuenta que no aguantaría el peso de todos a la vez. Para cuando trepó ella, ya quedaban pocas personas. Los rayos de sol, por primera vez en la piel, después de tanto tiempo en las penumbras, fueron como una caricia maternal. Todo su cuerpo quiso ir hacia ella, pero se contuvo y decidió no mostrar ningún tipo de emoción.
Por fin en la superficie de la base, se permitió tomar un respiro y relajarse, bajando la alerta. Habían pasado por lo peor, supuso. En algún momento, incluso se sintió tentada a acercarse a Demetri, pero el recuerdo de su traición le ardió en la cabeza como una llama inagotable, así que se mantuvo quieta. No obstante, sí se aseguró que estuviera bien, con una breve y rápida mirada, que pronto desvió hacia el bosque que se extendía por delante suyo. Empezó a avanzar, junto a los demás, con más lentitud que antes; todos debían estar cansados, pero un ruido le hizo levantar la vista hacia el cielo. Era una aeronave, que sobrevolaba las nubes, dirigiéndose hacia ellos. De repente, le pareció que todos habían contenido la respiración; la tensión se disipó en el aire, incluso pudo oír los latidos de su propio corazón retumbando en sus oídos; todos intuían lo que seguía a continuación, cuando soltaron la bomba sobre la azotea de la base. La híbrida solo alcanzó a gritar aterrada el nombre de Demetri antes de verse arrojada contra el tronco de un árbol, donde se golpeó la cabeza.
Tardó unos segundos en recuperarse del impacto, mientras arrugaba el ceño por el dolor y trataba de impulsarse hacia arriba, clavando su daga en la tierra. Él los había matado a todos, pensó con amargura. Ni siquiera había tenido la decencia de salvar a los suyos. El caos volvió a estallar a su alrededor, mezclando los gritos, el fuego y los estallidos de las explosiones, en un remolino mortal. Las llamas habían trazado un sinuoso camino hacia ella y empezaban a propagarse por el árbol bajo el cual se encontraba, por lo que se apartó rápidamente de él. La mirada castaña se posó en el bosque verde que había visto antes y que, en esos momentos, estaba ardiendo con una gama de naranjas y rojos chillones. El fuego bailoteó en sus pupilas, mientras observaba el crujir de las ramas de los árboles; el crepitar de la madera y sentía, como un beso abrasador sobre la piel, el calor del fuego, asfixiante. Un grito agudo la arrancó de su mundo. Lanzó fugaces miradas a su alrededor y empezó a buscar con desesperación a Demetri, sabiendo lo vulnerable que era su raza al fuego. Había perdido al suyo, no podía cometer lo mismo con él también.
Por fin le encontró con la mirada; su silueta recortada sobre el chispeante color del fuego, de espaldas a ella. A su lado, un árbol estaba a punto de derrumbarse sobre suyo. Se movió rauda, lanzándose sobre él para apartarle y cayendo a su lado, a poco de ser aplastada, en un claro que parecía estar a salvo del fuego. Mientras se incorporaba de nuevo, trataba de normalizar la respiración y despejar la mente para pensar claramente. —Esto ha terminado. Tenemos que reagrupar a todos y salir de aquí. No hay nadie más con quien pelear, los ha matado a todos —habló, con voz entrecortada, sin dirigirle la mirada todavía. Era posible que no le hiciera caso, por segunda vez en el día, pero seguiría insistiendo. —Deben haber más de esas naves; podemos hacernos con una... —murmuró para si, pensativa. Y tanto que las había, pensó con horror cuando alzó la mirada hacia los tres vehículos que surcaban el cielo hacia ellos, de nuevo. Provenían del otro lado de la base, donde el fuego no había alcanzado a dejar su rastro todavía.
La aeronave que se dirigía hacia ellos se detuvo y dejó caer una especie de artefacto que cayó al suelo, rodando hasta quedar en medio de ambos. Renesmee esperó oir de nuevo una explosión, que los haría volar por los aires y se preparó para apartar a Demetri, pero eso no pasó. Al menos no, durante una fracción de segundo. El objeto no tardó en estallar, enviándola hacia el centro de la batalla y estrellándola contra el suelo. Por unos segundos, se quedó tirada allí, mientras las voces y los ruidos de su alrededor le llegaban como un zumbido, como si tuviera los oídos taponados. Posiblemente, intuyó, en medio de su entumecimiento, se le habían dañado los tímpanos. Pero no tardó en empezar a captar mejor los ruidos; lo primero que oyó, fue un chillido grotesco, como el de una ave que caía en picado del cielo. Cuando alzó la vista, se encontró con otra de las bestias mutantes de Kenneth, que se estaba acercando amenazante a ella. Se parecía a la bestia que Demetri había matado días atrás. El recuerdo, tan nítido en su mente, la sacudió de los pies a la cabeza, provocándole un escalofrío. Buscó a tientas la daga, palpando el terreno con las manos y su mano se cerró en su empuñadura, justo en el momento en que el animal caía encima suyo.
Logró mandarle una estocada con el arma, que abrió un tajo vertical en su mejilla. Eso pareció enfurecer más a la criatura, que le mostró los dientes, en actitud defensiva. La híbrida empezó a retroceder a medida que el animal avanzaba, lanzándole mordiscos al aire, mientras ella trataba de ahuyentarlo con rápidas y precisas punzadas. No se dio cuenta de cuanto había retrocedido, cuando sintió que estuvo a punto de trastabillar y caer al vacío. De repente, una espantosa sensación de vértigo inundó su estómago. Al mirar hacia abajo, solo vio la negrura invitándole a sus entrañas. Casi inmediatamente, volvió la vista hacia el monstruo, como si hubiera despertado de una terrible pesadilla. En su mente vino un pensamiento; el único que le dio fuerzas para impulsarse, como una bala disparada de una metralleta, hacia él.
En un abrazo obligado, rodó con él lejos de la grieta, acuchillando el cuerpo flácido en rápidos movimientos con el arma, mientras el animal se lo devolvía en forma de mordiscos. Se reprimió el dolor que le causaba, tratando de concentrarse en terminar con él. Le pateó en el estómago, pero el animal no se apartó; volvió a intentarlo, pero solo logró que se enfureciera más. En un desesperado intento, se aferró con brazos y piernas a la criatura, obligándola a rodar con ella hacia el hueco que había a unos metros de ella. El monstruo empezó a zarandearse, tratando de soltarse de su agarre, pero Renesmee lo sujetaba cada vez con más fuerza. Hasta que, estando al borde de la grieta, se dejó caer por ella. Tan solo una mano logró sujetarse a una raíz de un árbol que había estado allí tiempo atrás. El animal chilló de terror, aferrándose a uno de sus pies, abriendo surcos con sus garras sobre su pierna. La híbrida empezó a balancear su pie, golpeándolo contra el muro, esperando que el impacto lo debilitara.
Cuando no dio efecto, volvió a intentarlo y pateó con el otro pie su cabeza. El animal aflojó las manos, pero siguió negándose a soltarla. Con una segunda patada, las garras se desprendieron de su piel y con un desgarrador alarido, fue enviado al vacío. Por un instante, Renesmee tuvo ganas de romper a reír histérica. Pero lo que hizo fue afianzar la otra mano a la raíz colgante, raspándose las rodillas con las rocas, tratando de trepar hacia arriba. Sin embargo, su cuerpo respondía en sentido contrario, tirándola hacia abajo. Frunció el entrecejo, por el esfuerzo que le suponía y cuando logró agarrar una roca sobresaliente con una mano, ésta se desprendió de su punto de sujeción. Lanzó una exclamación ahogada, que resonó en formas de ecos por la cavidad y evitó mirar de nuevo hacia abajo, para no flaquear. Con la mirada seleccionó otra roca y haciendo un acopio de sus últimas fuerzas, volvió a intentarlo; ésta vez se mantuvo firme. Impulsándose hacia arriba, logró sacar la cabeza y observar lo que ocurría a su alrededor. Solo esperaba que no aparecieran más criaturas parecidas hasta que lograra salir del todo de ahí.
Reni Le Fay- Líder
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Re: Trama II Rescate
Con la guía experta del restrictor, avanzaron por un nuevo nivel subterráneo, siguiéndolo y confiando en que les mostraría el camino correcto. Demetri estaba alerta, tanto si aparecían más enemigos como también por si aquel sujeto intentaba algún truco sucio. No solía confiar tan fácil, le llevaba tiempo y era lo que menos tenían en ese instante. Pero, era consciente que estaban casi a merced de sus conocimientos; que no eran pocos. Se notaba por la forma de desplazarse por el lugar, sabía por dónde entrar, que giros tomar. Sin embargo, tenía que dividir su atención de Drake a Renesmee. Aún estaba un poco renuente a dejarla del todo sin vigilancia. En otras condiciones estaba seguro que ella podría guardar la compostura, pero después de lo que había pasado hacía pocos minutos no estaba tan seguro si esta vez lo lograría. Antes de salir, avisó a dos de sus guerreros sobrevivientes que estuvieran alerta y le informaran si era necesario sobre movimientos sospechosos. No iba a permitirse más de esas escenas. Necesitaban salir de allí. Si debía hacerlo iba cargarla de nuevo. De todas formas, ya no había nada que pudieran hacer, si no se apresuraban ese rescate estaba destinado a ser un fracaso e iba a acabar siendo una masacre sin sentido.
No obstante, si pensaban que era pan comido, se equivocaban. Más versiones de clones armados cayeron sobre ellos, rodeando al grupo por todos sus flancos. Demetri escuchó aquella voz burlona. La había escuchado tantas veces en los últimos días que le llegó fuerte y clara a pesar del ruido que empezó a hacer eco en el pasillo subterráneo. Quiso aproximarse y ponerle las manos encima, retorcerle el cuello y torturarlo tanto como él lo había hecho con ellos. Pero Jossie pidió encargarse de él. El vampiro se hubiese negado, pero las implicaciones de dejar su posición eran fortuitas. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Sus armas chocaron contra la de sus atacantes. Pateó, cortó gargantas, lanzó dagas a diestra y siniestra, unas cuantas al corazón de sus enemigos. Un cuchillo fue a clavarse en su muslo, lo sacó con un gruñido ahogado y lo empuñó sin perder tiempo, enterrándolo por la espalda a un restrictor que amenazaba a uno de sus guerreros. Desafortunadamente el hombre había infligido una herida letal, y ambos, restrictor y veritas, cayeron muertos. Con todo eso, mantuvo su posición impidiéndoles avanzar.
Para cuando todo acabó, con menos sobrevivientes que antes, algunos de los restrictores habían huido y otros yacían en el piso agonizantes. La batalla en la retaguardia ya había concluido también. Drake que se había adelantado, aunque Dimka no supo cuándo, pues había estado ocupado verificando a sus guerreros, ahora regresaba con Jossie en brazos para continuar la marcha. Aun podía oír el débil latido de corazón de la muchacha. Vio entonces a Cara de Serpiente en el piso, muerto, era evidente. Debería, pero verlo no le produjo ningún tipo de alivio. Quizá más tarde, pero ahora solo quería salir de ese endemoniado lugar. Y en ausencia de la líder de la otra hermandad, el peso de sacarlos de allí ahora recaía en él y quizá Renesmee. Le echó un vistazo, pero ella, como cuando los capturaron, hacía siglos le parecía ese día ya, estaba haciendo un gran trabajo ignorándolo. Desconocía quien era el segundo al mando del otro grupo. Pero ahora, no había otro grupo, se dijo, debían actuar como una sola hermandad y cuidarse entre todos. Tuvo una breve charla con las chicas que parecían las más cercanas a Jossie, procurando ser más amable que antes y acordaron mantener las posiciones.
Finalmente, después de otra marcha por la apestosa alcantarilla, esta vez sin distracciones, llegaron a una salida. Sin que nadie lo notara, sacó su anillo del bolsillo y lo deslizó en su dedo. El objeto, le permitía estar a salvo a la luz sin sufrir quemaduras irremediables, pues su instinto le decía que ya debían estar abriéndose paso los primeros rayos de sol. Irónicamente, era un obsequio de Cassandra hace mucho tiempo atrás. Una vez más ella le salvaba la vida de alguna. Era una bendición que los restrictores incompetentes que lo habían interrogado hubiesen estado tan ocupados tratando de sacarle información que no se percataron que lo tenía aun. Entonces, ayudando a Drake a abrir la portezuela en lo alto de la escalerilla, pronto todos empezaron a salir al exterior. Subió uno de los primeros, para ayudar con algunos heridos. Hasta que no estuvo seguro que todos estaban afuera, no se permitió fijarse y ser consciente que habían salido por fin de esa maldita caverna.
Una rápida inspección y otra vez continuaron. No podían quedarse allí, aún era territorio enemigo. Se estiró mientras caminaba, mirando a través de los árboles, hacia el cielo que empezaba a clarear. Instintivamente, tuvo el impulso de al menos, buscar con la mirada a Renesmee, sabía dónde estaba sin tener que mirarla directamente; su esencia mental, su olor e incluso sus latidos, que eran un sonido único para el vampiro, una melodía especial que conocía y sabía de memoria. Sin embargo, algo le llamó la atención por el rabillo del ojo e hizo que no girara para fijarse en ella. La visión del objeto, y después el sonido atronador de las turbinas de una aeronave. Pasó sobrevolando el espacio aéreo por encima de sus cabezas. Pero, o no los vieron, por causa del follaje de los árboles que les ofrecían cobijo o aterrizarían más allá, cerca del edificio que estaba sobre la base subterránea. La última opción no era muy alentadora. Quizá llevaban más refuerzos. Instó a sus hermanos de armas a seguir avanzando, sus palabras recortadas por el sonido atronador y luego la explosión tras de ellos.
De pronto, todo fue otra vez caos. Su viejo amigo el caos encontrándolos una vez más, pensó con oscura ironía mientras se tambaleaba por los estallidos y luego era lanzado hacía delante cayendo estrepitosamente bocabajo sobre la tierra. Las llamas empezaron a expandirse. Veía a todos tratando de huir, otros ser consumidos por ellas y sus gritos de dolor que herían sus oídos. También vio a Renesmee salir despedida e impactar contra un árbol. No supo cuando se irguió de nuevo, pero ya estaba otra vez sobre sus pies. Los ojos ámbar reflejaban las llamas y el terror. Alguien chocó con él pero no supo si amigo o enemigo, por un par de minutos Demetri estuvo paralizado. La voz de la razón le decía que corriera, que al menos, ayudara a Renesmee a que se salvara ella, pero su cuerpo otra vez se negaba a responder. Empezó a sentir más y más cerca el calor de las llamas, pero era un enemigo que sabía muy bien no podía vencer, la otra voz pesimista le hacía rendirse sin haberlo intentado siquiera. Sus pensamientos cambiaban de lugar, primero estaba allí y luego aparecía aquella espantosa escena que había tratado de olvidar desde hacía muchos cientos de años atrás. Un árbol en llamas se precipitó hacía él, y no intentó nada, no pudo. Él no podía hacer nada.
Y entonces, se sintió otra vez caer. Alguien lo empujó. Rodaron lejos del árbol y las llamas. Se sacudió de su desconcierto y vio y escuchó a Renesmee por fin. Su voz sonó en un tono demasiado alto a sus oídos, pero ella estaba bien. Estiró la mano y rozó su rostro con la punta de sus dedos, mientras se obligaba a asentir. Estaba un poco avergonzado por haber actuado de la forma que lo hizo segundos antes, rindiéndose así de fácil. Ese no era él. Ella tenía razón. Su idea era muy buena, si podían robar una de esas naves, iban a tener mejores oportunidades.
— Ven tenemos que… —empezó pero fue como si alguien hubiese presionado un botón de pausa; su frase no concluyó y su mano se quedó a medio camino de tomar la de ella. Sus ojos fijos en las naves que los sobrevolaban.
Cuando los misiles fueron arrojados, tuvo el pensamiento de que era su fin y entonces el movimiento volvió e hizo un gesto protector hacía ella, iba protegerla con su cuerpo conteniendo el impacto lo necesario. Pero la cosa no detonó de inmediato, la miró y luego al artefacto. En el momento en que frunció el ceño, confuso, la explosión se hizo presente, como si aquello lo hubiera activado. Una vez más salió despedido hacía un lado, aterrizando esta vez de espaldas sobre la tierra ennegrecida. Se sentó de inmediato cuando el sonido de gruñidos y de unas pisadas entre pesadas y viscosas se hacían presentes entre el crepitar de las llamas más allá de ellos.
—Maldición, no otra vez —profirió por lo bajo, alcanzando una daga y uno de los cuchillos largos que tenía aun en la funda a la espalda. Agradeció en silencio por que no se hubiese caído y lo aferró con más confianza que la que había tenido hace poco.
La cosa embistió en su dirección, babeando y, a Demetri le pareció que mascullaba algo, una palabra, pero no entendía el qué. Giró en el último momento, evitando el contacto. Continuó así, esquivando todos sus ataques, mientras lanzaba estocadas que a su vez esquivaba. Logró cambiar de posición dejando a la criatura de espaldas a la gran grieta que se había abierto en el suelo gracias a la bomba, y con una daga adornando su costado. Vio a Renesmee luchar con un demonio mutante más grande, muy similar al de su celda. La preocupación lo atenazó. Tenía que ayudarla. Se distrajo un segundo, el mismo que aprovechó otro de los mutantes para trepársele a la espalda. Sus zarpas clavándose en su pecho, atravesaron el chaleco protector.
Un gruñido se alzó por su garganta mientras se sacudía y trataba de quitárselo de encima, lanzando codazos, a la vez que también intentaba esquivar al otro demonio. Aprovechó la fuerza del contrario y cuando este mando un manotazo con su garra logró apartarse lo suficiente para que el impacto lo recibiera el que se aferraba a él. Llevándose parte de su chaleco y también desgarrando piel en el proceso, se desprendió de él. Ambas criaturas chillaron. El vampiro a su vez lanzó un grito ahogado por el dolor, cayendo con una rodilla en tierra, pero sin perder tiempo, se giró y enterró el cuchillo en el lomo de la segunda criatura, que aulló una vez más y se retorció en el piso hasta quedar sin vida. Luego, hábilmente recupero su arma, girando en el aire, con gracia aun a pesar de todo, cortó la cabeza entre peluda y viscosa de la primera criatura, que ya venía hacía él. Demetri vio la cabeza girar en el aire e ir a caer por el hueco. Por ultimo pateó el resto de ese cuerpo, con una expresión de cansancio y asco mezclados, hacía las profundidades del infierno donde debía permanecer.
En medio de todo, tratando de atacar y esquivar a esas bestias, se había alejado un buen trecho de donde había visto a Renesmee por última vez. Barrió su mirada con desesperación. Estaban los demás, las chicas de Jossie, incluso ella y Drake, también ocupados con criaturas, demonios nauseabundos de todas las formas y tamaños. Y el fuego, más allá de ellos el asqueroso fuego con una bruma de humo denso y negro envolviéndolo todo y a todos. Ya no veía a la criatura, pero tampoco la veía a ella. Se calmó y se concentró. Vio una fea mutación tanteando por el piso hacía la grieta. Al principio, Demetri pensó que la criatura agonizaba, pero luego vio que se estiraba y enviaba zarpazos abajo. Ahí estaba ella, se dio cuenta con horror. Corrió hacía allí, sin detenerse, pateó al feo monstruo y luego cortó con su cuchillo, las extremidades de éste, terminando en segundos con la cosa. Cuando se precipitó hacía la abertura, golpeó a Renesmee que traba de sostenerse. Dimka se dejó caer al piso sin pensarlo dos veces y aferró con mano firme la de ella, sudorosa y ensangrentada. La trajo hasta él. Ya a salvo, lejos de ese precipicio, se permitió lanzar un suspiro de alivio. Aunque ella estuviera enojada, le odiara o lo que sea, no le importaba en ese momento, la abrazó por un instante.
—De acuerdo, suficiente diversión por hoy —le dijo, en un tono demasiado cansado como para que incluso él sonara irónico, mientras le apartaba con la mano sucia algunos mechones de cabello rojizo de su cara — Vayamos por una nave de esas y larguémonos de aquí ahora.
Demetri, cuchillo en mano, hombro con hombro junto a la pelirroja, se abrieron paso, dando tajos y ayudando a los demás a deshacerse de los pocos mutantes que aún quedaban. Afortunadamente, cuando se reagruparon de nuevo, descubrieron lo tenaces que eran todos ellos, pues a pesar de las explosiones no habían tenido demasiadas bajas. El plan seguramente había sido cocinarlos dentro del complejo y ellos habían podido salir antes.
—Es nuestra mejor oportunidad, hay que salir antes que a nuestros queridos amigos se les ocurra lanzarnos más de sus paquetes misteriosos—concluyó apresuradamente, dándole una mirada a todos los del grupo y por ultimo posándola en Renesmee. Hizo una pausa y luego dijo: — ¿Hay alguno que sepa pilotear? Y no, no cuenta haberlo hecho en videojuegos —una chica damphir alzó la mano. El vampiro, a su vez, alzó las cejas, con expresión más que sorprendida, curiosa, luego asintió y le pidió que les acompañara adelante.
La mujer, alta y desgarbada, de piel como la noche y pelo corto y rubio, se desprendió del compañero herido que sostenía, dejándolo al cuidado de otro, y luego se acercó a ellos.
Trazaron un rápido plan y se encaminaron, otra vez guiados por Drake, hacía el hangar. Aun se sentía el calor de las llamas en la tierra bajo sus pies, incluso cuando la zona por la que transitaban ahora, no había sido mayormente abrasada. En poco tiempo, llegaron a su objetivo. Ahí estaban dos grandes naves que podían albergar un pequeño ejército de hombres. Pero solo se veían un puñado de soldados, de espaldas, ocupados embarcando algunas cajas apresuradamente y otro tipo, quizá el piloto, gritaba para que abordaran de una vez. La otra nave se encontraba sellada, sin rastros de movimiento y quizá ni siquiera funcionaba.
—Mátenlos a todos, excepto al piloto si pueden evitarlo. Drake, ayuda a Amy a convencerlo de cooperar —musitó, por lo bajo, mirando a ambos. Su nueva piloto asintió muy seriamente. Esperaba que el entrenador colaborara, su cuello también estaba en juego, tanto o más que el de ellos —. Es ahora o nunca, vamos.
Dicho esto, iniciaron una emboscada contra los restrictores de la nave. Demetri encabezó el grupo, con Drake, Renesmee, Amy y Agatha, pues Jossie estaba aún mal herida y débil. Tomados por sorpresa, los guardias intentaron defenderse, pero lograron matar a los que aún no habían abordado. A continuación, subieron a la nave, empezando una nueva lucha allí arriba. Más Veritas y oscuros aparecían allí dentro. Entretanto, el rugido del motor hizo que todos se tambalearan, el piloto había empezado a poner la nave en marcha y la gran rampa empezaba a subir. Sin embargo, no todos estaban arriba. Alguien gritó pidiendo que esperaran, fuera empezaron a escucharse disparos.
No obstante, si pensaban que era pan comido, se equivocaban. Más versiones de clones armados cayeron sobre ellos, rodeando al grupo por todos sus flancos. Demetri escuchó aquella voz burlona. La había escuchado tantas veces en los últimos días que le llegó fuerte y clara a pesar del ruido que empezó a hacer eco en el pasillo subterráneo. Quiso aproximarse y ponerle las manos encima, retorcerle el cuello y torturarlo tanto como él lo había hecho con ellos. Pero Jossie pidió encargarse de él. El vampiro se hubiese negado, pero las implicaciones de dejar su posición eran fortuitas. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Sus armas chocaron contra la de sus atacantes. Pateó, cortó gargantas, lanzó dagas a diestra y siniestra, unas cuantas al corazón de sus enemigos. Un cuchillo fue a clavarse en su muslo, lo sacó con un gruñido ahogado y lo empuñó sin perder tiempo, enterrándolo por la espalda a un restrictor que amenazaba a uno de sus guerreros. Desafortunadamente el hombre había infligido una herida letal, y ambos, restrictor y veritas, cayeron muertos. Con todo eso, mantuvo su posición impidiéndoles avanzar.
Para cuando todo acabó, con menos sobrevivientes que antes, algunos de los restrictores habían huido y otros yacían en el piso agonizantes. La batalla en la retaguardia ya había concluido también. Drake que se había adelantado, aunque Dimka no supo cuándo, pues había estado ocupado verificando a sus guerreros, ahora regresaba con Jossie en brazos para continuar la marcha. Aun podía oír el débil latido de corazón de la muchacha. Vio entonces a Cara de Serpiente en el piso, muerto, era evidente. Debería, pero verlo no le produjo ningún tipo de alivio. Quizá más tarde, pero ahora solo quería salir de ese endemoniado lugar. Y en ausencia de la líder de la otra hermandad, el peso de sacarlos de allí ahora recaía en él y quizá Renesmee. Le echó un vistazo, pero ella, como cuando los capturaron, hacía siglos le parecía ese día ya, estaba haciendo un gran trabajo ignorándolo. Desconocía quien era el segundo al mando del otro grupo. Pero ahora, no había otro grupo, se dijo, debían actuar como una sola hermandad y cuidarse entre todos. Tuvo una breve charla con las chicas que parecían las más cercanas a Jossie, procurando ser más amable que antes y acordaron mantener las posiciones.
Finalmente, después de otra marcha por la apestosa alcantarilla, esta vez sin distracciones, llegaron a una salida. Sin que nadie lo notara, sacó su anillo del bolsillo y lo deslizó en su dedo. El objeto, le permitía estar a salvo a la luz sin sufrir quemaduras irremediables, pues su instinto le decía que ya debían estar abriéndose paso los primeros rayos de sol. Irónicamente, era un obsequio de Cassandra hace mucho tiempo atrás. Una vez más ella le salvaba la vida de alguna. Era una bendición que los restrictores incompetentes que lo habían interrogado hubiesen estado tan ocupados tratando de sacarle información que no se percataron que lo tenía aun. Entonces, ayudando a Drake a abrir la portezuela en lo alto de la escalerilla, pronto todos empezaron a salir al exterior. Subió uno de los primeros, para ayudar con algunos heridos. Hasta que no estuvo seguro que todos estaban afuera, no se permitió fijarse y ser consciente que habían salido por fin de esa maldita caverna.
Una rápida inspección y otra vez continuaron. No podían quedarse allí, aún era territorio enemigo. Se estiró mientras caminaba, mirando a través de los árboles, hacia el cielo que empezaba a clarear. Instintivamente, tuvo el impulso de al menos, buscar con la mirada a Renesmee, sabía dónde estaba sin tener que mirarla directamente; su esencia mental, su olor e incluso sus latidos, que eran un sonido único para el vampiro, una melodía especial que conocía y sabía de memoria. Sin embargo, algo le llamó la atención por el rabillo del ojo e hizo que no girara para fijarse en ella. La visión del objeto, y después el sonido atronador de las turbinas de una aeronave. Pasó sobrevolando el espacio aéreo por encima de sus cabezas. Pero, o no los vieron, por causa del follaje de los árboles que les ofrecían cobijo o aterrizarían más allá, cerca del edificio que estaba sobre la base subterránea. La última opción no era muy alentadora. Quizá llevaban más refuerzos. Instó a sus hermanos de armas a seguir avanzando, sus palabras recortadas por el sonido atronador y luego la explosión tras de ellos.
De pronto, todo fue otra vez caos. Su viejo amigo el caos encontrándolos una vez más, pensó con oscura ironía mientras se tambaleaba por los estallidos y luego era lanzado hacía delante cayendo estrepitosamente bocabajo sobre la tierra. Las llamas empezaron a expandirse. Veía a todos tratando de huir, otros ser consumidos por ellas y sus gritos de dolor que herían sus oídos. También vio a Renesmee salir despedida e impactar contra un árbol. No supo cuando se irguió de nuevo, pero ya estaba otra vez sobre sus pies. Los ojos ámbar reflejaban las llamas y el terror. Alguien chocó con él pero no supo si amigo o enemigo, por un par de minutos Demetri estuvo paralizado. La voz de la razón le decía que corriera, que al menos, ayudara a Renesmee a que se salvara ella, pero su cuerpo otra vez se negaba a responder. Empezó a sentir más y más cerca el calor de las llamas, pero era un enemigo que sabía muy bien no podía vencer, la otra voz pesimista le hacía rendirse sin haberlo intentado siquiera. Sus pensamientos cambiaban de lugar, primero estaba allí y luego aparecía aquella espantosa escena que había tratado de olvidar desde hacía muchos cientos de años atrás. Un árbol en llamas se precipitó hacía él, y no intentó nada, no pudo. Él no podía hacer nada.
Y entonces, se sintió otra vez caer. Alguien lo empujó. Rodaron lejos del árbol y las llamas. Se sacudió de su desconcierto y vio y escuchó a Renesmee por fin. Su voz sonó en un tono demasiado alto a sus oídos, pero ella estaba bien. Estiró la mano y rozó su rostro con la punta de sus dedos, mientras se obligaba a asentir. Estaba un poco avergonzado por haber actuado de la forma que lo hizo segundos antes, rindiéndose así de fácil. Ese no era él. Ella tenía razón. Su idea era muy buena, si podían robar una de esas naves, iban a tener mejores oportunidades.
— Ven tenemos que… —empezó pero fue como si alguien hubiese presionado un botón de pausa; su frase no concluyó y su mano se quedó a medio camino de tomar la de ella. Sus ojos fijos en las naves que los sobrevolaban.
Cuando los misiles fueron arrojados, tuvo el pensamiento de que era su fin y entonces el movimiento volvió e hizo un gesto protector hacía ella, iba protegerla con su cuerpo conteniendo el impacto lo necesario. Pero la cosa no detonó de inmediato, la miró y luego al artefacto. En el momento en que frunció el ceño, confuso, la explosión se hizo presente, como si aquello lo hubiera activado. Una vez más salió despedido hacía un lado, aterrizando esta vez de espaldas sobre la tierra ennegrecida. Se sentó de inmediato cuando el sonido de gruñidos y de unas pisadas entre pesadas y viscosas se hacían presentes entre el crepitar de las llamas más allá de ellos.
—Maldición, no otra vez —profirió por lo bajo, alcanzando una daga y uno de los cuchillos largos que tenía aun en la funda a la espalda. Agradeció en silencio por que no se hubiese caído y lo aferró con más confianza que la que había tenido hace poco.
La cosa embistió en su dirección, babeando y, a Demetri le pareció que mascullaba algo, una palabra, pero no entendía el qué. Giró en el último momento, evitando el contacto. Continuó así, esquivando todos sus ataques, mientras lanzaba estocadas que a su vez esquivaba. Logró cambiar de posición dejando a la criatura de espaldas a la gran grieta que se había abierto en el suelo gracias a la bomba, y con una daga adornando su costado. Vio a Renesmee luchar con un demonio mutante más grande, muy similar al de su celda. La preocupación lo atenazó. Tenía que ayudarla. Se distrajo un segundo, el mismo que aprovechó otro de los mutantes para trepársele a la espalda. Sus zarpas clavándose en su pecho, atravesaron el chaleco protector.
Un gruñido se alzó por su garganta mientras se sacudía y trataba de quitárselo de encima, lanzando codazos, a la vez que también intentaba esquivar al otro demonio. Aprovechó la fuerza del contrario y cuando este mando un manotazo con su garra logró apartarse lo suficiente para que el impacto lo recibiera el que se aferraba a él. Llevándose parte de su chaleco y también desgarrando piel en el proceso, se desprendió de él. Ambas criaturas chillaron. El vampiro a su vez lanzó un grito ahogado por el dolor, cayendo con una rodilla en tierra, pero sin perder tiempo, se giró y enterró el cuchillo en el lomo de la segunda criatura, que aulló una vez más y se retorció en el piso hasta quedar sin vida. Luego, hábilmente recupero su arma, girando en el aire, con gracia aun a pesar de todo, cortó la cabeza entre peluda y viscosa de la primera criatura, que ya venía hacía él. Demetri vio la cabeza girar en el aire e ir a caer por el hueco. Por ultimo pateó el resto de ese cuerpo, con una expresión de cansancio y asco mezclados, hacía las profundidades del infierno donde debía permanecer.
En medio de todo, tratando de atacar y esquivar a esas bestias, se había alejado un buen trecho de donde había visto a Renesmee por última vez. Barrió su mirada con desesperación. Estaban los demás, las chicas de Jossie, incluso ella y Drake, también ocupados con criaturas, demonios nauseabundos de todas las formas y tamaños. Y el fuego, más allá de ellos el asqueroso fuego con una bruma de humo denso y negro envolviéndolo todo y a todos. Ya no veía a la criatura, pero tampoco la veía a ella. Se calmó y se concentró. Vio una fea mutación tanteando por el piso hacía la grieta. Al principio, Demetri pensó que la criatura agonizaba, pero luego vio que se estiraba y enviaba zarpazos abajo. Ahí estaba ella, se dio cuenta con horror. Corrió hacía allí, sin detenerse, pateó al feo monstruo y luego cortó con su cuchillo, las extremidades de éste, terminando en segundos con la cosa. Cuando se precipitó hacía la abertura, golpeó a Renesmee que traba de sostenerse. Dimka se dejó caer al piso sin pensarlo dos veces y aferró con mano firme la de ella, sudorosa y ensangrentada. La trajo hasta él. Ya a salvo, lejos de ese precipicio, se permitió lanzar un suspiro de alivio. Aunque ella estuviera enojada, le odiara o lo que sea, no le importaba en ese momento, la abrazó por un instante.
—De acuerdo, suficiente diversión por hoy —le dijo, en un tono demasiado cansado como para que incluso él sonara irónico, mientras le apartaba con la mano sucia algunos mechones de cabello rojizo de su cara — Vayamos por una nave de esas y larguémonos de aquí ahora.
Demetri, cuchillo en mano, hombro con hombro junto a la pelirroja, se abrieron paso, dando tajos y ayudando a los demás a deshacerse de los pocos mutantes que aún quedaban. Afortunadamente, cuando se reagruparon de nuevo, descubrieron lo tenaces que eran todos ellos, pues a pesar de las explosiones no habían tenido demasiadas bajas. El plan seguramente había sido cocinarlos dentro del complejo y ellos habían podido salir antes.
—Es nuestra mejor oportunidad, hay que salir antes que a nuestros queridos amigos se les ocurra lanzarnos más de sus paquetes misteriosos—concluyó apresuradamente, dándole una mirada a todos los del grupo y por ultimo posándola en Renesmee. Hizo una pausa y luego dijo: — ¿Hay alguno que sepa pilotear? Y no, no cuenta haberlo hecho en videojuegos —una chica damphir alzó la mano. El vampiro, a su vez, alzó las cejas, con expresión más que sorprendida, curiosa, luego asintió y le pidió que les acompañara adelante.
La mujer, alta y desgarbada, de piel como la noche y pelo corto y rubio, se desprendió del compañero herido que sostenía, dejándolo al cuidado de otro, y luego se acercó a ellos.
Trazaron un rápido plan y se encaminaron, otra vez guiados por Drake, hacía el hangar. Aun se sentía el calor de las llamas en la tierra bajo sus pies, incluso cuando la zona por la que transitaban ahora, no había sido mayormente abrasada. En poco tiempo, llegaron a su objetivo. Ahí estaban dos grandes naves que podían albergar un pequeño ejército de hombres. Pero solo se veían un puñado de soldados, de espaldas, ocupados embarcando algunas cajas apresuradamente y otro tipo, quizá el piloto, gritaba para que abordaran de una vez. La otra nave se encontraba sellada, sin rastros de movimiento y quizá ni siquiera funcionaba.
—Mátenlos a todos, excepto al piloto si pueden evitarlo. Drake, ayuda a Amy a convencerlo de cooperar —musitó, por lo bajo, mirando a ambos. Su nueva piloto asintió muy seriamente. Esperaba que el entrenador colaborara, su cuello también estaba en juego, tanto o más que el de ellos —. Es ahora o nunca, vamos.
Dicho esto, iniciaron una emboscada contra los restrictores de la nave. Demetri encabezó el grupo, con Drake, Renesmee, Amy y Agatha, pues Jossie estaba aún mal herida y débil. Tomados por sorpresa, los guardias intentaron defenderse, pero lograron matar a los que aún no habían abordado. A continuación, subieron a la nave, empezando una nueva lucha allí arriba. Más Veritas y oscuros aparecían allí dentro. Entretanto, el rugido del motor hizo que todos se tambalearan, el piloto había empezado a poner la nave en marcha y la gran rampa empezaba a subir. Sin embargo, no todos estaban arriba. Alguien gritó pidiendo que esperaran, fuera empezaron a escucharse disparos.
ÐRAGON- Líder
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Re: Trama II Rescate
—Mamá, mamá por favor ven… Yo ne-ce…necesito tu ayuda—
Allí, a lo lejos ataviada en vestiduras hermosa y puramente blancas se encontraba una de las razones más grandes por las que día a día, con una sonrisa en el rostro, se levantaba a tratar con todas sus fuerzas de sobrevivir: Su hija, Ángela.
Se veía asustada. Tenía su mano levantada hacía ella y en su rostro solo se veía terror. Un profundo e infinito terror.
—Mamá…No, no te vayas. Por favor no me dejes…Yo te necesito—
Volvió a articular mientras poco a poco rodaba una lágrima por su mejilla.
—No mi vida, no me iré aquí estoy— ella respondió, mientras que débil como estaba trataba de ponerse en pie. Falló y muy estrepitosamente. Cayó de bruces al esponjoso suelo.
Como si ese simple acto fuera el interruptor que necesitaba, Ángela soltó un enorme gemido y sin que ella lo pidiera una enorme ráfaga de aíre la envió lejos. Separándola de Jossie.
—No, por favor…Ángela vuelve ¡No me la quiten! ¡No por favor! — el ángel grito a la nada. Pero no sirvió. No sucedió lo que ella tanto esperaba.
Más sin en cambio, si sucedió algo: El escenario en el que se estaba desarrollando aquella escena mental cambió.
Todo se volvió oscuro, siniestro. Era como ver un pedacito del infierno.
Allí no era posible que su hija estuviese, así que se calmó un poco y luego, cuando su respiración se ralentizo habló. — ¿Hola? ¿Alguien? — pero nadie respondió.
Por unos minutos, todo estuvo bastante tranquilo. Incluso una lamparilla que su loca cabeza formuló apareció, dejando que su visión se aclarara un poco.
Después de que se pudiese levantar, y su desbocado corazón se calmara se levantó, inspeccionándose.
Bien, que genial. Para su maldita suerte no traía ningún arma. ¡Y en este lugar podrían suceder muchas cosas!
—Querida Bessette, que placer volver a verte…— Allí estaba su ejemplo. Una versión retorcida del restrictor que había matado apareció, para reafirmar sus palabras.
El rostro de ella se llenó de un miedo atroz, era como ver una de las mutaciones que el líder de los restrictores hacía… Mierda. Y ella que no tenía absolutamente nada de fuerza para luchar.
—Hola cara bonita— afortunadamente su respuesta sonó bien, no dejo ver ni un momento el miedo que sentía.
El Cara de serpiente no habló más, sólo avanzó hacía ella con un látigo que a kilómetros de distancia había sido modificado.
Maldita fuera su suerte.
Todo pasó en un instante: El restrictor restalló el látigo y ella cayó retorciéndose de dolor. Con una especie de electrochoque.
Y el dolor no cesó. Sólo no hacía nada más que aumentar. Ella luchó y lucho pero la electricidad no cedía. Seguramente iba a morir… Oh si, iba a morir.
En su mente desfilaron los rostros de sus seres queridos: Benjamín, Nate, Agatha, Angela… Todos. Y, en otro acto milagroso se sintió renovada, con esperanza. No. Por supuesto que no iba a morir. Ella había salido airosa de situaciones mucho peores y por algo como lo que pasaba no iba a ceder y morir. Claro que no. Respiro profundo y utilizó en ella uno de sus poderes de curación, cerrando la herida y curando las demás. Dejándose en un estado más o menos aceptable.
—Ayúdenme. Por favor, envíen a alguien o algo. Se los ruego. Muchas vidas se pierden…Por favor. Escuchen mis suplicas— mirando al cielo, suplico. Ojalá y su señor Gabriel le ayudase…Ya no quería perder más guerreros.
Prometiéndose hacerles un digno funeral a los caídos, volvió a concentrar su atención a todo el caos que estaba a su alrededor.
Luego, aplicó la fuerza que pudo, y sin mirar quien estaba junto a ella, cerró los ojos y apretó los músculos, halando la cuerda para que se rompiese; Sin hacer caso ya del dolor que le provocaba la electricidad. Haló y haló hasta que lo logró y pudo sin más contratiempos salir de esa maldita red.
O bueno…Ella se permitió creer eso por un solo momento.
Unas asquerosas mutaciones iban hacia ella y su compañero quién, con el tono de voz que utilizó para susurrar algo. A Jossie le pareció que susurro porque en ese momento no se concentró en él, sino en matar a esas cosas supo quién era; Draco, el maldito restrictor.
—Déjame esto a mi niñita, vete por allí a jugar… Busca a Dimka y a Reni y ayúdales… ¡Desaparece!—ella ordenó, pero como siempre esa maldita cosa no le hizo caso y se puso a luchar contra una de las bestias…
¡Bah! ¿A ella que mierda le importaba la suerte de ese restrictor de todas formas? Sería un gran favor si alguien como aquella mutación se deshiciese de él.
Concentró todo lo que tenía dentro de ella hacía su objetivo y esta vez no falló, mató solo con su poder a la cosa esa, dejándole irreconociblemente quemada; Sólo despojos de ella.
Afortunada o desafortunadamente, para ella, Draco también había terminado con su parte.
Así que, en cuánto divisó a Dimka y los demás reunidos se enfiló hacia ellos.
Al llegar, su mente divagó y sólo asintiendo en momentos correctos, dejo que la conversación que tenían llegara a su fin y les siguió. Su paso se vio obstruido por un restrictor a quién enseguida dejo calcinado… Había olvidado pedir armas de repuesto.
Pero a ese le siguieron más, un montón de ellos. Venían en fila… Mierda, no iba a poder con ellos. No en el estado tan lamentable en el que se encontraba.
De pronto, sin saber porque, vio que la nave en la se iría junto a los demás comenzaba a cerrar sus puertas; Sin ella dentro.
Utilizo su teletransportación, pero no ayudo, pues enseguida su paso se vio cerrado por restrictores, quienes le lanzaban armas que ella a duras penas esquivaba.
— ¡ESPÉRENME! — Gritó con todas sus fuerzas pero dudó que la hubiesen oído.
Bien. ¿Cómo mierda iba a salir de esa? La oscura estaba molesta… Muy jodida y furiosamente molesta. Su don no aguantaría…O más bien ella y su fuerza no resistirían.
Reza. La jodida voz en su cabeza volvía a hacer acto de presencia, y con un disparatado pedido… ¿Qué rezara? ¡Ok, ahora si se había vuelto loca! ¡Mira que ordenarle una voz que rezara!
Quiso reír pero no lo hizo. Tuvo que impulsarse a cumplir aquella orden al tiempo en el que, cómo Moisés en el mar rojo, se abría paso.
Caminó y caminó en lo que le pareció un largo trecho… Rezando sin más. Con toda su oscura alma.
Su fuerza se acababa… Comenzaba a sentirse muy débil e insegura.
¡Ayúdenme! ¡Se los suplico! ¡Amado Gabriel! ¡Ayúdeme! ¡Ayude a los míos! En su mente gritó a todo pulmón. Sólo soltando un gemido de dolor como una muestra de debilidad. Afortunadamente, sucedió al fin.
Un resplandor blanco le cubrió, curándola totalmente. Llenándola de la fuerza que necesitaba. ¡Habían escuchado sus ruegos! ¡Su señor le ayudaba!
Buen señor, gracias. Gimió feliz más para ella misma que para los que le rodeaban.
— ¡Vamos chicos! ¡Debemos luchar! ¡Ganemos esto de una buena vez para que podamos irnos a casa! — cuando gritó, ella casi añade: ¡Para que podamos curarnos nuestras heridas y afrontar nuestras pérdidas! Pero, se recordó que no estaba lidiando con cualquier cosa y esos datos no eran bien recibidos.
Así que sin más preámbulo se lanzó a luchar, sin parar. Su poder tenía ahora mucha más fuerza y era mucho más impactante para esas cosas. Pero aun así ella no se sintió a gusto por lo que en cuánto pudo le quito un arco a un oscuro muerto y comenzó a lanzar flechas sin más. Luego, de los cadáveres que podía, sin pararse a fijarse si eran amigos o enemigos, tomaba dagas, e incluso tomó una espada y un látigo.
Con cada paso que daba su camino se veía cerrado con restrictores, y los suyos continuaban cayendo. ¡Maldita sea! ¡Más vidas se perdían!
El ver ese hecho, una delirante furia le envolvió. No sólo con las malditas ratas con las que luchaba si no con ella… ¡Por su culpa se estaban perdiendo muchas más vidas! ¡Y todo porque no pudo llegar a tiempo a la nave para largarse de allí!
Lanzó un grito de guerra y dijo. — ¡Avancen mis chicos! ¡Vamos! ¡Llevamos años luchando con estas cosas! ¡No pueden ganarnos! — como un mantra, repitiéndolo para infundirle animo a los suyos.
Su camino se estaba haciendo tortuoso, lentísimo. Parecía no avanzar nada… Se estaba desesperando.
Alguien comenzó a disparar…No supo si oscuros o restrictores. ¡Ojalá fuesen los suyos!
Vamos Bessette, vamos tu puedes… Avanza, rápido. Ya la nave está muy cerca. Se animaba, repitiéndose esas palabras sin parar. Sin dejar en ningún momento de abrirse el paso.
Al fin, cuando pudo llegar a dónde la nave estaba gritó. — ¡Abran la maldita puerta! —.
Luego, con un mohín de fastidio ordenó a los oscuros más cercanos. — ¡Olviden a los restrictores, vengan conmigo ya! ¡Vamos! ¡Larguémonos de aquí! —.
Pero por el excesivo ruido casi nadie le oyó así que, con toda la fuerza de sus pulmones gritó.
— ¡RETIRADA! — pidiendo con toda su alma que alguien además de los diez que a duras penas lograron llegar hacia ella le escuchase y se reuniera con el grupo antes de que la puerta se abriera.
Allí, a lo lejos ataviada en vestiduras hermosa y puramente blancas se encontraba una de las razones más grandes por las que día a día, con una sonrisa en el rostro, se levantaba a tratar con todas sus fuerzas de sobrevivir: Su hija, Ángela.
Se veía asustada. Tenía su mano levantada hacía ella y en su rostro solo se veía terror. Un profundo e infinito terror.
—Mamá…No, no te vayas. Por favor no me dejes…Yo te necesito—
Volvió a articular mientras poco a poco rodaba una lágrima por su mejilla.
—No mi vida, no me iré aquí estoy— ella respondió, mientras que débil como estaba trataba de ponerse en pie. Falló y muy estrepitosamente. Cayó de bruces al esponjoso suelo.
Como si ese simple acto fuera el interruptor que necesitaba, Ángela soltó un enorme gemido y sin que ella lo pidiera una enorme ráfaga de aíre la envió lejos. Separándola de Jossie.
—No, por favor…Ángela vuelve ¡No me la quiten! ¡No por favor! — el ángel grito a la nada. Pero no sirvió. No sucedió lo que ella tanto esperaba.
Más sin en cambio, si sucedió algo: El escenario en el que se estaba desarrollando aquella escena mental cambió.
Todo se volvió oscuro, siniestro. Era como ver un pedacito del infierno.
Allí no era posible que su hija estuviese, así que se calmó un poco y luego, cuando su respiración se ralentizo habló. — ¿Hola? ¿Alguien? — pero nadie respondió.
Por unos minutos, todo estuvo bastante tranquilo. Incluso una lamparilla que su loca cabeza formuló apareció, dejando que su visión se aclarara un poco.
Después de que se pudiese levantar, y su desbocado corazón se calmara se levantó, inspeccionándose.
Bien, que genial. Para su maldita suerte no traía ningún arma. ¡Y en este lugar podrían suceder muchas cosas!
—Querida Bessette, que placer volver a verte…— Allí estaba su ejemplo. Una versión retorcida del restrictor que había matado apareció, para reafirmar sus palabras.
El rostro de ella se llenó de un miedo atroz, era como ver una de las mutaciones que el líder de los restrictores hacía… Mierda. Y ella que no tenía absolutamente nada de fuerza para luchar.
—Hola cara bonita— afortunadamente su respuesta sonó bien, no dejo ver ni un momento el miedo que sentía.
El Cara de serpiente no habló más, sólo avanzó hacía ella con un látigo que a kilómetros de distancia había sido modificado.
Maldita fuera su suerte.
Todo pasó en un instante: El restrictor restalló el látigo y ella cayó retorciéndose de dolor. Con una especie de electrochoque.
En ese choque, ella volvió de la inconsciencia, gritando con una fuerza descomunal.
Y el dolor no cesó. Sólo no hacía nada más que aumentar. Ella luchó y lucho pero la electricidad no cedía. Seguramente iba a morir… Oh si, iba a morir.
En su mente desfilaron los rostros de sus seres queridos: Benjamín, Nate, Agatha, Angela… Todos. Y, en otro acto milagroso se sintió renovada, con esperanza. No. Por supuesto que no iba a morir. Ella había salido airosa de situaciones mucho peores y por algo como lo que pasaba no iba a ceder y morir. Claro que no. Respiro profundo y utilizó en ella uno de sus poderes de curación, cerrando la herida y curando las demás. Dejándose en un estado más o menos aceptable.
—Ayúdenme. Por favor, envíen a alguien o algo. Se los ruego. Muchas vidas se pierden…Por favor. Escuchen mis suplicas— mirando al cielo, suplico. Ojalá y su señor Gabriel le ayudase…Ya no quería perder más guerreros.
Prometiéndose hacerles un digno funeral a los caídos, volvió a concentrar su atención a todo el caos que estaba a su alrededor.
Luego, aplicó la fuerza que pudo, y sin mirar quien estaba junto a ella, cerró los ojos y apretó los músculos, halando la cuerda para que se rompiese; Sin hacer caso ya del dolor que le provocaba la electricidad. Haló y haló hasta que lo logró y pudo sin más contratiempos salir de esa maldita red.
O bueno…Ella se permitió creer eso por un solo momento.
Unas asquerosas mutaciones iban hacia ella y su compañero quién, con el tono de voz que utilizó para susurrar algo. A Jossie le pareció que susurro porque en ese momento no se concentró en él, sino en matar a esas cosas supo quién era; Draco, el maldito restrictor.
—Déjame esto a mi niñita, vete por allí a jugar… Busca a Dimka y a Reni y ayúdales… ¡Desaparece!—ella ordenó, pero como siempre esa maldita cosa no le hizo caso y se puso a luchar contra una de las bestias…
¡Bah! ¿A ella que mierda le importaba la suerte de ese restrictor de todas formas? Sería un gran favor si alguien como aquella mutación se deshiciese de él.
Concentró todo lo que tenía dentro de ella hacía su objetivo y esta vez no falló, mató solo con su poder a la cosa esa, dejándole irreconociblemente quemada; Sólo despojos de ella.
Afortunada o desafortunadamente, para ella, Draco también había terminado con su parte.
Así que, en cuánto divisó a Dimka y los demás reunidos se enfiló hacia ellos.
Al llegar, su mente divagó y sólo asintiendo en momentos correctos, dejo que la conversación que tenían llegara a su fin y les siguió. Su paso se vio obstruido por un restrictor a quién enseguida dejo calcinado… Había olvidado pedir armas de repuesto.
Pero a ese le siguieron más, un montón de ellos. Venían en fila… Mierda, no iba a poder con ellos. No en el estado tan lamentable en el que se encontraba.
De pronto, sin saber porque, vio que la nave en la se iría junto a los demás comenzaba a cerrar sus puertas; Sin ella dentro.
Utilizo su teletransportación, pero no ayudo, pues enseguida su paso se vio cerrado por restrictores, quienes le lanzaban armas que ella a duras penas esquivaba.
— ¡ESPÉRENME! — Gritó con todas sus fuerzas pero dudó que la hubiesen oído.
Bien. ¿Cómo mierda iba a salir de esa? La oscura estaba molesta… Muy jodida y furiosamente molesta. Su don no aguantaría…O más bien ella y su fuerza no resistirían.
Reza. La jodida voz en su cabeza volvía a hacer acto de presencia, y con un disparatado pedido… ¿Qué rezara? ¡Ok, ahora si se había vuelto loca! ¡Mira que ordenarle una voz que rezara!
Quiso reír pero no lo hizo. Tuvo que impulsarse a cumplir aquella orden al tiempo en el que, cómo Moisés en el mar rojo, se abría paso.
Sancti Angeli, tuo exercituum, et opem nobis et omnibus viribus tuis, subversum est cor nostrum,
ideo in dilectione Dei et Mariae reginae tuum.
Caminó y caminó en lo que le pareció un largo trecho… Rezando sin más. Con toda su oscura alma.
Spiritus Sanctus,
Dominum et Vivificantem,
Justum legisperitum, protéctor contribulátus
et revertamur ad tramitem peccatoribus Iesu
neque per somnia frequentius ad te unum,
Justum legisperitum, protéctor contribulátus
et revertamur ad tramitem peccatoribus Iesu
neque per somnia frequentius ad te unum,
et ad Iesum sequi accidere fidelius et testis es.
Ideo petimus in nomine Iesu ut nos in gratiam istam. Ex eadem verba,
Ideo petimus in nomine Iesu ut nos in gratiam istam. Ex eadem verba,
"Petite et accipietis, pulsate et aperietur vobis ..."
Su fuerza se acababa… Comenzaba a sentirse muy débil e insegura.
¡Ayúdenme! ¡Se los suplico! ¡Amado Gabriel! ¡Ayúdeme! ¡Ayude a los míos! En su mente gritó a todo pulmón. Sólo soltando un gemido de dolor como una muestra de debilidad. Afortunadamente, sucedió al fin.
Un resplandor blanco le cubrió, curándola totalmente. Llenándola de la fuerza que necesitaba. ¡Habían escuchado sus ruegos! ¡Su señor le ayudaba!
Buen señor, gracias. Gimió feliz más para ella misma que para los que le rodeaban.
— ¡Vamos chicos! ¡Debemos luchar! ¡Ganemos esto de una buena vez para que podamos irnos a casa! — cuando gritó, ella casi añade: ¡Para que podamos curarnos nuestras heridas y afrontar nuestras pérdidas! Pero, se recordó que no estaba lidiando con cualquier cosa y esos datos no eran bien recibidos.
Así que sin más preámbulo se lanzó a luchar, sin parar. Su poder tenía ahora mucha más fuerza y era mucho más impactante para esas cosas. Pero aun así ella no se sintió a gusto por lo que en cuánto pudo le quito un arco a un oscuro muerto y comenzó a lanzar flechas sin más. Luego, de los cadáveres que podía, sin pararse a fijarse si eran amigos o enemigos, tomaba dagas, e incluso tomó una espada y un látigo.
Con cada paso que daba su camino se veía cerrado con restrictores, y los suyos continuaban cayendo. ¡Maldita sea! ¡Más vidas se perdían!
El ver ese hecho, una delirante furia le envolvió. No sólo con las malditas ratas con las que luchaba si no con ella… ¡Por su culpa se estaban perdiendo muchas más vidas! ¡Y todo porque no pudo llegar a tiempo a la nave para largarse de allí!
Lanzó un grito de guerra y dijo. — ¡Avancen mis chicos! ¡Vamos! ¡Llevamos años luchando con estas cosas! ¡No pueden ganarnos! — como un mantra, repitiéndolo para infundirle animo a los suyos.
Su camino se estaba haciendo tortuoso, lentísimo. Parecía no avanzar nada… Se estaba desesperando.
Alguien comenzó a disparar…No supo si oscuros o restrictores. ¡Ojalá fuesen los suyos!
Vamos Bessette, vamos tu puedes… Avanza, rápido. Ya la nave está muy cerca. Se animaba, repitiéndose esas palabras sin parar. Sin dejar en ningún momento de abrirse el paso.
Al fin, cuando pudo llegar a dónde la nave estaba gritó. — ¡Abran la maldita puerta! —.
Luego, con un mohín de fastidio ordenó a los oscuros más cercanos. — ¡Olviden a los restrictores, vengan conmigo ya! ¡Vamos! ¡Larguémonos de aquí! —.
Pero por el excesivo ruido casi nadie le oyó así que, con toda la fuerza de sus pulmones gritó.
— ¡RETIRADA! — pidiendo con toda su alma que alguien además de los diez que a duras penas lograron llegar hacia ella le escuchase y se reuniera con el grupo antes de que la puerta se abriera.
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